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No había tenía mucha comunicación con Bobby desde hace algunas semanas, tres para ser exactos, lo ayudo con lo más que pueda, ya hemos visto las invitaciones, el tipo de vestido que usaran sus damas, es casi inevitable que todo esto se me torne un poco nostálgico, pero es ese tipo de nostalgia que duele.

Lo he sabido controlar de alguna forma, aunque yo sé que mis acciones de defensas no son del todo correctas, cuando ese sentimiento de nostalgia o de tristeza siento que se apoderara de mí, simplemente huyo, le doy una excusa a Bobby y me escapo de la situación.

No me malinterprete, estoy muy feliz por él, por ver que tendrá lo que se merece, que el sí tendrá su final feliz.

Es que estar aquí solo me recuerda lo que yo perdí.

Deje de sobre pensar las cosas y me enfoque en mi camino, este sería el tercer encuentro con Larisa, era un día tranquilo en la ciudad, el calor era el mismo de siempre, aunque por momentos la brisa da un poco de alivio.

En la esquina de la heladería vi a Larisa portando un vestido floreado acompañado de un sombrero de playa, su cabello oscuro se ondulaba con el viento.

—¡Katherine!—salto de su asiento y me abrazo con fuerza—Siempre es un gusto ver otra vez.

—Igual siempre es un gusto volver a verte—yo también la abrace con fuerza.

Las dos nos sentamos, ella ya se encontraba comiendo un helado de coco, yo pedí lo mismo y en unos momentos ya lo tenía conmigo.

—¿Cansada?—pregunto mientras probaba su helado—Te noto algo perdida.   

—Cansada no sé, algo perdida quizás si—una pequeña risa salió de mi—Todo lo de la boda de Bobby.

—Siento que yo no podría estar viendo todo eso después de lo que viví—ella me tomo de la mano—Pero ver todo lo que haces por Bobby me demuestra que el amor si existe.

—Quiero mucho a ese hombre como no tienes una idea—apreté su mano con fuerza—Aunque si, esto se me hace muy cansado.

—Yo lo sé, pero ambas sabemos que valdrá mucho la pena—ella sonrió de oreja a oreja.

Ya habíamos terminado ambas los helados así que decidimos recorrer las calles principales de nuestra ciudad.

 —¿Te puedo pedir un consejo?—las facciones de su rostro cambiaron de inmediato.

—Toda la vida—simplemente le sonríe.

—Alejo volvió a buscarme—su voz cambio, aun le dolía pronunciar ese nombre—El volvió, pero yo ya no se creer.

—¿Volvió a que exactamente?—pregunte sumamente confundida—Pero aquí creo que no importa que es lo que él quiera ni lo que el necesite, aquí lo que realmente importa es lo que tú necesitas y lo que es sano para ti.

Ella se quedó en silencio, estaba pensado, ya podía reconocer esa cara, solo seguimos caminando.

—Quiero amarme a mí y no regresar a un lugar donde solo soy importante cuando él se sienta triste, aburrido o solo—su voz se quebró—Eso es lo importante para mí, poder amarme de verdad.

—Ahí tienes tu respuesta Larisa y sé que eres lo suficiente valiente para ir tras ello—la abrace con fuerza—Y las lágrimas jamás estarán mal, este proceso será duro pero el resultado será maravilloso.

 —Quizás ahora no lo entiendo, pero creo que todo esto es lo que realmente necesitaba—ella respondió a mi abrazo—Después de que pase la tormenta yo volare libre y llegare tan alto, llegare a lugares donde jamás pensé llegar.

—Así es querida, mientras ese momento llegue yo estaré aquí para ayudarte cuando sientas que la vida pesa demasiado y no sabes por donde ir—aun seguíamos abrazadas.

—Pero no todo fue malo, porque gracias a eso te encontré—ella no dejaba de sonreír

—Nos encontramos en el momento preciso y eso valió cada pedazo de nuestros corazones rotos—la tome de la mano y ambas seguimos caminado.

El viento nos rosaba los rostros, nuestras manos entrelazadas fuertemente y ese momento me hizo sentir que soy lo suficiente, que soy imparable, que soy poderosa.

Y que cualquier situación no será nada si yo sigo creyendo en mí.

Nota del autor: 50 capítulos ya publicados ¿Ya estás listo para el final de esta historia? ¿Ya estás listo para decirle adiós a Katherine?