Apuestas?

Capítulo 23 "Matar a alguien"

Matar a alguien

 

-Johnson Bates-dice finalmente aquel señor.

En ese momento de verdad juraba que podía caerme el edificio y eso aplastaría menos mis pulmones. Creo que las chicas incluso lo hubieran preferido porque el golpe seguro fue el mismo.

Sus caras decepcionadas y resignadas me provocaron una presión en el corazón que me dolió. Y sí que dolió, tanto que no pensé y corrí a abrazar a Olivia, quién se encontraba en un mar de lágrimas.

Ya veo que de verdad en situaciones así, te sale una vena maternal.

Dalia tenía los ojos aguados y Elena también. Es más ¡todas tenían esas expresión de decepción en sus rostros! Incluso la chica a la que arroje tallarines. Ahora ya sabía su nombre, Arlen, quién molesta miraba el suelo.

Para consolar a Olivia acaricie su cabello mientras ella trataba de esconder su cara en mi abrazo. Dalia sonrío tristemente y se lanzó-literalmente-hacia mí para abrazarme. Elena se río y limpiándose las lágrimas se unió también.

Poco a poco todas empezaron a abrazarse entre ellas y algunas se nos unieron. Me dolía por ellas, por mí. Porque sabía lo que dimos y cuánto nos costó lograrlo. Sin poder evitarlo mis ojos se aguaron.

-Son unas cebollas-me quejo y río-¡me han hecho llorar!

Se ríen y como yo, sueltan más lágrimas en el proceso.

Podría decir que me dolía, eso era obvio. Me decepcionaba no poder avanzar este año, pero no estaba decepcionada de mí. Lo había dado todo, incluso mi corazón. Cosa que nunca había hecho.

En este año me esforcé el doble al entrenar, al hacer las coreografías, la música y estudiar. Hice cosas que nunca había creído que haría y estaba orgullosa de ello. Incluso me divertí entrenado y estudiando.

Además, por primera vez ir de compras no me resultaba tedioso y aburrido. Compartir habitación con alguien no fue molesto y reír hasta altas horas de la noche mientras oía sus anécdotas en el colegio me llenó más que una fiesta.

Y estaba segura de que aunque perdimos esta competencia, habría más. Tal vez no para las de último año en las porristas, pero no por ello perdíamos la carrera de la vida.

Esa la habíamos ganado, porque habíamos cambiado algo.

Habíamos aprendido y experimentado. Nos habíamos dado la oportunidad de ver el mundo, las cosas y a las personas, de manera diferente.

Muchas habían bajado la muralla que nos hacía ver indiferentes con el mundo. Y verlas llorando me hizo saber que al volver a casa seríamos un verdadero equipo. Porque nadie se deja ver débil frente al enemigo.

Y nosotros ya no lo seríamos entre nosotras.

Todos se darían cuenta cuando volviéramos.

Algo había cambiado entre nosotras.

 

***

 

-¿Qué están haciendo?

Todas, y esta vez literalmente todas, regresamos a ver a la entrenadora que en la puerta nos observa totalmente anonadada por nuestro comportamiento. Y supongo que vernos tiradas en el suelo y sillones fue lo último que pensó ver en su vida.

Pero aquí estábamos, acostadas viendo a la nada. Bueno, yo no del todo acostada, mitad de mi cuerpo estaba de colgando del sofá. Incluso mi cabeza me empezaba a pedir que me acostara como la gente normal y no de cabeza. Pero me negaba, amaba ver el mundo al revés.

Era loco ver como todo lo que normalmente vemos y no nos atrae en ningún sentido, con otra perspectiva se veía mágico y enloquecedor.

-Estamos de luto-le responde una chica.

Frunce el ceño sin entender.

-¿Luto?

-Sí, al volver nuestra reputación estará más muerta que mi relación con mi ex.

Eso me saca una pequeña sonrisa mientras el resto ríe de manera baja. En todas los colegios hay mujeriegos y coquetas, cornudos y cornudas-y al haber estos significa que hubo alguien que puso los cuernos-Y la relación de aquella chica fue uno de esos casos. Su ex era un completo donjuán y cuando ella lo descubrió lo terminó en menos de un tronar de dedos. Juró nunca volver con él y hasta ahora no ha caído en la tentación. Aun cuando él le busca todo el tiempo.

De cierta manera me recordaba a cierto mellizo que no había visto hacía tiempo. Solo que él y su ex siempre estaban dándose miradas de muerte. Pero eso me recordaba que debía visitarlos o de lo contrario sé que me matarían cuando me vieran.

La entrenadora pone los ojos en blanco y le da un golpecito en la cabeza mientras niega.

-Creí que era algo más serio.

-Lo es-asegura-¿Te imaginas cómo nos comerá la revista estudiantil? Sin ánimos de ofender a quiénes están ahí pero todos querrán bufarse en nuestras caras y no dudarán en tomar cualquier oportunidad.

-Bueno, todas hemos hecho algo malo. Supongo que merecemos recibir la misma mierda que dimos ¿no?-masculla Arlen y me ve fijamente.

Uhm... ¿indirecta? ¿Dónde? No la veo...

Pero si la he oído.

No es necesario esa mirada que grita claramente “¡Qué sepas que lo digo por ti!” Podría molestarme pero tenía razón. Todas habíamos hecho algo en contra de alguien, sea por defender o agredir.

También vengar...

Así que decidí hacer algo que le molestaría aún más.

-Tienes toda la razón-afirmo sonriendo-Hemos cometido errores, y no está mal empezar a aceptar las consecuencias de ellos. Yo no tengo problema con ello.

Miento, sí que me daba miedo que me regresara toda la mierda impulsiva que he hecho en mi vida. Pero si eso me regresaba, esperaba que lo bueno que alguna vez hice también lo hiciera. 

Si hay karma, que este sea justo y equitativo. 

Sus mejillas se sonrojan con fuerza. ¡Vaya! Incluso parece que va a explotar de la rabia. Tal vez bomba Arlen le quedaba genial como apodo.

-No por errar merecen la pena máxima. Nadie puede juzgar los errores de otro-dice la entrenadora-No cuando él o ella también han errado. Si alguien fuera inocente de aquello y nunca hubiera pecado dejándose llevar por los sentimientos...solo ahí sería justo, aunque incluso así, no lo sería por completo. Porque quien no sepa lo que es herir sin intención no podrá comprender cuanto arrepentimiento hay en la persona.




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