AquÍ No Hay Amor (dual)

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—¿Tienes algo que ver con esto? —preguntó Celso dejando una hoja en la mesa, bajo la nariz de Vank. Luchó para controlar el volumen de su voz y también para no lanzar su puño antes de recibir la respuesta.

Su amigo se inclinó para leer, pero no la tocó.

—¿Crees que sí? —lo interrogó alzando una ceja. Su rostro se ensombreció a pesar de que entrelazó los dedos para dar la apariencia de estar calmo.

Celso lo miró durante unos largos segundos. Lo conocía, o eso pensaba. Habían cerrado el asunto de Stray y revivido su amistad. Pero aunque intentaba confiar en él como lo hacía antes, se detenía antes de llegar al cien por cien.

—No sé qué creer —confesó, frotándose la nuca—. Pone «dual» en la hoja. Es una de otras miles, y de repente aparecen en Reborn. Justo cuando tú estás aquí. ¿Me equivoco?

—No. Es correcto. Pero yo no tengo nada que ver. Sé que lo hacían. Empezaron con esto hace poco tiempo. Pero si no te enteraste, cabeza hueca, dejé de ser un dual en cuanto te ayudé. No estoy jugando en dos bandos. Y de todos modos, la palabra no describe nuestro grupo, tiene un significado. Dual es un astray… evolucionado, o un reborner… insumiso —se rio Vank, haciendo una pausa cada vez para encontrar la descripción correcta.

—¿Un astray evolucionado? ¿Un reborner insumiso? —Celso lo miró a la espera de más detalles. Vank encogió los hombros y él insistió—: ¿De quién fue la idea?

—No lo recuerdo. Lo importante es que funciona. A la gente le gusta. A ambos lados del río. Dual somos nosotros, todos los que no encontramos un sitio en un lado u otro, sino que queremos crear un puente en el medio y vivir allí.

—No puede ser tan sencillo —Celso murmuró hablando consigo mismo—. La idea es buena, pero es una entre tantas. ¿Qué esperan conseguir? ¿Crees que Reborn está dispuesto a cambiar su estatuto?

—No tengo idea, el tiempo lo dirá. Y no quiero discutir porque volverás a acusarme. —Vank se levantó y estiró los huesos—. Voy a la nevera. ¿Necesitas algo?

—¿Una cerveza bien fría? —bromeó Celso, riéndose cuando la expresión de su amigo cambió de preocupada a melancólica.

—Mataría por una ahora mismo. Te juro que mi organismo está más limpio que el día en que nací. Se siente bien, pero ¿para qué sirve si no puedo disfrutarlo?

—No conseguirán convertirnos, ¿verdad?

—Ni en sueños me convierto. —Sonrió y se frotó las palmas—. Tengo noticias. Roif adoptará a Disi.

Sorprendido, Celso balbució:

—¿Qué? No es posible. ¿Él está de acuerdo? ¿Cómo? Ellos no tienen el sistema.

—No, ellos no tienen el sistema, por eso los documentos se harán en Stray, y Disi está encantado.

—¡Joder! Son noticias maravillosas.

—Y tengo más, pero a ver si pensarás igual.

La sonrisa lobuna de Vank lo puso en alerta.

—Ailyne vino a verme. —Celso soltó un gemido y lo miró, las ganas de pegarle aumentando al ver su sonrisa—. Creo que tiene demasiada sangre fría para ser una mujer. Quiero decir, se ve tan frágil que desearías llevarla en brazos para que no se canse en el proceso de caminar.

Sí, Celso lo sabía muy bien y su mirada prometedora de daños físicos habló por él.

—No, no, no es así —se defendió Vank—. Quería decir que logró mi admiración. Estoy seguro de que es capaz de dirigir la unidad DUAL. Pero estoy divagando. ¿Dónde estaba? Ah, sí… Quiere obtener un estatuto especial para ti y yo entro en el paquete. —Se sentó al lado de Celso y le palmeó amistosamente el hombro—. Así que, tío, puede que estés condenado en Stray, pero en Reborn serás «el héroe», «un modelo de persona» escrito con letras luminosas en mayúscula. En un solo color, se entiende —comentó con rapidez, guiñándole un ojo—. Hablé mucho con ella.

—Tú hablaste mucho… —Celso alzó las cejas—. Con una mujer, con mi…

—¿Tú qué? —inquirió Vank cuando él se detuvo sin acabar la idea.

—Nada. Déjalo. Me iré lo más rápido que pueda. El «estatuto especial» que quiere obtenerme que sea la entrada libre en Stray, porque aquí no me quedaré ni un día más de lo necesario.

—¿Justo cuando existe la posibilidad de que hagan funcionar esos locales de intercambio social para su verdadero propósito? —Vank fingió horrorizarse.

Celso se rio, adivinando lo que tenía en la mente.

—Yo no apostaría. La gente no cambia de un día para otro. Gracias por decírmelo. No quiero nada de esto. Solo quiero… —se detuvo cuando el intercomunicador sonó.

Se quedó boquiabierto y parpadeó hacia Vank al ver la cara de la anciana en la pantalla.

—Hora de arreglar las cuentas —dijo este y desapareció.  

—Definitivamente te quito de la lista de mis amigos y nada de «estatuto especial» para ti —farfulló, secándose las palmas sudorosas en el pantalón.

Miró alrededor mientras esperaba a que subiera la mujer. De lo poco que había visto, los apartamentos parecían clonados. Espacios amplios, paredes–ventanas para facilitar la entrada de la luz natural, la pulcritud que reinaba en cualquier estancia y la falta total de colores. En aquel instante todo eso le era de ayuda, no tenía que correr para limpiar. No había ningún calcetín bajo el sofá, ni marcas dejadas por las tazas demasiado calientes en la mesa, ni… una mota de polvo.




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