Descubrimientos
Playlist
—Love Story– Indila
—Memories– Maroon 5
—Perfect– Ed Sheran
—Simphony– Zara Larsson
—Hijo de la luna– Mecano
—Snowman– Sia
—Hello– Adele
Una semana después de ocultarla a mi primo acerca de Zayda me puse a investigar con la información que me había brindado.
Con ayuda de ella.
—Zayda, tenemos que volver al terreno. –sentencié.
—Lo sé, pero primero contemos las leyendas. ¿Y el vestido? ¿Qué pasó con él?
—Luego te cuento.
Mientras nos dirigímos —de nuevo— al terreno le cuento que tendremos que buscar noticias de las muertes y cadáveres en el bosque.
—Lean, siento algo raro. Desde aquella vez que vi a esa chica... Yo... ¡La pude salvar!, y ahora no sé cómo se encuentra... —Menciona nerviosa.
—Ojos bonitos, estoy seguro de que pronto encontraremos toda la verdad, y... Quizás sí, no pudimos salvarla, —trago duro—, pero después salvaremos a más gente–. Ahora no sabía si lo decía para ella o para mí mismo.
—Te aseguro que yo también he pensado así, solo que, se siente extraño... –confiesa cabizbaja.
—Ya, linda. No te tortures más –dije alzando su barbilla para que pudiera verme a los ojos, para que se viera reflejada en ellos y pudiera ver como yo la veía, tan hermosa, tan pura, tan... Ella—. Mira hagamos algo– dije— después de irnos, te invito a una cita. Paso por ti— sonreí y ella imitó mi gesto.
—¡No! Nos vemos en algún lugar, por favor— aunque eso fue extraño, decido no decir nada y solo aceptar.
—Bien... –refunfuñé. Quizás la cita o el hecho de que a lo mejor conociera a sus padres la asustaba. Y no lo voy a negar, a mí también.
¡Suegritos!
En nuestra ardua búsqueda de más pista en el árbol, encontramos que en este había algunas líneas que unidas parecían ser una puerta, o quizás una ventana. Pero no había llaves, o algo para poder abrirla, así que ya sabíamos nuestra siguiente misión.
Para la cita, le comenté que sería en un palacio o algo parecido a eso, inclusive si quería podía llevar antifaz. El gran baile.
Después de que nuestros caminos se separan corro a mi casa. Saludos a mi mamá y me voy directo al baño. Salgo, escojo el mejor traje, zapatos, camisa, corbata.
Todo lo que un caballero utilizaría. Arreglo mi cabello, me puse loción y chequé mi reloj de manecillas.
6:14 pm
Hora de irnos, chicos.
Antes de salir de mi habitación, me veo en mi espejo de cuerpo completo. Todo un galán, señores y señoras.
Bajo y no escucho movimiento en casa, leo mi celular. Un mensaje de mi madre, habían salido a cenar. Mis papás siempre mantenían pequeños detalles, creo que es algo fundamental del matrimonio y cualquier relación.
Y seguiría los pasos con la futura madre de mis hijos.
Cuando llegó al lugar donde nos encontraríamos Zayda y yo, abro mi boca por la gran sorpresa.
Trae puesto un vestido color rojo vino, con un escote en forma V y abertura en la pierna derecha.
¡Dios mío! Era tan, pero tan hermosa.
—¿Hola?– Saluda ella con timidez.
—Ojos bonitos... Tú... Te–te ves incre... Hermosa.
Perfecta esta noche.
—Gracias, —dice, riendo de una manera casi sutil y viéndome de arriba para abajo— debo confesar que te ves radiante tú también.
—Siempre serás tú –aseguré, sin poder quitar la mirada de ella.
—¿Disculpa?
Tosí—Digo que siempre serás tú la radiante al lado de mí— mejoro y al fin puedo dejar de verla y así no parezco un loco. Aunque si es posible ella puedo volverme lo que sea.
—Soy para tanto. –asegura, sonriente. Y es que verla así, empoderada, radiante sabiendo y reconociendo lo mujer que era, me encantaba.
—Vaya que lo eres. –dije aún deslumbrado con su belleza—. Vamos— le ofrezco mi brazo para que lo tome y podamos caminar uno al lado del otro.
Llegando, el palacio nos recibió con Hijo de la Luna, la cual, por supuesto bailamos.
Mas, sin embargo, la canción que la definió, que nos definió aquella noche fue Perfect de Ed Sheran.
Las canciones de Alec Benjamin igualmente nos acompañaron esa dulce velada.
Pero, mi momento favorito fue sin duda, aquel beso...
Tan fugaz, misterioso, tierno y mágico que cualquier otro... Aunque había dado ya algunos besos nunca se habían sentido como el tocar sus suaves y grandes labios.
Nos encontrábamos bailando Simphony, cuando cerró sus ojos y sus labios se movían a la par de la canción, pero su voz fue la única que escuchaba, tan melodiosa para mis oídos, hasta que abrió sus ojos atrapándome en un laberinto sin salida.
Estoy seguro que brillaron al igual que los míos. Sin poder detenerme junté sus labios con los míos. Sus manos acariciando mi cara, las mías acariciando su espalda, hasta bajar a mi cuello, por un momento dejé de respirar y de sentirla.
Como si solo fuera una estrella fugaz en mi vida, cuál propósito era hacerme sentir adrenalina, un deseo totalmente consumido por fuegos artificiales y deseo para después desaparecer.
Instintivamente abrí mis ojos, ella ya no se encontraba enfrente mío, no estaba más.
Sentí un ligero toque en mi hombro derecho, y solo vi algo rojo moverse rápidamente, volví a voltear y ella estaba ahí.
Nuestros corazones iban tan rápidos que sentía que iban a salirse, sentía que estábamos conectados.
Ella era el amor de mi vida, yo era el suyo. De eso estaba seguro. Estaba seguro que en esta vida así era, y si me equivocaba, en otras lo fuimos.
Tan hermosa, con sus labios carnosos y más delicados que pudiera sentir. En un punto sentí la necesidad de morderlos, chuparlos, hacerla sentir más viva de lo que ella me hacía sentir a mí.
Después se movió hasta quedar espalda con espalda. Volteé y entonces nuevamente estábamos frente a frente. Sentirla cerca de mí, era vida. Sentía que estábamos destinados, los bellos se me erizaban, sus largas pestañas negras como una nube llena de agua, a punto de estallar. De llover.