Aquí Estoy

Capítulo 7

¿Casualidad?

Después de unos cuantos días con mi papá durante su estancia en casa, sentí una necesidad de verla.

Sí, a ella. A Zayda.

No sé el porqué, quiero creer que es ya que me acostumbré a ella, a su esencia, aroma, a su pelo tan largo. Vaya, no tener vida social si afecta.

—¡Cielo, ya vámonos! –Gritó mi mamá interrumpiendo mis pensamientos.

—Voy— contesté y antes de salir de mi cuarto, me acomodé el pelo para que pareciera entre peinados y despeinado.

Me puse la pulsera que accidentalmente se le cayó a Zayda el día que fuimos a ver el terreno, es rosa, algo que me causa mucha curiosidad es que la encontré cerca del árbol y nunca la vi cerca de él, e incluso estaba llena de tierra como si la pulsera hubiera estado ahí ya hace varios meses, tampoco creo que se hubiera acercado pues muy bonito el lugar, no es.

También me coloqué un anillo en forma de serpiente y solo un poco de loción.

Después de una hora y media llegamos a la locación, íbamos a hacer una sesión de fotos en familia.

La idea fue de papá, ya que quería tener un álbum de nosotros tres solos, puesto que las fotos familiares eran con toda la familia posible.

A mi madre le fascinó la idea, escudándose en: “Para que les muestres a mis futuros nietos, como era su papá de joven y guapo. Lean, no quiero nietos de esa muchachita... ¿Cómo es que se llama? ¿Lila? ¿Lola? ¿Lisa?"

—Lea, mamá. Se llama Lea– le aclaré mientras reía, —Y no, aún somos jóvenes.

Aunque era bonita, no sentía esa química, y yo quería algo como lo de mis padres. Ellos eran mi ejemplo a seguir; eso y que me habían llegado rumores acerca de que se estaba viendo con su ex-pareja.

Mi papá era un reconocido fotógrafo y con su empresa íbamos a tener una hermosa y perfecta sesión de fotos.

—Muy bien—, un joven se acercó a nosotros—. Por allá están los vestuarios que necesitaremos, ya están armando unos pequeños sets para que se cambien. En lo mientras les enseñaré unos ejemplos y ustedes decidirán cuál les gusta más para guiarnos de ahí. Ya saben, poses, gestos— explicó.

Pasadas de dos horas, concluimos. Fue cansado, pero muy divertido.

Ya nos íbamos cuando pude ver a lo lejos algo correr.

Era... Era ¡Zayda!

—Ahora regreso— anuncié.

Mis padres asienten con extrañeza por mi actitud.

Corro a donde ella se encuentra.

—Hola—, saludo con timidez. Es un poco intimidante.

—Hola– voltea a verme con una sonrisa.

—¿Qué haces por aquí?

—Pensé que era muy obvio– dice y señala su botella de agua y un tapete de ejercicio que es donde se encuentra parada.

Trae un short de licra azul con un top a juego, que sin duda le queda muy bien.

—Claro—, río nerviosamente—. No sabía que te gustaba hacer ejercicio— comento.

—Nunca me ha gustado mucho, en realidad me gusta practicar yoga– explica.

—Ohhh... —no puedo evitar apenarme y sonrojarme a la vez—. A mí sí me gusta hacer ejercicio, ¿sabes? Jamás he practicado yoga en realidad, me parece aburrida— Zayda levanta las cejas—. ¿Es muy difícil?— Cuestiono.

—No, en realidad no. Es relajante más bien— asiento.

—Tengo que irme, ¿pero qué te parece si nos vemos el jueves? No, no, el miércoles mejor, —exclamo pensando en mis actividades del día a día—. Sí, el miércoles, ¿en la misma plaza donde comimos?

—Claro— acepta. Vaya, fue más fácil de lo que pensé— ¿Es una cita o es para la leyenda?

—Es... una cita—. Asiento con una valentía que simplemente salió, sin esperarlo.

Supongo que así pasa cuando en verdad quieres algo, o conocer a alguien.




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