Apuestas?

Capítulo 12 "Caída y helados"

Caída y helados

 

-Debiste dejar que le diera el mismo empujoncito que él te dio. Así ambos estarían a mano de que sus culos besaran el suelo.

-Estoy bien, no te preocupes. Además no fue como que él me empujara, solo me soltó. Yo fui la que no debió confiarse.

-Estás loca, y yo más al apoyarte en ello. ¿Sabes? No puedo creer lo que diré pero ¡joder!-masculla-¡mi abuela tenía razón!

-¿En qué?

-Ella me dijo una cosa: Nunca limpies las lágrimas de un enamorado. Porque al final terminarás con el mismo pañuelo en la mano.

-¿Y eso quiere decir?

Toma con sus manos mis hombros y me mira fijamente.

-Significa que nunca te fijes en alguien que está enamorado. Porque cuando termine esa ilusión podrás consolarlo, darle tu apoyo y entregarle tu corazón, pero cuando esa persona que amó regrese, serás tú el que tendrá el corazón roto.  

-Y el mismo pañuelo en la mano-murmuro comprendiendo-Eso es triste Darwin.

-Lo sé, y le dije que no se preocupara que eso no me pasaría.

-¿Y qué te dijo?

-Me dijo que con los antecedentes de mi familia no riera tanto-sonríe irónico-que de todos ellos, alguien debía pagar el precio.

-Pero no debes ser tú. Tú eres diferente a todos ellos.

-No lo sé, Cris. A veces creo que el precio lo empecé a pagar desde que nací. Mi madre, mi abuela, Sofía y luego lo de Karen. No sé qué creer. Tal vez de verdad yo seré quién pague por todo lo que hicieron esos hijos de puta. Después de todo tengo su sangre por mis venas, soy igual que ellos.

-¡Tú no eres como ellos, estás muy lejos de serlo!-grito y todo su cara con mis manos para que me mire-Mírame bien Darwin Sanders y escucha con atención lo que te diré. No eres, y nunca serás como ellos. Tienes su sangre ¿y qué? No lastimas, no ilusionas y no juegas con nadie. No has lastimado a nadie.

-Lo hice al principio con Karen, lo sabes.

Esa mirada de dolor en sus ojos me enfurece y toca la vena sensible de mi cuerpo. Quiero protegerlo, lo quiero después de todo. Y no deseo que nadie lo vuelva a herir ni que cargue con algo en lo que no tiene nada que ver.

-¡Éramos unos niños! No sabías lo que hacías. ¡No trates de verlo como un castigo! A muchos les han roto el corazón y muchas veces. Los han humillado y en resentimiento muchos han jurado no volver amar. Se les han burlado por su manera pura de ver el amor y les han hecho avergonzarse de sus sentimientos. ¿Y crees que ellos tienen una maldición familiar? ¿Un castigo? ¡No, Darwin!

>>¡Son solo humanos que se enamoraron de bestias! Porque un humano no jugaría, ni humillaría a alguien que siente algo por él. Y ellos no tienen la culpa de enamorarse de quien no debían, tal vez solo tienen el error de habérselo expresado a quién no tomaría los sentimientos en serio.

>>No tienes una maldición y cuando aquella señora te diga eso de nuevo, ríete en su cara y dile: ¡Yo soy un Sanders, pero uno que sabe lo que es saber amar y ser correspondido! Porque yo te amo Darwin, Alan también lo hace. Sus padres te aman, tu madre te ama. Por dios ¡muchas chicas te aman! Eres tú, un idiota troll que sabe sacar una sonrisa y alegrar a los demás. Serás muchas cosas Darwin, pero jamás uno de ellos.

Sus ojos se cristalizan por unos segundos pero luego parpadea y me rodea con sus brazos mientras murmura un “Gracias” en mi oído. Sonrío y le devuelvo el abrazo mientras una lágrima cae por mi mejilla. Darwin, al igual que yo, no ha sido sincero con Alan. Y esos secretos son los que nos han unido.

Podemos reír y bromear con él. Pero mientras Alan veía a Abigail no pude decirle muchas cosas. ¿Cómo decirle que estaba cansada de fingir ser novios? ¿Cómo quejarme de mi vida con él, cuando hacía de todo para alegrarla?

No pude, y un día sin planearlo solo se lo solté a Darwin. Y a él parecía pasarle algo similar. Ambos nos sostuvimos así por mucho tiempo, y sin intenciones, Alan quedo fuera de eso.

Pero aun así temía estar muy cerca de Darwin, no quería hacerle lo mismo que a Alan. Aunque cuando Sofía salió y nos vio así, sentí que de manera indirecta logré afectarlo.

Sus ojos enojados, me aseguraron algo, yo siempre me interponía en algo.

 

***

 

Sus manos me recorren, su sonrisa se forma cuando me ve. Aquellos ojos brillan mucho, haciendo que el color gris que tienen se vuelva más claro. Me hace dar una vuelta y cierro los ojos dejando que la música envuelva todo mi cuerpo.

Me ciego con ella, y nublo mis sentidos con sus caricias.

Termino en frente de él de nuevo. Mis manos en su pecho hacen de sentir el latir de su corazón y late al compás del mío. Me sorprendo cuando una de sus manos acaricia mi mejilla con suavidad y me hace alzar la cabeza para verlo.

Su sonrisa ladeada me enloquece y hace un alboroto con mis hormonas que me sonrojo. Cierro por instinto los ojos cuando se acerca, y espero más, mucho más cuando el último momento en que lo veo, se acerca.

Me va besar.

Mejor dicho, iba a hacerlo.

Un golpe duro contra la mesa en la que estaba dormida hace que levante la cabeza perdida y desorientada. Tardo en entender quién rayos fue el loco que rompió de esa manera mis sueños y entrecierro los ojos ante el castaño con un sonrisa.

Jodido Sebastián Smith.

-Hola bella durmiente, ¿qué tal ese sueño?-pregunta divertido mientras se sienta en frente de mí-Creo que muy bien si consideramos que estabas babeando.

Arrugo la cara y me paso las manos por la boca haciendo que ría. No hay rastro de baba alguna.

-No me quejo, pero hubiera sido mejor si me hubieras dejado terminarlo-mascullo.

-No quiero preguntar de que trataba.

-Como si tuvieras tanta suerte para que yo te respondiera eso-me burlo.

Sonríe de lado y pasa las manos por su cabello. Mira alrededor y silba al ver todos los libros que tengo en la mesa.




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