Aquel invierno de Londres

Capítulo 31: Una cita, de nuevo.

Había algo especial en volver a ese lugar. Abbey Road. Las paredes seguían decoradas con cuadros desordenados, las tazas seguían siendo todas diferentes, y la música suave seguía flotando en el aire, como un susurro cálido. Siempre había sido mi café favorito, pero hoy… hoy se sentía distinto. Porque esta vez, él estaba de nuevo frente a mí.

Nick sonreía como si el tiempo no hubiese pasado, aunque en realidad habían pasado muchos días. Demasiados. Tenía los ojos un poco más cansados, tal vez por los meses agitados, pero seguían siendo los mismos que me miraban con calma. Con esa mezcla de ternura y complicidad que solo él sabía transmitir.

—¿Recuerdas aquella vez que pediste un café con leche y te trajeron uno negro bien cargado? —le dije, riendo, mientras jugaba con la servilleta entre los dedos.

—Y aún así me lo tomé para no incomodar al camarero —rió también, mirándome como si ese recuerdo le removiera algo en el pecho—. Extrañaba esto.

Yo también lo extrañaba. Lo pensé, pero no lo dije. A veces, las palabras sobran cuando las miradas lo dicen todo.

Había algo en esa cita que se sentía suave. No perfecta, no idealizada… pero real. Como si, después de tanto tiempo, nuestros silencios se entendieran mejor que antes. Como si cada pequeño gesto —su mano rozando la mía por debajo de la mesa, su risa cuando comenté que el azúcar no endulzaba lo suficiente— tuviera un peso distinto. Uno que antes no tenía.

Lo observé unos segundos más, mientras me contaba cómo había cambiado todo en Los Ángeles, sus proyectos, lo mucho que le costaba dormir sin mis mensajes durante las primeras semanas. Y entonces lo supe.

Estar con Nick era volver a respirar con tranquilidad.

Y aunque todavía quedaban muchas conversaciones por tener, aunque los dos seguíamos guardando preguntas, miedos y dudas… en ese instante, con una taza entre mis manos y su mirada sosteniéndome, sentí que el mundo se detenía.

Habíamos vuelto. Tal vez no desde el mismo punto de partida, pero sí con el mismo corazón.

Habíamos terminado el primer té, y él jugaba con la cucharita, girándola en el plato, como si necesitara distraerse antes de hablar. Lo conocía bien. Sabía cuándo algo le estaba dando vueltas en la cabeza.

—No te he contado todo lo que pasó en Los Ángeles —dijo, bajando un poco la voz
—. Al principio fue todo muy rápido. Reuniones, contratos, planes con la discográfica… pero hubo un momento en que me frené. No estaba seguro de nada.

Me quedé en silencio, escuchando. A veces Nick necesitaba ese espacio, decir las cosas en sus tiempos.

—Sentía que estaba forzándome a seguir un camino que todavía no estaba listo para tomar. Así que decidí parar. Ponerlo en pausa. Pensar mejor qué quería.

Lo miré y asentí suavemente. Había madurado, eso era evidente. Ya no se dejaba llevar solo por la emoción del momento.

—En medio de todo eso… conocí a Sophie.

El nombre salió casi con naturalidad, pero sentí una pequeña punzada en el pecho. Nada fuerte, solo una incomodidad leve que no supe explicar.

—Nos conocimos en una clase de ensayo. Ella está muy metida en temas de arte, proyectos comunitarios... Tiene una forma distinta de ver las cosas. Me ayudó mucho en un momento en que me sentía bastante perdido.

Bajé la mirada. Escucharlo hablar así, tan tranquilo, tan seguro, me hacía sentir muchas cosas al mismo tiempo. Me alegra que haya tenido a alguien allí, pero al mismo tiempo, era inevitable ese nudo extraño en la garganta.

—Me contó que va a pasar las fiestas aquí en Londres. La ciudad le gustó mucho… y bueno, ya conoció a todos.

Asentí con una sonrisa breve. El té seguía tibio en mis manos, y afuera las luces del invierno londinense empezaban a encenderse temprano, como cada diciembre.

—Estar aquí me hace bien. Tu también —agregó, mirándome fijo.

No le respondí enseguida. Solo lo observé. En sus ojos había algo que no había cambiado. Una sinceridad que, a pesar del tiempo y la distancia, seguía intacta. Y en silencio, supe que eso todavía significaba algo.

Me tomé un segundo. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Él me miraba como si esperara que dijera algo que hiciera todo encajar, pero no era tan simple.

—No sé qué me pasa cada vez que te tengo enfrente —empecé, bajando la mirada al café—. Me siento como si nunca te hubieras ido, y al mismo tiempo, como si hubieras estado a millones de kilómetros por años.

Tragué saliva. Sentía el pecho apretado, pero no de dolor, sino de ese tipo de emoción que no sabés si guardar o soltar.

—Me alegró saber de ti todos estos meses, aunque hayan sido menos mensajes con el tiempo. Me hacía bien saber que estabas cumpliendo lo que soñabas… aunque yo no estuviera ahí para verlo.

Levanté la mirada. Él me escuchaba sin decir una palabra, sin interrumpirme, con esa calma que a veces dolía.

—Y ahora estás aquí. Y me dices que decidiste esperar. Que necesitas pensarlo mejor. Que Sophie… —hice una pausa breve— te ayudó en todo eso.

No había enojo en mi voz. Solo sinceridad.

—Pero yo también cambié, Nick. No soy la misma Olivia de hace unos meses. Sigo siendo yo, sí, pero aprendí a estar sin ti. Y no sé si eso es algo bueno o algo que me duele decir, pero es la verdad.

Me pasé una mano por el pelo, ese gesto que hacía siempre cuando no sabía cómo seguir.

—No sé qué somos ahora. Pero lo que sí sé es que todavía me importas… y eso no cambió.

Me quedé ahí, mirándolo. No había más que agregar. Todo lo que sentía, lo había dicho.

Y ahora, todo dependía de lo que él eligiera hacer con eso.

El silencio entre nosotros era casi imposible de ignorar. No era incómodo, pero estaba cargado de todo lo que ninguno se animaba a decir. Las voces suaves de otras mesas, el sonido de las tazas y platos... todo seguía su curso, menos nosotros. Sentía que el tiempo se había detenido.

Nick me miraba con una expresión que no le conocía. Una mezcla de duda, cansancio y algo más profundo. Respiró hondo antes de hablar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.