La habitación se volvió un susurro. No había máquinas sonando ni voces altas. Solo respiraciones entrecortadas, algunos sollozos ahogados… y ese silencio pesado que llega cuando el corazón empieza a entender lo que todavía no quiere aceptar.
Yo no me movía. Seguía agarrando su mano, aunque ya no apretara la mía. Sentía que si la soltaba, todo iba a ser real. Que si me alejaba de esa cama, ya no iba a poder volver atrás. La miré en silencio, con el alma hecha pedazos, tratando de memorizar cada detalle de su rostro, cada línea, cada gesto. Aún dormida, tenía esa expresión tranquila que la había acompañado siempre. Como si nos estuviera cuidando hasta el final.
Nunca creí que alguien pudiera llegar tan profundo en tan poco tiempo. Emily no solo se había vuelto una amiga. Se volvió un refugio, una de esas personas que aparecen y te cambian la forma de ver las cosas. Era suave, sí, pero fuerte como nadie. Y en su mirada, siempre había una especie de hogar.
Yo no dejaba de pensar en lo injusto que era todo. En la risa que se apagó demasiado rápido. En las canciones que ya no iba a cantar. En las tardes ensayando con los chicos, en sus abrazos tímidos, en su forma de hablar bajito y sonreír como si eso alcanzara para que el mundo doliera menos.
Me quedé ahí, sin saber cuánto tiempo pasó. Con los ojos llenos de lágrimas y el pecho vacío. A lo lejos, escuchaba a los demás moverse, susurrar cosas, abrazarse. Pero yo seguía quieta, deseando que esto fuese un mal sueño.
Sentí una mano en mi espalda. Era Nick. No dijo nada. No hacía falta. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estábamos rotos por la misma razón. Que el dolor nos había dejado sin palabras, pero también nos unía en ese silencio.
Cerré los ojos.
Y entonces entendí que a veces el amor más fuerte no es el que grita, ni el que promete para siempre. A veces el amor más puro es el que se queda. El que acompaña. El que sostiene cuando todo se rompe. Y Emily... Emily fue eso para todos nosotros.
No sé cómo vamos a seguir sin ella.
Pero sé que no vamos a olvidarla jamás
......................
No sé cuánto tiempo estuvimos fuera de su habitación. Perdí la noción de los minutos, de las horas. El hospital olía a frío y desinfectante, pero también a recuerdos. A despedidas.
Cuando los médicos se acercaron, lo supe antes de que dijeran nada.
El rostro de la doctora era sereno, pero sus ojos estaban cargados. No hacía falta escuchar la frase. La vi buscar a los padres de Emily, con una mirada que lo decía todo. Mis piernas se aflojaron apenas escuché las palabras. Su voz fue suave. Cuidada. Pero filosa como una puñalada:
—Lo sentimos mucho. Emily falleció hace unos minutos. Se fue tranquila… sin dolor.
Y el mundo… simplemente se detuvo.
No hubo gritos. No al principio. Solo un silencio cortante, como si el aire mismo se hubiera quebrado. La madre de Emily se desmorono en los brazos de su marido, mientras él intentaba mantenerse firme, temblando. Sam se cubrió el rostro con las manos. Charlie bajó la cabeza, los hombros encorvados por el peso del momento. Harry estaba de pie, inmóvil, con los ojos clavados en el suelo. Nick, a mi lado, apretó los puños. No dijo nada.
Y yo…
Yo me rompí.
Sentí un frío que me atravesó el pecho. Como si algo dentro mío se hubiera apagado. Me costaba respirar, me costaba parpadear. Me aferré a la pared más cercana, como si necesitara anclarme a algo real para no perderme.
Emily ya no estaba. se había ido un viernes a las 01:27 de la noche.
La chica que me enseñó a confiar. Que me escuchó sin juzgar. Que me regaló abrazos en medio del caos. Que nos hizo reír hasta llorar. Se había ido.
Me costó aceptarlo. Aún me cuesta. Porque su risa todavía resonaba en mi mente. Porque su voz seguía ahí, en algún rincón de mis recuerdos, como si en cualquier momento fuera a volver.
Nick me abrazó. Lo sentí temblar contra mí. No dijimos nada. Qué podíamos decir. Solo nos quedamos ahí, compartiendo el vacío, sintiendo cómo el mundo cambiaba para siempre.
Y entonces supe que nada volvería a ser igual.
Porque cuando alguien como Emily se va, no se lleva solo su vida. Se lleva un pedazo de todos los que la amamos.