Cuando la luz se desvaneció Abraham observó que Edaland no era como lo recordaba.
Sonidos de explosiones perturbaban sus oídos y las calles tanto como las casas se encontraban devastadas cubiertas de restos y lamentos, los Edalianos iban de un lado a otro combatiendo contra las mismas sombras que azotaban la tierra.
No parecía muy diferente a como estaban las cosas en su mundo, aunque la gran diferencia caía en que los habitantes de Edaland no parecían tener miedo y daban su vida sin pensar por proteger a los suyos, incluso las criaturas que alguna vez sirvieron de transporte luchaban ferozmente contra los Beldaedrodarks.
Kya y Abraham bajaron de la plataforma para luego correr entre los restos de la ciudad esquivando los enfrentamientos los cuales se desarrollaban a tan poca distancia suya.
—Crucemos por la escuela —ordenó Kya—, necesito asegurarme de que los niños estén bien.
Abraham no opuso resistencia y los dos se encaminaron al frente virando a la izquierda al final de una calle, llegaron a una espaciosa plaza con una fuente en su centro, no había absolutamente nadie metros a la redonda lo que produjo una amarga sensación en Abraham.
—Deberían de estar adentro —dijo Kya y sin previo aviso corrió hacia una de las construcciones, se acercó a su puerta principal y la abrió de una patada, Abraham la siguió de cerca y reparó en que el edificio era similar a su antigua escuela, sólo que ésta era de un piso.
Al entrar notó que los pasillos eran anchos y habían múltiples corredores que daban a diferentes direcciones, de repente se escuchó un estrépito sobre sus cabezas, el sonido prosiguió por unos minutos más como un martillo golpeando contra un gong y cuando por fin paró en el techo se dibujó un boquete con pedazos de madera cayendo de él a sus pies.
Del agujero se asomó un Beldaedrodark con sus ojos brillando en color azul. Empezó a despedazar la madera con sus garras para abrirse paso, cuando lo hizo bajó tan rápido que apenas si parecía un borrón negro, pegó un golpe tan fuerte en el suelo que movió el piso.
Kya se apresuró a moverse delante de Abraham, protegiéndolo con su escudo que se activó tan pronto como el Beldaedrodark atizó su primer ataque contra ellos, la criatura chocó contra el escudo invisible que lo empujó hacia atrás haciendo que golpeara contra una de las paredes y dejara su marca sobre la superficie.
—¡Yo puedo contra él! —gritó una voz infantil al otro extremo del corredor.
Un niño se aproximó hacia ellos con un pequeño arco entre sus manos y una flecha preparada, soltó la cuerda haciendo que la flecha saliera disparada en dirección del Beldaedrodark que se encontraba aún incrustado sobre la pared sin moverse por el impacto, el proyectil penetró en su cabeza justo en medio de sus dos ojos.
La criatura se esfumó en el aire provocando que la flecha cayera al suelo.
El niño se acercó a la escena recogiendo su munición, luego miró hacia Kya y Abraham con un semblante serio. Su pelo era blanco como la luna, un par de pecas cruzaban por el puente de su nariz y sus grandes ojos mostraban dos diferentes colores: verde y miel.
—¿No deberían estar afuera en la guerra? Yo estoy encargado de este lugar —espetó él.
—¿Encargado? ¿Qué edad tienes? —preguntó Abraham confundido.
—Nueve, casi diez, pero aún no tengo permitido participar en la batalla.
Por algún motivo a Abraham no le sorprendió saber esa información.
—¿Estás seguro de que no quieres que te ayudemos? —cuestionó Kya.
—Lo tengo todo resuelto, entrené toda mi vida para este día —respondió el niño con certeza.
—¿Este día ya estaba planeado? —inquirió Abraham todavía detrás de Kya.
—No exactamente, sin embargo los Sabios asumieron que este momento alguna vez pasaría.
Kya asintió con la cabeza.
—De acuerdo, parece que tienes todo controlado —dijo ella, luego se volvió hacia Abraham—, vamos, tenemos que irnos.
El niño dio un paso hacia adelante.
—¿Volverán al campo de batalla? —preguntó él.
—No vinimos por la pelea —contestó Abraham—, estamos en una búsqueda.
—Yo soy bueno buscando cosas.
—Lo que buscamos no es ningún juego.
El niño se cruzó de brazos y arrugó la nariz.
—¿Parece que yo estoy jugando? Acabas de verme matar a un Beldaedrodark, exijo saber acerca de su búsqueda.
—No creo que sea asunto tuyo pero si realmente quieres saberlo está bien, estamos en busca de unas semillas, ¿contento?
—¿Y tienen idea de dónde están?
Abraham vaciló.
—No, pero...
—Entonces no se hable más, ¡voy con ustedes!
Kya lo detuvo antes de que pudiera decir otra cosa.
—No puedes ir con nosotros, se supone que estás cuidando de este instituto.
—Ellos pueden protegerse por su cuenta, para eso estamos entrenados, yo sólo estaba haciendo una guardia —se dibujó una sonrisa en los labios del niño y se inclinó levemente hacia ellos—, mi nombre es Renn, será un honor acompañarlos.
—Pero ni siquiera te hemos aceptado —se extrañó Abraham.
—No importa, los seguiré de todas maneras, me muero por salir de este agujero —respondió Renn con entusiasmo.
— No permitiré que vayas con nosotros —agregó Kya—, es muy peligroso, además no estamos seguros de la ubicación de las semillas...
—Nuestra aventura será maravillosa —dijo Renn, ignorando la advertencia de la joven—, estoy seguro de ellos. Por cierto, ¿Dónde está lo que vamos a buscar?
—Son semillas, ya te lo dijimos y no sabemos dónde encontrarlas, ¿acaso tienes cera en los oídos?
—¿Para qué buscan unas semillas en medio de la guerra?
—Son especiales, si las usamos bien tal vez detengamos todo esto.
—¡Una razón más para acompañarlos! No importa que no sepan su ubicación, conozco todo Edaland mejor que nadie.
Kya se giró en dirección de Abraham.
Editado: 18.01.2021