En algún punto de mi vida me he quedado callada, expectante a las destrucciones que el ser le provoca al mundo, nuestro mundo. Escuchar de manera constante frases que reprimen nuestra expresión, detienen nuestro accionar para un posible bien común.
Obligándonos a callar en cuanto solo decimos algo que mueve a las masas, silenciándonos a filo de un arma. La obstrucción a nuestra palabra. Invalidan nuestra expresión, ocultan la realidad y maquillan nuestra verdad. Tener miedo de hablar porque fácil con un montaje nos hacen callar. Cuidar nuestras palabras para proteger nuestra integridad.
Guardar nuestras palabras nos puede salvar la vida o incluso la de otros; pero otras más pueden que nos la destruya un arma de doble filo es el silencio. El silencio; algo impredecible, donde nosotros mismos sin decir una palabra podemos decir mucho o como tal no decir nada. El retener nuestra expresión, el no decir nuestro sentir nos causa daño de alguna forma.
¿Y por qué quedarnos callados? La mayoría de las personas se hayan en silencio, aunque visualmente se encuentra hablando. El simple hecho de quedarnos callados nos puede ayudar a ser feliz y no arruinar aquellos momentos.
Quedarnos callados también nos perjudica al no expresar todo el dolor que tenemos guardado durante muchos años. El silencio nos acorrala desde hace millones de años. Luchamos por tener una voz, sin embargo, nosotros mismos nos callamos sin tener una razón.