Aquel verano nuestro

C A P Í T U L O O N C E

K A T H Y A

Estaba ignorándolo. De nuevo. Creo que es lo que mejor se me da cuando no sé lidiar con la situación: evadir los problemas es mejor que enfrentarlo, a veces. Y este es uno de ellos.

Vamos, que alguien te haya comprado un chuche porque te vio cara de hambrienta no tiene nada de malo, mucho menos es alucinante, solo es la muestra de cuanto te quiere esa persona, y ese es el problema. No pensé que Lyssander me quisiera, de la misma forma en que se puede querer a tus calcetines favoritos; los toleras un momento, pero después los pierdes.

No sé porque me resulta más fácil esquivarlo que enfrentarlo, pero es que no dejo de pensar en lo que Katherine dijo aquel día después de nuestro encuentro en el centro comercial, y me preocupa un poco. Me preocupa que sea verdad, que él sienta algo por mí y que yo sea incapaz de sentirlo y que aquello arruine nuestra amistad, o que lo intentemos, sea lo que sea que surja de nosotros, pero que no funcione, y nuestra amistad se vaya al traste. O que no sienta nada y yo empiece a desarrollar ideas erróneas y todo se arruine. No importa cuál sea el escenario ficticio que me imagine, todo termina de la misma forma: Lyssander y yo distanciándonos. Y no quiero que eso suceda.

No quiero que mi amistad con Lyssander se pierda. No quiero perderlo.

Y tampoco quiero perder el valioso poco tiempo que nos concedió el señor Pantaloncillos devanándome los sesos pensando en un millón de motivos de algo que claramente nunca va a suceder, en lugar de ponerme con los problemas.

Concéntrate, Kathya, concéntrate.

Este tema siempre me ha sido un problema para mí; siento demasiado o siento tan poco. Aspiro a enamorarme, hacerlo de verdad y no fingirlo, porque me han gustado varios chicos antes, pero sé que todo aquello no es más que el interés del primer vistazo; ya saber, cuando ves a alguien y piensas: ¡Hum! Es guapo, me gusta. Y ya, no hay química, no hay corazones, no hay conexión. Nunca la ha habido y…

No puedo evitar sentirme un poco fuera de lugar en estos momentos porque me siento extraña. Lyssander es mi amigo, lo he conocido relativamente bien desde hacía unos meses, y aunque fingía que me desagradaba, la verdad es que me cea bien, y no mentiré que es guapo, el muy idiota tiene lo suyo, y no hablo solo de su atractivo físico, sino también de su personalidad. Tiene aquella clase de encanto que le hace agradar a todo el mundo, aunque a veces puede ser algo irritante, pero…

En estos días he visto una nueva faceta de Lyssander, una que no le conocía y que me gusta. Se ha portado atento y comprensivo conmigo, me ha demostrado que puedo abrirme con él y no se burlara, que puedo confiar en él. Y hay… conexión.

¡Dios, no!

Sin poder evitarlo, golpee con ambas manos la mesa, ligeramente asustada y alarmada por mi repentino descubrimiento. Como el salón se encontraba en un profundo silencio, aquel sobresalto a sacado de su ensimismamiento a todo el mundo, quien ahora tienen sus ojos puestos en mí. El señor Hamer me dedica una pequeña mirada inquisitiva a través de sus gafas, aparta el artículo que estaba leyendo, y me presta su atención.

—¿Sucede algo, señorita Miller? —lo dice con aquel tono monótono e indiferente.

Siento que la cara me arde, no solo por el rumbo que tomaron mis pensamientos, sino por ser el foco de atención.

—No—mi voz sale con un hilo de voz chillón. Me levanto de mi lugar, en un movimiento algo violento—. ¿Puedo ir al baño?

El señor Pantaloncillos arquea una ceja, quizá su forma de mofarse de mí y no dice nada más. Tomo aquello como un sí, ya que no era necesario pedir permiso, y mucho menos de una forma tan publica, y salgo corriendo del salón. Pero en lugar de dirigirme hacia los lavabos, camino hasta llegar a las puertas dobles que dan a las gradas, donde el aire todavía más asfixiante que adentro, me da la bienvenida, pero es mejor que quedarme sumida en la humillación.

Inspiro con fuerza, llenando mis pulmones de un repentino aroma a hierva recién cortada y aire fresco. Bajo los peldaños y me encamino hacia la banca más próxima a la sombra y me dejo caer en ella, abatida.

Una reacción demasiado exagerada para algo que no real, ¿no creer? Pienso mientras me paso una mano por las mejillas para comprobar que siguen algo sonrojadas. Todo hubiera estado bien sino fuera una persona demasiado expresiva, y sobre todo si no me hubiera dejado guiar por los nervios.

Sí, puede que sienta una ligera conexión con Lyssander, pero ¿qué no es esa la base para cualquier relación humana? Sino fuera por ella, no sabríamos si nos llevaríamos bien con alguna persona o no. Aquello no quiere decir que me esté gustando, no quiere decir nada en absoluto, salvo que me agrada, me siento cómoda con él, y eso es bueno, porque ahora que somos amigos, Melody pasará menos tiempo separándonos, y por fin podremos salir los cuatro sin que estemos peleándonos y casi casi tirándonos de los cabellos por saber quién tiene la razón en algo tan absurdo como saber que va primero, si la leche o el cereal. A pesar de que todos saben que el cereal.

¡Dios, no! Tengo que tranquilizarme. Me tomo la cabeza entre las manos y empiezo a menearla de un lado a otro, como una loca. Estoy siendo un poco desquiciada con este tema… Y una vez más estoy teniendo una reacción exagera, lo bueno es que ahora estoy sola…




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