Desde aquel día no había sabido nada de ella, no había sabido nada de nadie simplemente me aleje y al ver que nadie vino por mi supe que tome la decisión correcta.
Todo el mundo se creyó con el derecho de juzgarme, de juzgar mi dolor, de yo estaba exagerando, de que solo estaba comportándome como una chica inmadura y que no valía la pena perder una amistad por un hombre.
Yo seguía inmóvil podía observar como unas cuantas personas caminaban junto a nosotras, algunas se detenían para observar aquella situación, me imagino que era algo digno de observar una chica llorando y la otra simplemente ignorando todo.
—Ni tus palabras ni tus lagrimas tienen un valor para mi ahora—hable por fin.
Me miró fijamente, pero yo podía sentir que no existía ningún arrepentimiento en sus palabras, solo eran disculpas de dientes para afuera, solo era una escena absurda para que ella pueda decir que lo intento todo y yo no di nada.
—Ya no estoy con él, no me importan mis sentimientos por él, solo lo que siento por ti—dijo aun llorando.
—Eso ya no me importa en lo absoluto, estuve contigo cuando nadie más lo hizo—me interrumpió.
—¡No Katherine! ¡Katherine! ¡No dejes que unos errores arruinen esto! —decía con la voz entre cortada.
—Yo no arruine nada, tu tomaste tu decisión y tu supiste qué camino tomar—respondí seca.
—¡Eres tan egoísta! —grito y los que pasaban miraron curiosidad.
—¡¿Egoísta yo?! ¡¿Quién fue la zorra que se metió con mi prometido el día de mi boda?!—grite con más fuerza.
Más personas se acumulaban alrededor de nosotras y fue ahí cuando le solté una bofetada, el impacto de mi palma con su mejilla fue muy fuerte, todos me miraban sorprendidos y ella solo se sobaba su mejilla.
—¡Ahora entiendo por qué tu padre tiene otra familia! ¡Debe ser un asco vivir contigo! —grite y regrese al café lo más rápido posible.
Solo pude observar cómo salió corriendo, tapándose su rostro con evidente vergüenza, poco a poco las personas se fueron esparciendo de aquella escena que protagonicé con la que se supone era mi mejor amiga.