Una noche cualquiera, de esas en las que la vida transcurre normalmente, estaba a punto de convertirse en una que marcaría la vida de Mary para siempre.
Eran las nueve de la noche y el reloj no se detenía, mientras Mary caminaba por una calle muy solitaria, bajo su paraguas, en medio de la lluvia que cubría la noche. De pronto, al levantar la mirada, vio a lo lejos una silueta que parecía la de un hombre. Mary se sorprendió, pero no dejó de caminar. Siguió avanzando, y mientras lo hacía, se dio cuenta de que aquella figura se acercaba lentamente.
Sintió miedo, pero eso no la detuvo. Tras unos pasos más, se encontró cara a cara con ese extraño que ahora bloqueaba su camino. Al mirar su rostro, comprendió que era un hombre... pero no un hombre cualquiera. Era increíblemente atractivo y hermoso, y había algo misterioso en él: su vestimenta, un abrigo negro y un sombrero que cubría parte de su rostro. La observaba fijamente. Mary, sin dudar, intentó seguir su camino, pero aquel hombre no se lo permitió. Entonces, sorprendida, le preguntó:
—¿Qué quieres de mí?
Pero él no respondió.
—¿Qué estás buscando? —insistió.
El hombre siguió en silencio.
Mary, asustada, no dijo nada más.
Tras unos segundos de silencio, finalmente el hombre habló y le dijo:
—Es una noche muy fría y oscura para caminar por esta calle.
Y ella respondió:
—No respondes a mi pregunta. ¿Qué necesitas?
Ante su insistencia, él contestó:
—Mary, pase lo que pase, no te detengas en tu camino a casa ni tomes ningún desvío.
Dicho esto, el hombre continuó su camino, desvaneciéndose lentamente entre la oscuridad y la lluvia.
Mary quedó completamente impactada, formulándose muchas preguntas:
—¿Quién es ese hombre?
¿Cómo sabe mi nombre?
¿Es una clase de broma?
¿Por qué me dijo eso?
¿No es un completo desconocido?
Su rostro, aunque atractivo, no me resulta familiar; no podría olvidar una cara así. Incluso su voz no me suena... jamás lo había visto antes.
Mary respiró hondo y siguió su camino, dándole vueltas a las palabras del misterioso hombre. Como resultado, aceleró el paso, mirando a su alrededor con temor, esperando que aquel extraño reapareciera en cualquier momento.
La lluvia seguía cayendo, el frío se intensificaba, pero Mary ya no parecía sentirlo. Sus pensamientos giraban con fuerza:
—Ese hombre es tan extraño... Nunca he conocido a alguien así. ¿De dónde salió? Estoy segura de que no había nadie en esta calle. Y lo peor... ¿a dónde se fue? Desapareció en un instante, y eso me llena de miedo.
Mientras pensaba en esto y caminaba dos cuadras más, se encontró con una escena desgarradora. Sobre la acera, había un cuerpo: una mujer, de aproximadamente su misma edad, brutalmente asesinada, aparentemente hacía solo unos minutos.
Completamente atónita y recordando con claridad las palabras del extraño, comenzó a correr, sintiendo que su vida dependía de ello.
Sin mirar atrás ni desviarse, corrió hasta llegar a su casa. Entró, cerró la puerta con rapidez y se apoyó en ella, respirando agitadamente.
Tras unos minutos, se acercó a la ventana y miró a través del vidrio. Allí, una vez más, vio la silueta del misterioso hombre al otro lado de la calle, observándola con intensidad.
Y, tal como la primera vez... volvió a desvanecerse.
Totalmente confundida, caminó hasta el sofá y se dejó caer sobre él.
Pensamientos sin fin invadieron su mente, y susurró para sí:
—No entiendo qué está pasando.
¿Qué ocurre esta noche? Tengo mucho miedo.
La imagen de aquella mujer tendida en esa calle fría, sin nadie que la ayudara, no deja de perseguirme.
Y aún más... pienso en él.
El hombre que me advirtió, que se cruzó en mi camino y parece decidido a salvarme la vida.
Mary, luego de calmarse un poco, se levantó del sofá. En lugar de ir a su habitación, como solía hacer al llegar a casa, esta vez se dirigió a la cocina. Caminó en silencio, entró y quiso prepararse un café.
De pronto, escuchó un ruido.
—¿Quién está ahí? —preguntó en voz alta.
Pero solo oyó pasos...
Alguien caminaba en el piso de arriba, en su habitación.
—¡Voy a llamar a la policía! —gritó Mary.
Pero no recibió respuesta.
—¿Qué pasa con las luces? ¿Rick? Mi amor, ¿eres tú?
No puede ser...
Ahora sentía los pasos acercándose, bajaban por las escaleras.
—¡Oh no! —gritó Mary, justo cuando las luces se apagaron.
—¿¡Qué es esto!? ¡¡¡Nooooo!!!
Al día siguiente...
Mary despertó en su cama.
La luz del sol entraba por la ventana de su habitación.
Al mirar hacia afuera, dijo:
—Fue una pesadilla terrible...
Pero espera...
No puede ser...
Ahí está de nuevo.
El hombre misterioso, al otro lado de la calle, con su abrigo y su sombrero negro.
Parece que... esto no ha terminado.
Editado: 02.08.2025