Aquel invierno de Londres

Capítulo 33: A la sombra de una tarde.

Había pasado una semana desde aquella cita en la cafetería con Nick Y no podía sacarme de la cabeza la charla que tuvimos. Cómo cada palabra parecía conectar con algo profundo dentro de mí.

Había extrañado mucho su voz, sus gestos, la forma en que me miraba, y aunque el tiempo había pasado, esa sensación no hacía más que crecer aunque aún habían cosas que dolían.

Hoy el cielo estaba cubierto de nubes grises, de esas que no anuncian tormenta, pero apagan la luz del día. Era domingo, y por primera vez en mucho tiempo, todos parecían ocupados. Charlie tenía que estudiar, Harry estaba con su familia, Sam había viajado con su madre, y Nick dijo que simplemente no podía.

Emily me escribió un mensaje corto:
"¿Quieres venir a casa? Hice galletas. Podemos escuchar música y hablar un rato."

Dije que sí sin pensarlo demasiado. Hacía tiempo que quería compartir un momento a solas con ella. No porque sintiera que lo necesitaba, sino porque, en el fondo, sabía que lo quería.

Su patio era como un pequeño refugio. Lleno de plantas, macetas desordenadas y una radio antigua que sonaba bajito. Frank Sinatra flotaba en el aire, con esa voz cálida que parecía llenar los silencios de manera perfecta.

Nos sentamos en una manta, cada una con una taza de té entre las manos. Las galletas aún estaban tibias.

—Me alegra que hayas venido —dijo Emily, después de unos minutos en silencio.

Asentí con una sonrisa.
—Me alegra estar acá. Hace bien, estar tranquila... contigo.

Ella tomó un sorbo de su té y me miró.
—¿Sabes? Me gusta lo que pasó entre nosotras. Nos hicimos cercanas sin darnos cuenta.

—Yo igual lo siento así —respondí con sinceridad—. Al principio me parecías difícil de leer, pero... ahora siento que te conozco de verdad.

Emily sonrió, esa sonrisa suave que casi siempre estaba teñida de cierta melancolía.

—Me cuesta confiar. Pero contigo fue distinto. Hay algo en ti que... transmite paz.
Me sorprendió. No sabía que alguien podía verme así.

—Gracias —susurré, conmovida—. A veces siento que me esfuerzo por estar bien, por no romperme. Y es bueno saber que, al menos para alguien, logro transmitir algo bueno.

Se quedó callada unos segundos, jugando con una ramita entre los dedos.

—Nick está feliz contigo, ¿sabes? Nunca lo había visto así. Y eso me hace feliz a mí también.

Me temblaron un poco los dedos. No me lo esperaba. Ni la frase, ni la seguridad con la que lo dijo.

—¿En serio?

Asintió, sin mirarme directamente.
—Lo conozco bien. Sé cómo era antes, sé cuánto le costó volver a abrirse. Pero contigo... contigo es distinto. No es solo que te quiera, Olivia. Es que te necesita.

Sentí una presión en el pecho. Una mezcla de emoción y miedo. Porque cuando alguien te necesita, también te deja ver todas sus grietas.

—Yo también lo quiero mucho. A veces me asusta sentir tanto —confesé—, pero... él siempre vale la pena.

Emily apoyó sus brazos sobre sus rodillas, mirando el cielo.

—La gente piensa que necesitamos años para formar lazos profundos. Pero a veces basta una conversación honesta, una tarde cualquiera, para entender que alguien ya se volvió parte de tu vida.

La miré. Y supe que esa tarde iba a guardarla siempre en algún rincón importante de mi memoria.

—¿Sabes qué me molesta? —dije de repente, mientras pensaba en lo que me pesaba últimamente—. Sophie... esa chica no me cierra en lo absoluto. No me gusta cómo me hace sentir. Siento que siempre está buscando algo, como si nunca fuera suficiente para ella.

Emily me miró con una ceja levantada, esperando que continuara.

—Es como si no pudiera relajarme. Me hace sentir insegura. Como si, de alguna manera, estuviera compitiendo con ella por el lugar de Nick. Y no sé si es mi paranoia o si realmente hay algo en ella que no me convence, pero... no puedo dejar de sentir que algo no está bien con Sophie.

Emily respiró profundo, pensativa.

—Yo tampoco me fío mucho en ella —dijo con voz baja—. Hay algo en su actitud que no me gusta, esa forma de mirarte a veces... como si estuviera jugando un juego en el que no nos hemos enterado.

Mi pecho se tensó, y sentí un alivio al escuchar sus palabras. No era solo mi sensación. No estaba loca por pensar que algo no encajaba con Sophie.

—Eso me hace sentir mejor, saber que no soy la única que lo nota. A veces me siento tan tonta por no saber cómo manejarlo.

—No eres tonta —me dijo Emily con firmeza—. A veces es más difícil ver lo que tienes enfrente cuando no quieres ver lo malo. Pero tu instinto te está diciendo que no te gusta, y eso es válido. Al final, tú y Nick son los que deben estar bien.

Asentí, agradecida por su apoyo. Empezaba a comprender que la inseguridad que sentía no era algo que debía dejar que Sophie o cualquier otra persona lo alimentara. Solo importaba lo que Nick y yo compartíamos.

Nos quedamos en silencio, cada una pensativa, disfrutando del suave murmullo de la tarde.

Cuando me levanté para irme, ya era de noche. Me abrazó con fuerza.

—Gracias por venir. Hoy necesitaba esto.

—Yo también —le dije, y me dolió no saber si habría muchas más tardes como esta.

Caminé de regreso a casa con el corazón lleno y herido al mismo tiempo. Entendí que no todas las conexiones necesitan explicarse. Algunas, simplemente... ocurren. Y nos cambian para siempre.




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