R a f a e l
La mujer que más amaba en el mundo se encontraba de frente a mí, sin embargo, no podía tocarla, ni tomarla, mucho menos besarla mientras le decía cuanto la amaba, ya que para ella mi simple presencia representaba una traición, su mirada me decía que tenerme cerca solo era motivo de dolor. Con una pequeña cuchara dorada revolvía el café que hace unos pocos minutos un amable joven trajo para nosotros.
Frunció su ceño de tal manera que me invitaba a hablar, dio el primer sorbo de su bebida mientras mi mente seguía trabajando a toda prisa preguntándose por donde era mejor comenzar, desde el comienzo de mi calvario o de lo poco que ella llego a conocer en aquella trágica noche.
—Lo siento, de verdad siento mucho lo que paso—mi boca articulo aquellas palabras sin querer, pero al ver su expresión me dio gusto que las pudiera oír. Sus ojos se abrieron como grandes platos, la taza que tenía entre sus manos tembló un par de veces y de la comisura de sus ojos podía jurar que una pequeña lagrima comenzó a formarse, pero rápidamente y con elegancia la hizo desaparecer—De verdad lamento que por mi culpa hayas resultado herida de tal forma.
Un silencio se hizo presente entre nosotros, dolía que ahora estos momentos en donde ninguno de los dos hablaba significaran una tortura para ambos, como una señal de que lo que tuvimos se encontraba agonizando, como si los momentos en donde disfrutábamos de nuestra simple compañía hubieran sido hace mucho tiempo atrás.
—¿Aún la amas?—pregunto como un susurro—¿Aun amas a Rebeca?—note que le daba cierto trabajo pronunciar ese nombre, no la culpaba yo por años hice como si no existiera esa persona—¿La llegaste a amar como a mí?
Mientras me armaba de algo de valor para responderle, me detuve unos cuantos segundos a observar a mi amada, parecía que en estos últimos días los años se le hubieran venido encima, tenía más marcada las ojeras como si no hubiera podido dormir bien desde aquella noche, un dolor en mi pecho se hizo presente al darme cuenta que yo era el causante de su declive, me pregunte si en las noches no podía conciliar el sueño preguntándose que hizo mal, la tristeza me embargo ya que es un sentimiento que conozco bien, la duda de saber si el final fue a causa de que no fuiste lo suficiente. Lo único que quería en ese momento era rodearla en mis brazos para decirle que no, que nada de lo que paso fue culpa suya.
De igual forma la dulzura de su voz se había ido también, ya no había rastro de aquella melodía que lograba tranquilizarme con un simple hola, sin previo aviso volvió a hablar rompiendo mis pensamientos acerca de ella.
—No me mires así—pidió firme—No me mires como si fuera una herramienta quebrada, sigo siendo yo.
Una fugaz sonrisa de orgullo se posó en mi rostro, que rápidamente borre por temor a que ella la malinterpretara, a pesar de todo lo que paso ella seguía de pie como un firme árbol, me parecía imposible no quererle aún más con toda esa actitud. A pesar del dolor seguía de pie, al parecer yo la necesitaba más a ella que ella a mí. Porque, aunque ella no lo crea estoy completa e irrevocablemente enamorado de ella.
—Lo se y eso es lo que más…—suspire, moría de ganas de decirle que eso era lo que más de ella, pero quizás no era el momento—Eso es lo que más admiro de ti.
No respondió a mi tonto halago, no la culpa, era completamente entendible si no me dirigía la palabra nunca más, sabía que el hecho de que accediera a tener esta conversación, el hecho de que accediera a tomar este café era un privilegio. Me hecho una mirada intensa dándome a entender que no había respondido a sus preguntas.
—No—respondí a secas—Ya no la amo, ya no más. Hace mucho tiempo incluso que deje de tan siquiera quererla—otro silencio se hizo presente, su mirada detono una decepción al esperar tanto tiempo por la respuesta de su última pregunta, pero no quería lastimarla por lo que estaba haciendo un trabajo interno para ser honesto, por que en esos momentos era lo único que quería entregarle era honestidad—La quise mucho, al final de cuentas por ello me case con ella—Kath bajo la mirada rápidamente como si estuviera buscando el evitar mis ojo mientras confesaba de lo que se trató mi vida oculta—Pero la verdad es que jamás he amado con la locura que te amo a ti. No creo haber amado, ni volver a amar como lo hice contigo.
Quería ver su expresión, quería ver que me revelarían sus ojos ante mis palabras, pero lo más importante es que necesitaba saber si me creía aún en mis palabras, si para ella tenía algún valor todo lo que pudiera decir. Seguía sin mirarme mientras juagaba con la chuchara dentro de su taza de café supongo que tenía encontrarle algún tipo de sentido o un porque a todo lo que había pasado.
—Entonces si era tanto tu amor por mi…—el sonido de unas cuerdas de guitara se hicieron presentes en medio de nuestra conversación, el ruido de la música no era intenso, incluso podía decir que era demasiado tranquilo por lo que podía escuchar a Kath si ningún tipo de problema—Si es cierto que me querías con locura ¿Por qué mentiste?
Podía sentir el dolor en cada una de sus palabras, pero nada de comparaba con la última pregunta, estaba sufriendo eso era algo obvio, pero había algo diferente en ella, era como si estuviera perdida en algún tipo de limbo.
—Jamás quise mentirte, solo que no pensé que en algún punto me volvería a enamorar, pensé que el amor ya no era para mí, pensé que yo ya había pasado de todo eso, pero el día que te encontré algo cambio dentro de mí. Quizás suene demasiado estúpido, pero estoy seguro de que me enamore desde el primer momento que te vi—el acorde de la guitara seguía tocando una hermosa melodía, algo me decía que esta noche sería un especial de canciones melancólicas, algo que no era bueno para ninguno de los dos—El único problema es que fui un tonto que pensó que podía dejar tan fácil su pasado atrás, debido dejar ir todo, tenía que ponerle un final a absolutamente todo antes de intentar comenzar algo contigo. Se que fue un completo error no hacer las cosas bien desde el principio, solo que mi amor por ti no me dejo pensar con claridad.