No había tenido noticas de Jonathan desde nuestro fugaz encuentro en el hospital, regrese de la playa con Bobby el cual se había convertido en uno de los mejores fin de semana de mi vida, desde ahí mis días transcurrían normales pero muy ajetreados por todas las situaciones que tenía que resolver con la boda en puerta y con mi mudanza a Madrid.
Parecía que sería un día como cualquier otro, mi hogar se encontraba hecho un desastre, había cajas por todas partes, ropa por todas partes, estaba separando que dejar y que llevar a mi nueva vida.
Me quedo inmóvil un momento contemplando todo los cambios que están por llegar a mi vida, y una profunda nostalgia invadía cada fibra de mi cuerpo, un escalofrío recorría toda mi espalda y una pequeña lagrima se deslizaba por mi mejilla.
Y de la nada esos pequeños ruidos afuera de mi hogar se hicieron presentes una vez más, eso me daba indicios de que Jonathan aún no se daba por vencido, pareciera que aún se mantenía algo de nuestra conexión ya llego en un momento crucial, supongo que era mi oportunidad o más bien era nuestra oportunidad de cerrar lo que una vez fuimos para siempre.
Salí a la puerta de mi hogar y ahí se encontraba sonriéndome como si lo nuestro aún no se había acabado, estaba justo frente a mí, con ese traje color gris que tanto me gustaba y un ramo de rosas rojas.
Verlo ahí movió muchas fibras dentro de mí, supongo que el amor es así, nunca podrás decir que has olvidado a una persona hasta que se lo tienes que decir a la cara.
—Te vez hermosa—su sonrisa seguía intacta—Muy hermosa.
—Me siento Hermosa, creo que eso hace la diferencia—un pequeño suspiro detuvo mis palabras— ¿Qué haces aquí?
—Te dije que no me rendiría tan fácil—comenzaba a acercarse a mí—Aun hay oportunidad de que lo nuestro funcione.
—Ya no hay nada entre nosotros Jonathan, nada—cerré por un pequeño momento mis ojos y tome mucho aire— ¿Qué tan miserable debo ser, que tan infeliz debo ser para que tu estés bien?
Al parecer mi cuestionamiento le afecto, la sonrisa poco a poco fue desapareciendo de su rostro, ahora el viento nos azotaba con algo de fuerza y el cielo poco a poco se tornaba gris.
—Kat yo no quiero que tú seas infeliz, yo solo quiero que luchemos por recuperar lo que un día fuimos—la sonrisa había desaparecido por completo—Eres lo mejor que alguna vez fue mío.
—¡Ya Basta! ¡Ya es suficiente!—le grite con todas mis fuerzas—Tu no me amabas, tu solo amabas lo que yo representaba en tu vida, solo me querías para llenar tu soledad, tu solo querías a alguien que te sostuviera y te dijera que todo estaría bien.
No respondía a mis palabras y algunas gotas de lluvia comenzaron a caer.
—¡¿Pero quién va a cuidar de mí?! ¡¿Quién me diría a mí que todo estaría bien?!—mis gritos ahora eran acompañados de algunas lágrimas—Tu no me amabas, solo amabas la idea de cómo creíste que iba a hacer nuestra vida.
—Katherine yo te amo a ti, no a lo que representas y sé que falle pero…—lo detuve de inmediato.
—¡¿Pero qué?! ¡¿Ahora cual va hacer tu maldita excusa?!—las lágrimas seguían deslizándose lentamente por mis mejillas—Que me dirás ahora, que no eres lo suficiente para mí, que no me mereces, que antes no estabas bien que tenías muchas dudas e inseguridades en tu cabeza y en tu corazón, pero ahora estás listo para que lo intentemos de verdad, eso es pura mierda porque la realidad es que…la realidad es que eres un cobarde.
La lluvia se intensifico, el viento era frio y golpeaba con intensidad cada rincón del lugar, poco a poco los dos nos íbamos empapando con las fuertes gotas de agua pero eso era algo sin importancia ahora.
—Jamás quise decepcionarte pero ya no soy aquel hombre de cuál te rompió el corazón—las gotas de lluvia se deslizaban con brusquedad en su rostro—Te prometo que ya no voy a lastimarte.
—Ni yo soy la mujer de la que te enamoraste, si a eso se lo puede llamar amor—la lluvia hacia que mi llanto se disimulara—Uno no destruye a quien ama, si aun con todo lo que paso dices que amaste con todas tus fuerzas…tu nunca me amaste en realidad.
—No puedo dejarte ir, no estoy listo para perderte para siempre—comenzó a caminar hacia a mí—No puedo vivir sin ti.
La lluvia no cesaba, de lo contrario parecía que a cada momento se hacía más fuerte, lo dos ya nos encontrábamos completamos empapados.
—Eso lo hubieras pensado antes de romperme el corazón—una pequeña pausa y después un suspiro—No tienes el valor de ponerle punto final a todo esto, quieres que sea yo la que busque la salida a todo esto, ya es momento para que nos digamos adiós.
—Eso es mentira yo…—su voz comenzó a subir de tono— ¡¿Quién te va amar ahora Katherine?! ¡¿Quién te va a cuidar ahora?! ¡Yo soy el único que lo puede hacer!
La lluvia aun golpeaba con fuerza cada centímetro de mi cuerpo, mi rostro sin expresión no podía transmitir todo los pensamientos que esas palabras habían desecando en mi mente.
El amor es un arma muy poderosa que en ocasiones nos ciega tanto y no podemos ver realmente como es hasta que la última pizca de ese amor desparece, no todo fue malo, nada en la vida puede ser completamente malo pero creo que uno se aferra tanto a lo que vivió, a lo que siento, a lo bien que paso que no puede ver que ya no queda nada de lo que un día hubo.