Apuestas?

Capítulo 21 "Lo siento, mamá"

Lo siento, mamá

 

Cristina

 

Pelear contra un equipo nunca estuvo en mis planes de vida.

Pero cuando veo como Elena cae al suelo porque aquella chica le empujo me hace replantearme la idea. Es más, la reconsidero mucho.

-Ups, debes fijarte por donde vas-dice la chica pelinegra y se ríe.

Frunzo el ceño y sin pensarlo me acerco hacia Elena.

-¿Estás bien?-le pregunto y ella asiente. Le ayudo a parase y veo a la chica-¿Tienes algún problema con ella?

-¿Qué?-se hace la ofendida-Para nada.

Es tan cínica que ni siquiera tiene la decencia de actuar bonito. Es más, todas las del equipo notan que aquellas palabras desbordan sarcasmo y se acercan molestas.

-¿Enserio? ¿Así que solo querías de manera sutil hacerle conocer el suelo?

-Es lo más educado que puedo hacer. Puesto que cuando muerdan el polvo ya sabrán lo que es estar ahí y no les dolerá tanto.

¿Así que así están las cosas, eh? Sonrío para mis adentros. Cariño, no sabes con quien te has metido.

-Vaya-sonrío-No sabía que fueran tan educadas-resalto la última palabra y le doy mi mejor sonrisa-Gracias por preocuparse por nosotros, eso dice mucho de ustedes. Ahora, como agradecimiento quiero que nos conozcan un poco también.

-No gracias. Pasamos-dice divertida y las demás se ríen.

¿De verdad?

Enmarco una ceja divertida.

-Eso no es posible, esto es un dar y dar. Casi como ojo por ojo...diente por diente.

-¿Qué? ¿Vienes a decirnos frases motivadoras?

¿Motivadora? ¿Qué demonios tenía de motivadora una ley vengativa? Tal vez motivaba a eso, a regresar el mal dado. Puesto que la ley del talión que se menciona en el Código Hammurabi establece que se debe vengar del delito regresándole el mismo daño al delincuente.

¿Así que motivadora? Bueno, podría decirse que sí, pero no de manera sana.

-Al contrario, siempre he sido una mujer de hechos y no palabras. Y para que lo veas, te lo demostraré.

Sin darle tiempo doy pasos al frente y con mis manos hago que ella termine en el suelo. Suelta un jadeo de sorpresa y gime de dolor cuando se cae.

El sexto rey de Babilonia debía estar orgulloso de mí.

-¿Qué te sucede?-pregunta.

-¿Te recibió de buena manera el suelo?-pregunto irónica y me agacho-Porque voy a trapearlo con tus extensiones mal colocadas una vez que te ganemos niña maleducada y cínica.

-¡Estás loca! ¡Te reportare con los superiores!

Eso me divierte y tomo con mi mano su cara.

-Hazlo-sus ojos se abren-¿crees que tengo miedo? Hay algo que tal vez no te han dicho, siempre tienes que estudiar a tus rivales para ganarles y desde aquí, te digo que has perdido. ¿Sabes? Podríamos ser iguales...

-Nunca seré como tú-gruñe con asco.

-¡Qué bueno que lo entiendas!-digo divertida-Porque mientras solo tú puedes jugar a ser la inocente y atacar de manera sutil. Yo puedo ser dos personas. Puedo ir de golpe y quedar como la mala, o puedo jugar a ser la buena y atacarte. Siendo sincera, me gusta más el otro, prefiero ser mala que hipócrita.

Suelto su cara con asco y me paro luego acomodar mi cabello. Veo como la ayudan a pararse y da pasos hacia mí.

-Esto no se quedará así. Haré que les expulsen de la competencia.

Sé que no lo hará, solo es una amenaza sin fondo para asustarnos y funciona, porque las chicas de mi equipo se miran entre sí.

-¿De verdad?-me río-Quiero verte intentándolo.

-Ya Verónica-dice una de las chicas y toma mi mano-Es suficiente.

-Eso, hazle caso a las pueblerinas de tu equipo. Si ya saben a dónde pertenecen no sé a qué han venido. Tal vez son como el circo, vienen a entretener con sus trucos salvajes al resto. La cirquera, los monos vestidos de ceda y-mira a Elena de manera despectiva y burlona-Dumbo, el elefante.

¿Ojo por ojo, diente por diente? ¡Al carajo con ello! ¡Yo voy a por esa lengua también!

Un grito se oye mientras el sonido de una nariz quebrada hace que todos retrocedan asustados. Vaya, tal parece que apunte mal. Mi mirada no deja de verla mientras ella se sujeta la nariz sangrante y comienza a lloriquear. Si los niveles de furia pudieran verse en mi cuerpo, seguro se asustarían, porque siento cada célula de mi piel arder.

Bajo la mano y la apego a mi cuerpo reprimiendo las ganas de ir contra esas mechas mal colocadas y me doy la vuelta ardiendo en furia. Nadie me detiene y es lo mejor, pero eso dura poco. Porque las chicas de mi equipo me siguen y una de ellas toma con fuerza mi hombro para darme la vuelta.

Y ahí se va mi paz mental...

-¡¿Enloqueciste Bowen?! ¡¿Tenías que hacer eso?! ¡No me importa si te gusta llamar la atención de todos pero no nos metas en tus enredos! ¡El equipo...

-¿Quieres callarte?-pregunto entre dientes.

-¡No lo haré! ¡Entrenamos muy duro para esto y tú vienes y lo arruinas!

-Soy consciente de lo que entrenamos para venir aquí.

¿Acaso cree que me es gracioso como me partí la espalda y me queme las pestañas para estudiar y coordinar los pasos con ellas?

-Entonces también debes serlo de la oportunidad que hemos perdido por ti.

Mis ojos se aguan de la rabia que estoy sintiendo y no puedo creer lo que dice. ¿Qué concepto tiene ella de la vida? Si yo no intervenía ¿qué? ¿Se dejaría pisotear?

Tengo tantas preguntas que hacerle pero la rabia acumulada no me deja y mi voz apenas es un susurro roto mientras trato de formar algo coherente. Joder conmigo. ¡Cálmate! Me siento tan ridícula porque incluso mis labios tiemblan y me frustra más.

-No digas nada, cada que lo haces arruinas todo-masculla y es un golpe bajo.

-¿Qué?-pregunto cuando por fin no me tiembla la voz y ella les dice a las chicas que es hora de irse. Mi respiración se acelera y decido gritar-¡¿Entonces dime que debía hacer?!




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