Su apartamento se encontraba algo lejos de la ciudad, aquel en el que ambos nos escondíamos cuando no queríamos compartir el mundo con nadie más.
El abrió la puerta y me dejo pasar de primero, todo se me hacia tan conocido y tan desconocido al mismo tiempo, le había hecho algunos cambios, pero la esencia del lugar seguía ahí.
Sin invitación, acomode mi cuerpo en el gran sofá color café, el se fue a la cocina para después regresar con una botella de vino y dos copas.
—Se que quizás te has cansado de escucharlo, pero tengo de decirlo de nuevo—dio un pequeño suspiro—luces hermosa esta noche.
Solo le sonreí y tomé la copa de vino que ya encontraba lista.
—Me lo dicen mucho—dije para molestarlo.
Su mirada cambio, se puso tensa.
—Es normal supongo—dio otro suspiro—cualquiera quedaría maravillado por tu belleza, pero creo que tu belleza es lo menos impresionante de ti.
Gracias por subirme el ego pensé.
—¿Y qué es lo más impresionante de mí?—pregunte algo curiosa pero con un tono de burla.
—Tu capacidad de amar—hablo de inmediato—Cualquier persona que haya tenido la dicha de tener un poco de ese amor ha sido bendecido de manera incalculable.
Se me formo un nudo en la garganta ¿La broma se me había devuelto? ¿O por qué demonios me estaba diciendo esas cosas?
—No todos se sienten de esa manera o al menos eso creo—hubo un pequeño silencio—Quise mucho a las personas equivocadas y ahora no se querer a las correctas.
Se quedo mirando la copa de vino que se encontraba en sus manos.
—Que estúpidas esas personas que no supieron valorarte—dio un pequeño sorbo al vino—Lo digo en enserio, que estúpidas y aun mas el hombre que te rompió el corazón.
Baje la mirada y me quede en silencio, estaba tratando de entender todo lo que estaba pasando en esta habitación.
—Fue un idiota y si te contara de qué manera lo rompió lo odiarías—dije soltando una pequeña risa con un toque de sarcasmo.
—Creo que sí lo odiaría, si lo tuviera enfrente de seguro lo golpearía—se rió conmigo—Créeme sí lo odio.
—Yo también lo odio—dije aun con la mirada fija en el suelo.
Un silencio se apodero del lugar y ninguno de los dos se miraba.
—Odio decir esto, pero creo que esta noche fue un error—me levante del sofá.
Solo logre avanzar unos cuantos pasos y el me detuvo al tomar mi mano.
—Quédate—susurro—Quédate por favor.
Y sin previo aviso sus labios toparon con los míos, lo empujé y le dio una bofetada lo mas fuerte que pude.
—Katherine yo…—me miró fijamente—lo siento.
—Jonathan yo…—no pude terminar de hablar y me lancé.
Ahora era yo la que le robaba un beso, no podía pensar con claridad el solo me respondió el beso y deslizo lentamente su mano por mi espalda hasta llegar a mi cadera, aquella posición que tomamos muchas veces, aquella posición que me decía “Te tengo”
Mi mente volaba, mi corazón latía al mil por hora y mis manos parecían tener mente propia, temblando le desabroché la camisa como pude para poder tocar su abdomen, el me jalo con fuerza hacia él, continuábamos besándonos y ahora el era quien me desabrochaba el vestido.
Sus manos frías ahora estaban en contacto con mi espalda completamente desnuda, si saber cómo ya nos encontrábamos en su habitación y ahí como en otras ocasiones me hizo suya una vez más.