Observaba el cielo nublado de gris; gran palidez en su mirada, unos ojos colorados con intenciones de crear una lluvia con aquellas lágrimas antes que la primera gota emergiera del cielo y tocara el suelo como representación de lo que sus emociones hacían destacar de sus peligrosos pensamientos asomándose por su mirar.
Buscando dónde acostarse para no exponerse ante la cara de la sociedad, para no demostrar una vulnerabilidad.
Un parque hermoso me encontré con la mirada, aquella con la que observaba el momento irreal para tener unos cuantos pensamientos en calma. Tranquilidad es lo que necesitaba en la mente en ese movimiento inquietante con ideas inservibles que aturdían su paz mental.
Donde la lluvia que desprendía aquel cielo gris cubriendo por completo la ciudad, intentaba traerle paz, al igual que se llenaban los huecos hallados que su corazón roto trataba de ocultar.
Horas, minutos y segundos que traspasaban su vida; cada momento del tiempo se forjaba con gran lentitud donde su única compañía eran aquellos pensamientos que le hacían ahogar aun así sin siquiera desearlo.
Dando patadas de ahogado en un mar lleno de dudas y miedo, en una laguna invisible que te hunde con intenciones de no dejarte respirar y hacer que caigas hondo.
Pero fue un día de enero en el que tu esencia se mezcló con la mía, en aquel parque durante ese día lluvioso te encontré. Nuestra mirada se cruzó y una sonrisa peculiarmente calurosa me fue de respuesta.
Esa pudo haber sido la única vez que nuestras miradas se habrían encontrado, pero como si fuera el destino bajo toda probabilidad nos volvimos a encontrar.
En aquel mismo parque con el mismo clima, una vez más nuestras miradas se cruzaron, y otra vez aquella sonrisa cálida como encantadora me fue nuevamente compartida.
Cada que el clima se mostraba al borde del llanto, cada que las nubes grises se encontraban en sintonía con nosotros, yo salía a caminar al parque para esta vez por fin tener la valentía de hablarte. Un día de enero. En solo un momento, cruzando la calle de manera accidental, como si el destino en verdad quería que nos habláramos, chocamos.
Nuestra vida ahora relacionada se encontraba desde ese instante, la vida nos emparejo, aferrados a lo que nos aproximamos, ¿Una amistad posiblemente? ¿Un amor fugaz tal vez? O ¿Unos desconocidos que solo juegan a quién es el más importante en la vida del otro?
Así pasaron los días, tardes llenas de risas, momentos ocasionales de recuerdos, miradas coquetas y un brillar en los ojos, en aquellos ojos tan lindos de color verde con sabor a miel.