Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo, quería pensar que solo era una pesadilla una horrible pesadilla, estaba inmóvil y sentía un gran agujero donde se supone que estaba mi corazón.
“¿Se puede morir de amor?” pensé, porque esto dolía tanto físico como emocionalmente, sentía como si alguien estuviera presionado mi corazón como si alguien quisiera arrancarlo de mí, como si alguien me quisiera ver desangrada por mi corazón roto.
No sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar, quería salir de ahí, pero al mismo tiempo quería quedarme, quería saber si tan poco era lo que valía para ellos, si todo lo que compartimos fue una mentira si cuando él me decía me que amaba pensaba en ella, que si cuando ella me decía que me quería pensaba en él.
¿No soy lo suficiente buena? ¿Ella es más bonita, más inteligente o que tiene que yo no? ¿Por qué no me dejaste antes? ¿Se están burlando de mí? ¿Desde cuándo están juntos? Eran demasiadas preguntas que rondaban por mi cabeza, pero no podía encontrar respuesta a ninguna de ellas.
Mis lágrimas comenzaron a brotar y sabía que ahora no habría nadie para limpiarlas, que no habría nadie para decirme que todo estaría bien que solo era un mal día y que todo mejoraría para mañana.
No podía controlar mi llanto pero ¿Cómo podría? Si sentía que me desgarraban por dentro, si había perdido al que considere el amor de mi vida y a mi amiga que considere como una hermana, todo eso estaba perdido y fue de un momento a otro, pero lo peor es que lo perdí el día que se supone que sería uno de los mejores de mi vida.
Ellos seguían ahí, besando, declarándose su amor sin notar mi presencia, sin darse cuenta en lo que me han convertido, sin saber que el daño que me aun causado podría ser irreversible, pero en el fondo si sabían, lo sabían perfectamente y no tenían el valor para decírmelo en la cara, solo era un par de cobardes esa era la razón por la cual se escaparían.
—¿Pude sostener para siempre y no hubiera bastado verdad Jonatán?—pronuncié mientras irrumpía en la habitación.