Aquel amor que casi me llegó a matar

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La campana de la puerta sonó y nosotros irrumpimos en el lugar, para nuestra suerte no había ningún cliente.

—Ya estamos por cerrar…—hablo Bobby, pero paro de golpe.

—Quise venir al único lugar de la ciudad donde se que una taza puede hacer mucho por un corazón—hablé con miedo—Solo que ahora no es para mí.

—Eso veo, parece que esta ciudad tiene un serio problema con las mujeres hermosas que deciden entregarse al amor—hablo en voz baja—Pero es bueno que sepan que siempre y a todas horas que las tazas de café siempre estarán disponibles para tratar de sanar ese corazón.

—Se que siempre estarán disponibles, pero creo que ya no soy lo suficiente para que me ofrezcan esas tazas—susurre mientras bajaba la mirada.

Sabia a que se refería toda esa metáfora de las tazas, pensé que estaría molesto después de todo el tiempo que pasamos sin vernos, pensé que después de aquella noche ya no quería saber nada de mí. No tanto por el, sino porque sé que soy una carga para todos y más para el que me acompaño en todo un proceso que no he aprendido a cerrar.

—¿Y quien es esta bella señorita?—se acercó a Larisa y le ofreció  un abrazo que ella de inmediato acepto—Estarás bien cariño, aquí nadie te lastimará.

Sus lagrimas de nuevo comenzaron a brotar ¿Y cómo no llorar cuando tienes el alma rota? ¿Y cómo no llorar cuando aquel que te tomo solo fue para dejarte caer? ¿Y cómo no llorar cuando el día más feliz de tu vida se vuelve el más duro y más triste? ¿Y cómo no llorar cuando no fuiste lo suficiente para la persona que creíste que sería el amor de tu vida?

—Prepare un poco de café—en el lugar solo se escuchaban los sollozos de Larisa.

Me dirigí a la puerta, coloque el letrero de cerrado, Bobby llevo a Larisa a uno de los sillones y delicadamente el le secaba las lágrimas.

Era imposible no identificarme con aquella escena, si las paredes del café pudieran hablar dirían cuantas lagrimas mías se han derramado aquí.

Me acerque con las tazas de café en una bandeja y los coloque en la mesa enfrente de ellos.

—Los para siempre son mucho más fáciles de decir que de cumplirlos—ella dio un pequeño suspiro—Quizás fue mi persona correcta en el tiempo equivocado.

—Quizás si o quizás no, quizás algo mejor te está esperando ahí afuera—Bobby hizo una pausa—A veces tienes que perderlo todo para realmente encontrar tu verdadero para siempre en esta vida.

Ella solo bajo la mirada y una vez más las lágrimas salían una por una tratando de sanar el dolor de su alma.

—Creo firmemente en lo que dice Bobby quizás algo mejor te está esperando ahí afuera y quizás ese algo no sea un alguien, quizás ese algo mejor que te esta esperando es encontrarte a ti misma—yo le sonríe mientras mis propias palabras me presionaban el corazón.

—Entrégate a tu tristeza, vívela, llórala, entiéndela y hónrala, pero jamás dejes que tu tristeza se apodere de tu vida—el la tomo de las manos—Jamás dejes que tu tristeza te haga olvidar que eres importante y eres un ser que se merece todo el amor del mundo.  

Ella solo sonrió, pidió que nos acercáramos a ella, nosotros por impulso la rodeamos con nuestros brazos, ella lloraba mientras las tazas de café se enfriaban.

Ella lloro y lloro hasta el punto de que alguien puede llorar por alguien.

Ella se libero de todo lo que pesaba esa noche y sabia que el camino aun era muy largo, pero se podía sanar.

Ella se quedó ahí en el café toda la noche y nosotros la acompañamos recogiendo cada pedazo de ese corazón para empezar a armarlo de nuevo con el comienzo de un nuevo día.




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