Aquel verano nuestro

C A P Í T U L O N U E V E

K A T H Y A

Nos encontrábamos sentadas en el jardín, el sol estaba poniéndose y el clima era más agradable que hace un rato; el calor había menguado un poco y una ligera brisa mecía ligeramente la copa de los árboles y nos acariciaba la piel como el suave roce de una tela.

Habíamos corrido a casa después de encontrarme con Lyssander en aquella tienda de maquillaje y accesorios, y aunque la perspectiva de encontrármelo en un lugar así me causó gracia, no me había dado cuenta de la felicidad que me llenó al encontrármelo. Nos veíamos todos los días en la escuela, por las clases de verano, y en las últimas semanas hemos estado hablando un poco más, y llevamos conociéndonos meses; desde que Melody y Nolan empezaron a salir, pero en ningún momento creía que me haría realmente feliz verle, encontrármelo por causalidad o hablar con él.

Demonios ¿qué está pasándome? Parecía ser que en cuestión de días Lyssander se había vuelto para mí un amigo indispensable. Nunca creí que vería ese día, pero así parece ser. Estoy empezando a considerarlo como un amigo de verdad, y no solo una relación pasajera que lo llevará el verano, como era en un principio; un remplazo para Melody mientras estaba fuera del estado, al otro lado del país. Ella se había ido, pero en su lugar me había dejado a Lyssander, y no era tan mala compañía.

—Bien, dilo—Katherine cortó el hilo de mis pensamientos—. Estas pensando en el chico del centro comercial y quiero saber por qué.

Me incorporé de un salto en la tumbona, lastimándome un poco el cuello. Volteé a verla, pero mi hermana no estaba viéndome, tenía los ojos cerrados y parecía descansar, cosa que habría creído sino fuera por lo que dijo.

—No sé de que hablas—me acomodé de nuevo, apoyando mi cabeza en el respaldo y viendo el cielo que empezaba a tornarse un ligero purpura—. Solo estaba durmiéndome, estoy cansada.

Y no era mentira, en parte. El motivo por cual mi madre le había marcado a mi hermana es porque se le había ocurrido la brillante idea de hacer limpieza de verano, porque estaba molesta con mi padre por haberse ido de pesca con sus amigos, que en realidad parecía ser una clave secreta para pasar la noche fuera tomando cerca del lago, por lo que decidió hacer lo que mejor se le da cuando está enojada: quehacer exagerado. Y cuando digo exagerado no es un eufemismo, es literal. Cuando llegamos había algunos muebles en el jardín, tanto que el señor Terrence, nuestro vecino, creyó que estábamos haciendo venta de garaje y ya le había echado un ojo a la mesita de café.

Pasamos gran parte de la tarde reorganizando la casa, metiendo los muebles, acomodándolos de nuevo, dándoles un nuevo lugar y haciendo que la casa se viera más espaciosa. Habíamos terminado hacia una hora, y mientras mi madre veía su novela, nosotras decidimos que era mejor dejarle su espacio, a pesar de que su ligera molestia ya había pasado.

—No es necesario que mientas, Kathy. No soy nuestra madre y no montaré un drama por ello. Además, noté como lo veías.

Noté como lo veías. ¿Qué demonios quiere decir con eso? Intenté no ponerme a la defensiva, porque de esa forma solo alimentaría sus delirios.

—Estás demente, Katherine. Solo es un compañero mío de la escuela. Es el mejor amigo de Nolan, el novio de Melody, por eso nos conocemos—intenté encogerme de hombros, pero el cuello me dio un ligero tirón. Pinté una mueca.

Katherine suspiró, escuché como se incorporaba, desperezándose mientras se estiraba. La miré un momento mientras se sentaba, con su cuerpo quedando frente a mí. Retiré la vista, porque sabía que lo que estaba a punto de decirme no me gustaría y no quería que viera cuanto me afectaban sus palabras.

—Él siente algo por ti, Kathya. —Sentenció, antes de ponerse de pie y dirigirse a la puerta corrediza que daba al comedor. La miré—. Pero descuida—un último estirón y siguió su camino—, ya me lo contarás después, cuando estes lista.

Me incorporé, decidida a rebatir, a decirle que estaba loca, que Lyssander no gustaba de mí, que era un idiota que solo veía a las chicas como objetos coleccionables con los que decir tonteras, y que yo jamás sentiría algo por él porque nuestras personalidades no embonaban, chocaban y soltaban chispas, pero la chica me había dejado sola, confundida y molesta conmigo misma.

Nos encontrábamos bajo el mismo árbol de siempre. Esta vez había traído conmigo una pequeña manta para colocar sobre el pasto, ya que este me causa comenzó y pequeñas ronchas, quizá sea alérgica a él. Yo me había acostado, colocando mis manos sobre mi barriga, la cual había llenado con todos los chuches que habíamos sacado de la maquina expendedora, espero que mi madre jamás se entere de esto. Había cerrado los ojos y me dediqué a sentir el momento, de paz y tranquilidad. El solo se colaba un poco entre las ramas, y los rayos me daban en la piernas y parte del rostro, pero no me molestaban, me cobijaban y eran reconfortantes. El lugar se hallaba sumido en un quedo silencio, de fondo podía escuchar el tránsito, uno que otro claxon, voces y risas, música y pájaros contar.

El mundo estaba vivo, y yo me sentía jodidamente agradecida de encontrarme en esta vida, en este lugar, en este momento.

Lyssander estaba a mi lado, sentado haciendo quien sabe qué cosas, pero se había quedado conmigo a pesar de que el día de hoy no había estado demasiado comunicativa al principio. Al igual que hacia unas semanas, lo evité un poco, porque cada vez que lo veía no podía evitar escuchar las palabras de mi hermana en mi mente. Él siente algo por ti. Eso era una tontería, el simple hecho de pensarlo me da risa y me parece imposible. No sé cuales sean los gustos del chico, no los conozco, pero sé que yo no entro en su categoría de chica ideal, porque lo he visto coquetear, mediocremente, pero lo he visto, y hay diferencias entre ellas y yo: a ellas en realidad parece gustarles…




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