Aquí Estoy

Capítulo 5

La biblioteca

Ya que mis vacaciones aumentaron una semana, no quise perder tiempo alguno.

—En cinco minutos me voy a la biblioteca— avisé, mientras subía las escaleras para agarrar una chamarra y bajar otra vez.

—¿Con quién más irás?

— Solo mamá. A nadie le interesó mi idea– dije mientras soltaba una risa seca y triste.

—¿Por qué no le dices a...? ¿Lea? ¿Lía? –preguntó mi mamá con curiosidad, sabía que lo hacía también por saber más de ella.

—Es Lea y no. Dice que es un poco aburrido, ella es más de fiestas y otras cosas. Aparte, tiene sentido. Esto pasó hace años.

—Lean, si a ti te interesa eso, hazlo. Adelante, que nada ni nadie detenga tus sueños y metas, – suspiró — mira, la persona que te ame va a querer estar contigo a pesar de cualquier obstáculo. Te apoyará, y amará así –pauso y sonrió—. Solo lo digo, para que lo pienses.

Se paró del sillón color crema grande que tenemos, guiñándome un ojo y desapareciendo por la cocina para luego aparecer con dos tazas de chocolate caliente, ya casi entrábamos a la temperatura fresca, aquí en Colima dura 2 o 3 meses, del 8 de diciembre al 18 de febrero aproximadamente, y la temperatura no es tan baja, pero aun así un chocolatito caliente nunca está de más.

Le agradecí vaciándolo en un termo y deje la taza en la mesa de centro y me puse mi chamarra de cuero con lana por dentro, le di las gracias, de todo y me fui.

[...]

—Pasillo 97, en la parte de arriba toda la fila es para eso– dijo la señora bibliotecaria muy amablemente.

Asentí, yendo a paso firme.

La biblioteca Azktter era la única en el pueblo, —Colima cuenta con 57 bibliotecas de las cuales 5 son las más famosas o conocidas, pero me quedan más lejos, y no tenía dinero para tanto pasaje, apenas consigo para sobrevivir en la preparatoria– Y por obvias razones la más grande.

Contaba con 100 pasillos, hasta el último los primeros libros y más "aburridos" según la gente. Después del pasillo 47 la gente ya no se veía tan comúnmente como antes. Llegando al pasillo 80 no se veía ningún alma —y mis piernas ya no daban— así que decidí sacar mi celular y poner en aleatorio mi playlist.

No les miento, también lo hacía ya que al ser una biblioteca tan grande y vieja estando solo por esos pasillos daba miedo.

Billie Jean de Michael Jackson sonaba, este era uno de mis cantantes favoritos, en primer lugar se encontraba Bad Bunny, después él, y por último; Ed Sheeran.

No le subí tanto a la canción pues aunque ya no había gente a la vista no quería incomodar a nadie.

Pasillo 94...95...96... Y 97.

—Al fin, —resoplé— Esto estuvo más cansado de lo que me imaginé, – al decir eso estallé en carcajadas que aunque trate de evitar no podía, al fin había llegado. —Empecemos, – mencioné con una sonrisa enorme en mi rostro, me quité la chaqueta y la dejé en el respaldo de una silla, pues la biblioteca contaba con mesas y sillas para poder leer a gusto, pero como estaba en los últimos pasillos estas estaban muy deterioradas.

Tome un sorbo del chocolate caliente de mi termo, y dejé mi teléfono sobre la mesa. —Este será un largo día.

Dos horas pasaron y todo lo que veía era lo que ya sabía. A excepción de algo nuevo.

—En el año de 1599 una familia entera desapareció de Colima sin dejar rastro y de forma desconocida. Desde ese momento no supieron más de su paradero hasta qué...

— Hasta que en 1684 una niña salió del pueblo Sprouss pidiendo ayuda, y afirmando que su tío era malo. Días después encontraron el cadáver de la niña en el mar, ahogada con signos de violación y marcas que aclaraban que la niña intentaba luchar por su vida. Jamás se supo nada más del tema hasta que en ese mismo año empezaron los suicidios sin razón aparente, algunos comentan que es una maldición de la niña mientras que otros opinan que es el tío. –Una dulce y tranquila voz me interrumpé y aclara lo que ya no se puede ver en las páginas.

—Gracias, –sonrio y volteo a ver a la proveniente de esa vocecita.

Una joven como de mi edad, un poco robusta, llevaba un vestido azul claro con flores, su pelo negro amarrado con un moño del mismo color del vestido, pulseras, ni una gota de maquillaje y si lo llevaba era demasiado ligero y natural. Y una sonrisa... Que vaya... Wow.

—Creo que el amor a primera vista si existe—. Pensé.

—Como digas. –o quizás lo pensé en voz alta. —Zayda – se presentó.— ¿Qué haces aquí?

—¿Me interesa la leyenda y quiero saber la verdad?— Solté, esperando alguna risa o cara de fastidio, pero nada de eso llegó.

—¿Me... Estás preguntado?— Cuestiona, mirándome más seria.

—No. Es decir, es lo que estoy haciendo.

Sus ojos viven mil emociones en pocos segundos, cuando por fin decide hablar parece una niña pequeña— ¿Es en serio?– pregunta animada y todo su semblante cambia de un momento a otro.

Empieza a mover sus pies a un ritmo rápido, se ve bastante feliz. — ¡Al fin!— sonríe, y puedo ver sus blanca dentadura— mira– se sienta, cambiando de actitud como al principio—Yo también quiero descubrir la verdad a todo esto. Que tal siiii... ¡Somos amigos en toda la investigación! ¿Qué opinas chico que cree en el amor a primera vista?

Sus ojos se concentraban en mí. Con una sonrisa en su cara y sus ojos... Sus ojos tenían un brillo especial...

Formo una pequeña sonrisa ladina— Opino que está bien, ojos bonitos.

—Te sale un hoyuelo aquí— dice tocándose al lado izquierdo del labio—¿Por qué ojos bonitos? Si no son azules o verdes—. Pregunta dejando a un lado la seguridad con la que llegó a impresionarme.

—Porqué en ellos parece haber un futuro por recorrer.




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