L Y S S A N D E R
Pensé que la había cagado. Y en grande.
Después de que tuviéramos aquella extraña y ligeramente incomoda conversación, me reprendí a mí mismo. ¿Cómo pude ser tan idiota? Si tenía alguna clase de oportunidad con Kathya, se había esfumado ahora que mi autoinvité a su verano.
No tiene nada de malo, o al menos eso creí, pero al día siguiente ella se alejó de mí, más de lo que ya estaba, además de que estaba evitándome, esta vez de forma intencional. Cuando me veía en un pasillo, caminaba hacia el otro lado, a la hora del descanso, prácticamente huía del salón y no sabía hacia donde iba.
Definitivamente había echado a perder todas mis oportunidades de, por lo menos, ser amigo de Kathya Miller.
Pensé en seguirla, pero eso sería demasiado acosador de mi parte, y ahora sí que tendría motivos para tenerme miedo y desearme tener lejos. Así que le di su espacio, al tercer día, ya no la busqué con la mirada, me esforcé por no verla de vez en cuando, si veía que estaba en el pasillo principal, me iba a dar toda la vuelta para salir por la parte de atrás.
Todo iba relativamente bien hasta que me llegó su mensaje.
¡Hey! Estoy aburriéndome como una ostra en casa.
¿Tienes libre hoy?
No todo estaba perdido, Kathya no me consideraba un ser extraño, y había accedido a tomar mi invitación, invitándome a pasar su verano con ella. Pero ahora debía de ser más cuidadoso, no podía seguir dando aquellos saltos de fe, porque iba por terminar estrellándome contra el piso, y la realidad sería más dura y dolorosa. Tenía que seguir siendo el mismo Lyssander que era siempre con ella, no tenía que hacer nada para impresionarla, y mucho menos demostrarle lo que en verdad siento, porque sino saldrá corriendo, de nuevo.
Pero no mentiré, me gusta mucho más ver a la Kathya ruborizada y cohibida, sobre todo cuando esas emociones las causo yo.
Probablemente, después de todo, sea un poco patán.
Pero es que estaba viéndome, analizándome, con aquellos ojos marrones tan expresivos, y mientras estaba dándome un repaso. Y sé que no lo hacía por simple curiosidad. Y eso me gusta, me encanta demasiado.
Ahora nos encontrábamos en el autobús, nuestros cuerpos rozándose ligeramente a causa del movimiento y que el colectivo está algo lleno, y soy consciente del perfume que emana de ella, una especie de rosas y vainilla, y también de lo ligeramente tensa que se pone cuando mi costado choca con el suyo.
Estamos yendo hacia la plaza comercial, y por un momento temo que lo primero que quiera hacer es llevarme de tienda en tienda para llenar su armario, porque ya he acompañado a mis hermanas antes, y no lo volvería a hacer. Acompañar a una chica a hacer las compras es un martirio, porque no se conforman con visitar una sola tienda, tienen que ir a todas, y no conforme con eso, tienen que explorarla de cabo a rabo. He perdido valiosas horas de mi vida sentado en las bancas de afuera, perdiendo el tiempo navegando en mi teléfono hasta que la batería se agota.
Pero cuando bajamos del autobús y nos adentramos a la plaza, agradecidos por el aire acondicionado y espacios amplios, me doy cuenta de que Kathya en realidad está guiándome hacia Game Planet, el sitio que Nolan y yo solemos frecuentar cuando nos aburrimos de las partidas en línea y queremos un lugar donde hablar sin importar cuanta gente nos esté rodeando.
—¿Estás segura de que quieres estar aquí? —No puedo evitar preguntarle, mientras señalo todo el lugar con mi mano.
Kath frunce ligeramente el ceño.
—Sí, ¿por qué no?
—Bueno, yo creí…— Que estas cosas no van contigo. Que preferirías caminar sobre pedazos de cristal antes que entrar a un lugar donde hay toda clase de raritos que no conocen la higiene personal.
Ella parece captar mi silencio, porque se cruza de brazos y alza una ceja. Pero se limita a decir:
—Tienes demasiados perjuicios, Lyssander.
—¡Eso no es cierto! —Protesto, un poco contrariado y algo molesto por su comentario.
No es que crea que las mujeres no pueden jugar a los videojuegos, no creo que este tipo de lugar les llame la atención, más de una chica me ha pateado el trasero jugando al Donkey Kong, lo cual ya es decir demasiado, pero es que nunca imagine que a Kathya le interesaría venir, ya que casi todo el tiempo hace chistes sobre la pésima vida que debemos tener Nolan y yo por estar todo el tiempo pegados a una consola.
—Puedo patearte el trasero aquí mismo, si quieres, para demostrarte que puedo jugar como un hombre.
Parpadeo, algo perdido. ¿Cuándo le dije que no podía hacerlo? Pero mi lado competitivo reaccionó antes, porque me oí decir.
—Eso ya lo veremos.
Y Katrhya, lejos de molestarse, me dedico una sonrisa desafiante. Esto va a ser bueno, realmente bueno.
—El perdedor le debe al otro cualquier cosa.
—¿Cualquier cosa? ¿Algo así como una cosa que valga millones y así?
—Cualquier cosa—repite ella, más segura de sí misma.
#4850 en Novela romántica
#1722 en Otros
#527 en Humor
amor adolescente, baile amor danza, problemas con los padres
Editado: 29.08.2025