Árbol del Juicio

Capítulo 11

Abraham trató de mantener calma aun cuando los Beldaedrodarks se acercaban cada vez más y el sentimiento de desesperación lo cegaba.

Apretó sus puños con fuerza y esperó que su plan saliera como lo había imaginado.

Era ahora o nunca.

Cuando los Beldaedrodarks estuvieron lo suficiente cerca agarró una de las ramas sobresalientes de la fogata y la alzó en lo alto al mismo tiempo que corría en dirección del lago.

Sin necesidad de girarse tenía la certeza de que las espantosas sombras lo estaban siguiendo y pudo sentir la adrenalina correr por sus venas.

Llegó a la orilla del lago y dio media vuelta encarándose a los Beldaedrodarks los cuales estaban tan próximos de él que podía ver la maldad que cubría sus ojos. Oyó a lo lejos como Renn y Kya le gritaban, pero él los ignoró, tan concentrado en sus actos que ni siquiera era capaz de despegar la mirada de los monstruos.

Abraham sintió un escalofrío subir por su espalda hasta llegar a su nuca, antes de que uno de los Beldaedrodarks, el cual iba en la delantera, estuviera a punto de tomarlo por la mano, Abraham se impulsó con brusquedad hacia atrás, perdiendo el equilibrio y cayendo al agua junto con la antorcha.

Los Beldaedrodarks no dudaron en seguirlo.

Abraham por algún extraño motivo no se sentía asustado, sólo dejó que su cuerpo se hundiera por la gravedad, sus ojos estaban abiertos y podía ver como las sombras se arrastraban al interior del lago para alcanzarlo.

Quizá así estaba mejor, todo lo había provocado él, quizá no estaba destinado a arreglar nada y Kya estaría mejor sin ayuda suya, después de todo era una guerrera y ya sabía dónde se encontraban las semillas, ¿de qué le servía un niño de 12 años que no sabía hacer nada? Incluso Renn era más útil que él.

Quizá el mundo estaría mejor sin su presencia.

Quizá sólo debía cerrar los ojos y aceptar que no podía cumplir con la búsqueda que el delfín le había confiado.

¿Te rendirás tan fácil? —resonó una voz en su mente, a pesar de parecerle conocida no lograba identificarla—, aún no puedes renunciar, debes terminar lo que has empezado, ¿Qué pensará tu familia si te das por vencido? 

Pero... No puedo —pensó Abraham cerrando sus parpados— , soy débil, jamás me han tomado en serio, siempre he sido una burla, ellos estarán mejor sin mí. Probablemente estaría mejor muerto.

Abraham Newman, eres un humano, eso es verdad, pero eso no te hace débil sino aún más fuerte, Kya, Renn y todos los Edalianos podrán ser grandes soldados y guardianes, sin embargo ellos no poseen las facultades que los humanos tienen y por lo tanto no pueden pensar más allá de lo que ya está programado en sus mentes. Ese cuento del que te hablaron es real, el mundo de Edaland siempre estuvo incompleto, las semillas son la clave para que por fin encuentren lo que más han anhelado: La paz. Su mundo desde siempre ha estado dividido y sólo tú puedes ayudarlos a restaurar el orden.

¿Pero por qué yo? No tengo nada en especial. Sólo soy un niño...

Eres más especial de lo que crees, puedes ver a los Árboles Fuente y a este mundo por una razón, una vez que la conozcas sabrás de lo que eres capaz. Abre tus ojos y lucha, Abraham.

Y Abraham obedeció.

Percibió tortuosamente como el agua entraba por sus pulmones y esa sensación de ahogo invadió su pecho, sólo podía ver el cielo rojo distorsionado por el agua y a las sombras flotar a su alrededor envolviéndolo como una manta negra que lo presionaba cada vez más.

Pataleó con todas sus fuerzas tratando de impulsarse con todas las extremidades de su cuerpo hacia arriba, agradeció esas clases de nado a las que Lucy le había obligado a acompañarla, pues en ese momento realmente las necesitó.

Estaba a punto de alcanzar la superficie con un sentimiento de esperanza creciendo en su interior cuando sintió que algo que se asemejaba a gruesa soga lo tomó del tobillo jalándolo hacia el tenebroso abismo del lago.

Abraham forcejeó para soltarse desesperadamente sin embargo fue en vano, los Beldaedrodarks seguían a su alrededor, no parecían importarles que una extraña cosa lo estuviera hundiendo.

De improvisto las sombras se alejaron de él y un par de figuras que no alcanzaba a ver con claridad se presentaron ante ellas, desatándose una verdadera pelea que Abraham no pudo presenciar más, ya que su visión se tornó negra y no tardó demasiado en caer inconsciente.

Después de todo, tal vez sí era su final. 

Te lo dije —pensó Abraham por última vez.

No obstante despertó tosiendo el agua que se había acumulado en sus pulmones.

Su garganta ardía y un dolor no paraba de martillar contra su cabeza.

Abraham palpó una superficie suave bajo sus dedos y la envolvió en un puño, la acercó a la altura de sus ojos advirtiendo en que se trataba de arena que caía con suavidad de sus manos.

Se levantó con torpeza, le costaba recordar lo que había sucedido, únicamente rescató haber hablado con Kya y Renn poco antes de encender la fogata que había atraído a los Beldaedrodarks.

Pero lo demás se encontraba en blanco.

Se sobó la cabeza y caminó un poco hacia delante hasta topar con una pared invisible que lo hizo retroceder al instante.

—Ouch —se quejó Abraham mirando con estupor lo que lo había alejado, aunque no había ninguna pared frente a él ni nada que lo hiciese frenar, sino que cruzaban en el aire todo tipo de peces y vida acuática.

Abrió tanto los ojos que casi sentía como si estuvieran a punto de salirse de sus propias cuencas. Era imposible, aunque pensándolo bien ya no sabía cuál era la definición correcta de esa palabra.

Era un hermoso arrecife aun cuando no lograba descifrar de cómo algo así podía suceder.

Abruptamente sus últimos recuerdos golpearon su mente. Pero eso tampoco lo ayudó a resolver la interrogante de cómo podía respirar bajo el agua.



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En el texto hay: fantasia, misterio, mundos

Editado: 18.01.2021

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