Aquí Estoy

Capítulo 6

Un poco más de nosotros

Al parecer ninguno de los dos tenía tiempo que perder, por eso, planeamos ir a ver el terreno. Era miércoles e íbamos a ir el jueves. A las dos de la tarde ya teníamos que estar ahí.

Jueves 1:05 PM

Me puse un abrigo que me llegaba mucho más abajo del torso, color rojo oscuro, ya que en la noche estuvo lloviendo y, por una parte al terreno estaría lleno de plantas y animales por doquier.

De mi casa al terreno hacia, aproximadamente, cuarenta y cinco minutos y yo ya estaba listo. Me puse mi gorra blanca con un letrero rojo que dice I love for two!!

Bajo a la sala, esperando matar el tiempo.

—Con cuidado, mi cielo, por favor, –dijo mi mamá para después agarrar unas botas amarillas con rojo ofreciéndomelas—. Habrá muchos animales venenosos, será mejor que te protejas, Lean— sonreímos.

—¿A dónde va mi hijo?– Una voz masculina que hace varios meses no escuchaba llegó a mis oídos.

¡Padre!— Mi mamá y yo volteamos a verlo, felices— Iré al terreno, creo que lo mejor será llegar temprano para pasar tiempo juntos– vi mi reloj de manecillas, un regalo del abuelo en mi octavo cumpleaños.

—Me quedaré por un mes, hijo–hizo una pausa —¡Pero ya vete, corre! No sé qué tengas que hacer, pero ve– dijo con unas carcajadas.

Como extrañé a mi papá... Aunque su forma de hablar parezca dura o fría, es todo lo contrario.

Era el mejor papá que la vida me pudo dar. Era un señor joven, la misma edad que mi madre. Se complementaban de la mejor manera, tenían la mejor conexión que podía conocer, podrían tratarse como niños pequeños, pero también tratar temas con seriedad. Su relación se mantenía y si les preguntabas era por comunicación y amor.

Mi padre era un modelo andante, mi mamá lo decía por todos lados. Era alto, delgado, le encantaba el ejercicio, por él voy al gimnasio. Juega fútbol en sus ratos libres y de ahí mi madre y él se conocieron. Es el mejor jugador, (después de Cristiano) como portero o como delantero. De cualquier forma siempre ganaba. Y lo hacía increíble.

Tenía el cabello negro, casi igual que el mío, ojos cafés, y era demasiado perfeccionista, algo que a lo largo de mi vida me ayudó, y también era muy amoroso.

Sin duda mejor papá que él, no existía. Y estaba agradecido con el universo, Dios o quien sea que exista en mandármelo a mí, y seguro mi madre pensaba lo mismo.

Agarré mis botas, me las puse y me despedí de mis papás.

30 minutos después

—Al fin llegas, Lian –saludó Zayda.

—Hola, gracias estoy bien, —ironicé—, y mi nombre es Lean no Lian –corregí.

—Lo sé. Pero así se pronuncia, ¿no?

—No. Es Lean, tal y como suena— dije serio, que dijeran o escribieran mal mi nombre era algo que detestaba—. Bueno... ¿Comenzamos?

Pasamos dos horas juntos, investigando el lugar y después fuimos a comer, teníamos muchísima hambre, y en esos momentos cuando le presté más atención a su forma de ser, como gesticulaba y hacía cada uno de sus movimientos podía confirmar que era linda.

No solo físicamente, también lo que era ella. Su aura, eres muy bella, ojos bonitos.

—Eres gracioso— rió y una sonrisa enorme salió de su rostro iluminando sus ojos y dejándome ver su hermosa muñeca de felicidad.

—Nunca dejes de sonreír— dije—. Tienes una muy bonita sonrisa.

Sus mejillas se tornaron de un color rojizo, y con sus manos se tapó la cara por la vergüenza.

—¿Y... Como ha sido tu vida, Zayda?— Cambié de tema.

—He estado viviendo una vida solitaria. ¿No ves?

—Oh, si claro como salimos todos los días y te conozco desde hace 50 años— bromeé.

Giró los ojos con gracia—. Mira– señala el cielo, pues la pequeña zona de comida tenía un techo transparente —Qué bonito está, deja le tomo una foto.

Yo también saco mi teléfono para tomarle una foto, aprovecho que está desprevenida para fotografiarla, pero algo dentro de mí me lo impide.

—¿Viste algo interesante en el bosque?– Me pregunta mientryas que se quita una pequeña y rosa flor de su cabello ofreciéndomela.

—Gracias– murmuro—. Creo que ví algo en el árbol un poco curioso, tendremos que regresar y verlo mejor—hice una pequeña pausa para tomar Sprite, el mejor.

—Mañana hay que investigar y centrarnos de lleno en el árbol— asiento, tomando más de mi refresco.

Hoy nos habíamos centrado en el terreno, no en el árbol.

—Pero mañana no puedo, —recuerdo— este mes no, el otro seguimos. Perdón, está mi papá y lo quiero aprovechar al máximo— doy explicaciones sin saber por qué. Solo salió.

El suave toque que nuestras manos tuvimos y el resultado de ello: una tímida y casi silenciosa carcajada de Zayda puso a latir mi corazón.

—Hazlo otra vez –pedí.

—¿Qué?– Juntó las dos cejas por su confusión.

—Haz lo que hiciste. Eso de –intenté imitar su pequeñísima carcajada, saliendo un terrible risa fea y rasposa.— Me gusta.

—Oh –sonrió y lo volvió a hacer. Es linda. Muy linda. —¿Así? –Pregunta y reímos, separando por completo el pequeño toque de nuestros dedos.

—¡Puaj, asco! ¿¡Cómo te puede gustar eso!?— Digo, refiriéndome a su refresco Mirinda—. No, no, asco. Mejor esto –levanto mi botella de Sprite y sorbo lo último que queda.

Amigos, son hombre. A veces no puede resistir. Sí, lo admito. Repetí en frente de una hermosa mujer.

Ella solo me mira con sus ojos muy abiertos y soltando una rizotada me hace sentir mejor, no solo por su melodía, sino porque lo siento como algo noemal. No como una burla hacia mi, directamente, me río con ella, muy contagiosa de todo.

—Ya me está doliendo el estómago— sigue riendo—, perdón— sigue riendo, ya no está siendo fan gracioso esto. Se agarra el estómago con una mano y con la otra se limpiaba unas cuantas lágrimas que le habían salido debido al suceso tan graciosos que Caley hizo.

Un aplauso para mí, por favor, por el mejor comediante. Salud.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.