Ya casi era la hora de cierra, solo quedaba una persona en el establecimiento así que nos dispusimos a limpiar de una vez.
—¿Estas bien?—pregunto Bobby mientras subía las sillas a las mesas.
—Si—respondí a secas.
El silencio se apodero del lugar, cada quien siguió con sus tareas yo en la barra limpiando todos los utensilios que no nos sirven para elaborar el café y el limpiando las mesas y acomodando las sillas. El ultimo cliente salió del lugar.
—Se lo que paso—soltó al aire.
Quedé sorprendida pero no quería demostrárselo, así que seguí limpiando.
—Lo siento mucho—hablo de nuevo.
—Yo también—dije al fin.
Él se acercó a mí y me pidió que lo acompañara, subimos a la bodega no entendía para que, pero le seguí, movió unas cajas para poder ver una ventana oculta por la cual posteriormente salimos. Nos encontrábamos en el techo del café.
—Te comparto mi lugar secreto, aquí me gusta venir cuando estoy muy agobiado por algo—me miro y sonrió.
Le devolví la sonrisa sin decir nada, podía observar la ciudad desde otra perspectiva, solo unos cuantos automóviles pasaban por ahí al igual que algunas personas. Había un silencio que de alguna forma me traía paz, casi todos los establecimientos se encontraban cerrando, el viento movía las hojas de los arboles y las luces iluminaban a los perros que pasaban corriendo. Después de mucho tiempo, aunque sea por un momento me sentí en paz.
—Sigo sin entender porque no fui lo suficiente para el—dije y pareciera que el silencio de la noche se llevaba mis palabras.
—Jamás debes pensar eso, no fuiste lo suficiente para él, fuiste más, mucho mas de lo que el merecía perdió lo mejor que tenía en su vida y el perdió más que tu—dijo Bobby mirándome directamente.
Las lágrimas comenzaron a brotar y esta vez no quería que se fueran, solo quería que salieran de mí, que todo el dolor se valla, esta vez me permití llorar. Me acurruque en su hombre y él se quedó conmigo hasta que todo lo tenia dentro de mi salió.