Aquel invierno de Londres

Capítulo 28: Inseguridad.

Era una tarde cualquiera, pero el aire fresco del otoño ya se sentía en Londres. En la casa de Harry, el ambiente estaba lleno de risas, charlas cruzadas y esa energía espontánea que solo se logra cuando estás rodeada de amigos que, de alguna manera, son tu familia.

Estábamos los cinco. Sin planearlo, terminamos juntos, compartiendo un té, hablando de cosas simples y otras un poco más serias también. Era uno de esos momentos en los que podías simplemente ser, sin pretensiones ni máscaras.

De repente, mi teléfono vibró en el bolsillo. El nombre de Nick apareció en la pantalla y un nudo me subió al pecho. Abrí el mensaje con cuidado, como si temiera romper algo frágil dentro de mí.

“Hola, Liv. Quería contarte cómo van las cosas aqui. Van bien, pero ha sido un poco complicado adaptarme del todo. Conocí a alguien, se llama Sophie y se podría decir que es como una amiga. Es buena y divertida, me ayuda a seguir adelante, aunque no es lo mismo que estar contigo. Espero que estés bien.”

Leí esas palabras una y otra vez. Algo extraño me recorrió el cuerpo cuando mencionó a Sophie. No era celos, ni rabia, sino una mezcla de tristeza y miedo. Miedo de perder lo que teníamos, miedo de que alguien más empezara a ocupar el lugar que sentía tan mío.

Me quedé mirando la pantalla unos segundos más, dudando un poco sobre qué decir. No quería sonar distante, pero tampoco podía pretender que no sentía nada. Respiré profundo, como si con eso pudiera ordenar mejor las palabras.

Le respondí con cuidado, tratando de esconder ese temblor interno, porque sabía que, aunque la distancia y el tiempo hicieran lo suyo, todavía había algo muy real y muy nuestro latiendo entre nosotros.

"Hola, Nick. Me alegra saber que estás bien. Imagino que adaptarse debe ser todo un proceso, pero estoy segura de que vas a lograrlo... siempre creí en ti. Gracias por contarme sobre Sophie. Me alegra que hayas encontrado a alguien allí con quien conectar, con quien hablar. Yo estoy bien, o por lo menos tratando de estarlo. Te extraño, pero trato de concentrarme en lo que tengo aquí. El otoño en Londres siempre me pone un poco más nostálgica de lo normal."

Leí el mensaje una vez más. Era honesto, pero medido. No decía más de lo que podía sostener, pero tampoco menos de lo que sentía. Lo envié.
Dejé el celular a un lado y me quedé en silencio, como si esperara que algo cambiara, aunque sabía que no iba a pasar nada inmediato. Afuera, el viento movía las hojas secas con esa calma típica del otoño. Dentro de mí, también algo se estaba moviendo, lentamente.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Emily, que se acercó con una taza de té en las manos.

Asentí con una sonrisa suave, aunque ella me miró como si supiera que había algo más detrás. Emily sin dudas se estaba volviendo una parte importante en mi vida. No insistió. Simplemente se sentó a mi lado en el sofá y me pasó la taza caliente. El aroma a canela me reconfortó más de lo que esperaba.

Del otro lado del living, Sam y Charlie discutían sobre una banda nueva que Charlie había descubierto y que, según ella, iba a cambiar su vida. Harry, por su parte, estaba tirado en una alfombra con su guitarra nueva, probando acordes sueltos sin mucho rumbo.

La casa estaba cálida, iluminada por algunas luces tenues que colgaban en las paredes y por el fuego bajo que crepitaba en la chimenea. Afuera, el otoño seguía pintando las calles con tonos ocres y dorados. Adentro, la risa de mis amigos me envolvía y, por un momento, el mensaje de Nick parecía lejano.

—¿Qué tal si pedimos comida china? —propuso Sam, girándose hacia nosotros—. Siento que este clima pide algo picante.

—Solo si esta vez no pides ese plato que te deja llorando a los cinco minutos —bromeó Emily, levantando una ceja.

—Eso fue una vez —respondió ella, ofendida en tono de broma—. Una sola vez.

Reímos todos, incluso yo, y por primera vez en semanas me sentí ligera. Como si, por unos minutos, pudiera soltar todo lo que venía cargando.

Mientras elegíamos qué pedir, me apoyé contra el respaldo del sofá y observé a mis amigos con algo de ternura. Porque aunque había cosas que dolían, también había muchas que sanaban. Y esa noche, ellos eran parte de eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.