De regreso del viaje increíble con mis papás y tener unas vacaciones increíbles, dormí todo el viaje. Necesitaba tener energía para mañana.
Hoy, era mañana. Así que me desperté hasta cierto punto temprano, y bajé a tomar café para después salir a la biblioteca.
No había tiempo que perder.
Al llegar, alzo mi vista buscando una mesa para poder organizar bien todas mis ideas. Ella está ahí.
Se ve tan hermosa, lleva unos jeans y una sudadera color púrpura con un estampado de un oso apoyado en el respaldo de la silla. Suponía que era de ella, pues hasta ahora no le había visto ninguna amiga. Trae también tenis cafés con pequeños colores morados, y una bolsa blanca de mano con manchas negras, como de vaca.
A esta niña le encantan las bolsas.
Estábamos a mitad de diciembre y eso quiere decir que ya hace bastante frío.
En cambio yo, llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una sudadera azul fuerte.
—Hola– saludo acercándome a ella, acomodando mis apuntes y tomando asiento. —¿Me extrañaste?
—Oh. ¡Hola, Lean!
—Shh, calla, nos van a correr– reímos a la par.
—¿Cómo te fue? ¿Me trajiste algo?
—Claro, cierra los ojos y dame esas manos –y así lo hizo, aprovecho para sacar un bote.
Ella al sentirlo, abre sus ojos—Gracias, en serio no debías— parece emocionada y conmovida a la vez—. ¿Y qué es?
—Jarabe de arce, es como la miel de maple, pero de Canadá— explico y me siento mal, cuando lo digo parece que es algo muy sencillo. Digo, sí lo es, pero en lo personal me gustó mucho. Y su sabor era dulce y un poco ácido a la vez, lo cual podía explicar lo que siento estando con ella—Espero te guste. A mí en lo personal me encantó— digo, tratando de arreglar mi desastre.
—Aww, Lean –y diciendo esto se lanza a mí y empieza a darme besos en la mejilla. Accidentalmente giro mi rostro por la sorpresa que me estoy llevando y eso lleva a que ella toque mis labios, a dejar un beso fugaz...
Los dos nos volteamos a ver y estoy seguro de que así como ella se ruborizó, yo también lo hice.
No logro pronunciar nada, ella tampoco solo se tapa la boca con su mano y yo por instinto toco mis labios.
¿Esto es real? ¡Esto fue genial!
—Lean, lo–lo siento, no era mi intención, en serio lo –y antes de que dijera otra cosa la beso.
Quizás no es el momento exacto, pero para el amor tampoco.
Sus labios y los míos se movían al mismo tiempo, como si estuviéramos conectados, necesitados de ambos... Y aunque por momentos sentía la necesidad de ser agresivo, o morder esos labios tan carnosos trato de contenerme, aún así siempre sentí ternura.
Al separarnos, su mirada no podía sostener la mía, así que aproveché para ir al baño, por ciertos asuntos allá abajo.
Juro que fue inconsciente.
Mientras me lavo las manos, pienso en lo que acaba de pasar, necesito pedirle disculpas.
Decidimos hacer como que nada pasó, así que empezamos por lo que vinimos. Ella me comenta que había algo raro en el árbol, y que escuchó y vio algunas cosas el día que fuimos a verlo, pero no estaba segura y yo le comenté lo investigado.
El sábado y domingo iremos a ver el árbol y después sacar conclusiones, fotos, videos, y que ahora sí lleguemos a algo.
Así que, manos a la obra.