Árbol del Juicio

Capítulo 6

Abraham, Bastian y Kya una vez decidido su plan partieron lejos de aquel lago.

—¿A dónde vamos exactamente? —Abraham preguntó.

—Iremos con un viejo amigo de Wirm...

—¿Podemos confiar en él?

—Eso espero. Es el Guardián del Árbol de la Deducción. Me ha contado muchas cosas sobre él así que no debería haber problema.

—¿Y dónde se supone que esta ese tal árbol?

—En el parque Beaconsfield.

—¿En ese parque hay un árbol de esos? —cuestionó Bastian con sorpresa, olvidando momentáneamente su actitud con la joven.

—Por supuesto, hay en todas partes, incluso hay uno debajo del mar.

—¿Debajo del mar? —repitió Abraham.

—Sí, en lo que ustedes llaman la ciudad de Atlantis o algo así.

—¿Existe la Atlantis?

—Oh, tal vez no debería haberlo mencionado

Kya se quedó callada y Abraham con una cara que delataba su sentimiento de querer saber más.

Sin perder más el tiempo se encaminaron al frente atravesando las calles, que a esa hora del día ya se encontraban semidesérticas lo que volvía más sencillo transitar por ahí sin temor a ser vistos.

Cuando cruzaron por una de las calles Abraham se detuvo precipitadamente al notar que al otro lado se hallaba un vehículo de la policía, parecía estar esperando por algo afuera de una panadería sin sus dueños a la vista.

Abraham tuvo el fuerte presentimiento asaltando su cabeza de que lo estaban buscando, se giró hacia Kya que estaba a su lado a la vez que decía:

—Me están buscando.

—¿Quiénes?

—La policía, ¿los ves? —apuntó con su índice hacia delante.

—Es sólo un auto con una cosa arriba.

—No has salido mucho de tu antiguo puesto, ¿verdad?

—¿Te estás burlando?

—No quise decir eso, es sólo que no parece que sepas mucho de mi mundo.

—Cuando era una Guardián no tenía permitido alejarme demasiado del árbol a menos que fuera necesario.

—Y yo fui ese "necesario", ¿cierto?

—Ya no hablemos del tema. Si lo que dices es cierto entonces tendremos que rodear, por aquí.

Kya los hizo virar a la derecha y tras cruzar la avenida se toparon con un callejón ausente de luces.

Abraham sintió de pronto un escalofrió pasar por su espina dorsal y dejó de caminar. Una voz percutió en sus oídos.

No confíes en ella... —era el mismo tono frío y espeluznante de aquella vez en el cuarto oscuro que después de todo lo que había pasado no lo recordaba. Ahora que se detenía a pensar no tenía ninguna relación con Edaland, lo que volvía ese recuerdo aún más extraño y misterioso.—¿Estás bien? —preguntó la voz de Kya sonando distante sin provocar ninguna reacción en él.

Yacía estático con los ojos bien abiertos y su boca entreabierta, era como vivir un déjà vu y no le agradó en lo más mínimo, cuando finalmente salió del trance lo único que pudo hacer fue caer de rodillas.

—La voz... Díganme que la escucharon —dijo Abraham con sus palabras entrecortadas, aun  cuando ya estaba seguro de la respuesta.

—¡¿Voz?! —exclamó Bastian—, yo no oí ninguna voz más que la de Kya.

—Ni yo —afirmó ella en confusión—, ¿Qué dijo?

—Dijo... —se quedó callado, pensando en lo que había escuchado—, lo... lo olvidé.

Prefirió mentir, sin saber si era prudente contarles. Sin agregar nada más se paró un poco aturdido, no sabía qué sentir al respecto y aborrecía la idea de que aquella voz no hubiera parado. 

Decidieron restarle importancia al tema pues en ese instante era más relevante hallar a ese tal guardián que Kya había mencionado.

Una vez afuera continuaron su viaje en silencio. Con cada minuto que pasaba el día se hacía más oscuro, las farolas se iluminaban y las estrellas se volvían presentes en el cielo.

Cuando llegaron a la entrada del parque Beaconsfield se encontraron con que estaba cerrada.

—Es una pena, está cerrado. En fin, vámonos —dijo Bastian con tono despectivo al mismo tiempo que se daba la vuelta.

Kya lo tomó del cuello de su camisa antes de que pudiera dar otro paso.

—No nos daremos por vencidos tan fácil —indicó.

Ella soltó a Bastian y de un salto empezó a escalar la alta reja pintada en color rojo con su largo cabello sacudiéndose de un lado a otro, al llegar a la cima se sentó sobre el borde y miró hacia abajo.

—¡Suban! —exclamó.

—¡¿Cómo esperas que subamos esa cosa? —preguntó Abraham en un grito, no era un experto en escalar sin embargo supo que había otra forma de atravesar la entrada sin hacer mucho ruido—, ¡mejor pasa al otro lado y desde allá ábrenos!

En lugar de darle una respuesta, Kya se tiró desde arriba y cayó al suelo con delicadeza, era como una pluma cayendo desde un barranco. El perder su posición de guardián no parecía haber afectado su estado físico, incluso Abraham tenía la certeza de que si alguna vez ella se enfrentaba a un león ganaría sin dudar.

Kya rompió el candado de una patada y con una sonrisa pintada en sus labios abrió la reja que los separaba.  

—No te cansas de presumir, ¿no? —murmuró Bastian.

La joven no pareció darle importancia a su comentario. Abraham tampoco lo hizo y entonces los tres entraron. 

El parque centelleaba belleza, a cualquier rincón que se mirara se encontraba repleto de arbustos y árboles, caminos trazados en tierra señalaban diferentes direcciones, aunque Kya daba la impresión de saber por dónde iba. De tratarse de otra persona ese lugar le habría parecido todo un laberinto, pero Kya no era una persona, sino una Edaliana.

Avanzaron varios metros hasta que finalmente se encontraron con un inmenso árbol lleno de hojas color naranja a causa del otoño, sus raíces sobresalían por la tierra y su tronco era grueso e imponente.

—¿Segura que no es una trampa? —preguntó Abraham con voz temblorosa, sin necesidad de que le explicaran ya había dado por hecho de que se trataba del Árbol de la Deducción.



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En el texto hay: fantasia, misterio, mundos

Editado: 18.01.2021

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