Abraham y Quiromé llegaron a la orilla del lago, Kya y Renn ni siquiera tenían la oportunidad de mirarlos o de reparar en su presencia, pues estaba muy ocupados combatiendo contra los Beldaedrodarks que eran a lo sumo unos diez o quizá más.
Abraham salió del agua apoyando sus antebrazos sobre la tierra para levantarse, su cuerpo se sentía más pesado de lo habitual gracias a que su ropa estaba empapada de pies a cabeza.
—¡Kya, Renn, estoy de vuelta! —gritó, poniéndose de pie tambaleante, era muy diferente volver a sentir la gravedad de ahí a la que se había acostumbrado bajo el lago.
Ninguno de ellos se volvió a mirarlo, sino que parecieron concentrarse aún más en su pelea, Renn disparaba flechas que al impactar contra un Beldaedrodark lo hacía desvanecer como la oscuridad cuando aparece un rayo de sol por la mañana, mientras que Kya luchaba cuerpo a cuerpo con una espada que sostenía en sus manos, aún cuando las sombras malignas la rehuían debido a su escudo.
—¿Desea que me encargue, señor Abraham? —preguntó Quiromé y el agua en su burbuja pareció ondear.
—Eh... ¿sí? —respondió Abraham.
—Como usted ordene, señor Abraham.
Quiromé agitó repetidamente sus aletitas y de la burbuja salió otra más pequeña de color púrpura, la cual flotó en el aire hasta llegar hasta la posición de Kya y Renn.
Una vez ahí explotó.
Abraham se sorprendió cuando oyó un estrepito provenir de la burbuja, no obstante, ésta no provocó ningún daño aparente o al menos no para ellos, pues cuando miró con detenimiento se fijó en que los Beldaedrodarks ya no estaban.
Kya y Renn lucían anonadados, se volvieron hacia Abraham con sus miradas cansadas y posturas agotadas.
Kya arrastraba su espada, por lo que Abraham pudo analizarla con mayor claridad, tenía una empuñadura de hueso con pequeños pero resaltantes detalles de oro que brillaban sobre su superficie, la hoja que era de un sólo filo y poseía en su punta un sobresaliente que podía desangrar fácilmente a cualquier enemigo en el que la atravesara.
—¡¿Tienes alguna idea de la idiotez que cometiste?! —le gritó Kya furiosa mientras arrugaba el entrecejo y se acercaba a él—, ¡Creí que estabas muerto... de nuevo! Como sigas haciendo eso me darás un infarto y la próxima vez que lo hagas no volveré a esperar por ti.
Abraham retrocedió un poco.
—Cálmate, no es para tanto —contestó, eso sólo pareció enojar aún más a Kya.
—¡¿Qué no es para tanto?! —repitió ella—, te estuvimos esperando por toda una hora.
—Pero ya estoy aquí, eso es lo importante, ¿no?
—¡Eres un idiota! —le insultó a la vez que levantaba su espada y la apuntaba a su pecho.
Quiromé interrumpió al ver aquella escena y rápidamente se interpuso entre Abraham y la espada.
—No me importa que tanto se conozcan —dijo el pez—, pero el señor Abraham es un descendiente directo de los fundadores y por ende merece respeto.
—¿Descendiente de los fundadores?, ¿de qué rayos estás hablando? —Kya bajó su espada, mirando intrigante y confundida a Abraham—. ¿Crees que podamos hablar en privado?
Abraham no quería, sabía en los problemas en los que se había metido, sin embargo posponer esa conversación podía ocasionarle más conflictos, así que no tuvo más remedio que asentir con la cabeza en respuesta a ella.
—Si tú lo dices —murmuró.
Entonces los dos se apartaron de Quiromé, a quien Renn ya se había acercado y comenzado a hablar. Cuando se alejaron lo suficiente Kya se detuvo y dando media vuelta para encararlo le preguntó:
—¿Me puedes explicar cómo es que un Ritrax asume que eres un descendiente de los fundadores?
—Es una larga historia...
—La escucharé con gusto —respondió Kya, cruzando sus brazos sobre su pecho y dedicándole una mirada expectante.
Abraham le contó todo lo que había sucedido en el lapso de tiempo en que se habían separado, omitiendo algunos detalles que consideró innecesarios como el juego mental que le había hecho creer a Quiromé que tenía poderes. Al finalizar Kya lo miró con una mezcla de curiosidad e incredulidad.
—¿Me estás diciendo que le mentiste a un Ritrax? Ni diez de los mejores guerreros de todo Edaland podrían con siquiera uno de ellos y tú te tomaste la libertad de engañar a uno.
—Ese Ritrax tiene un nombre y es Quiromé...
—¡No me interesa su nombre! Lo que has hecho no sólo es algo estúpido sino también suicida.
—Si lo que dices es cierto entonces él no puede saber la verdad.
—¿Y planeas arrastrarnos a Renn y a mí en tu mentira? Ve y dile a ese Ritrax que regrese de donde vino.
—No puedo hacer eso, Quiromé no me dejará en paz. Además, podría aportar mucho a la misión, tú me hiciste aceptar que Renn se uniera a nosotros, ¿no puedes aceptar a Quiromé también?
—Eso fue diferente, Renn no nos matará si descubre que no eres un "genuino" descendiente de los fundadores.
Kya miró en dirección de Renn y Abraham la imitó, los dos observaron al niño mostrarle al Ritrax como disparaba con su arco clavando algunas de sus flechas sobre la superficie de un árbol no muy lejos de ellos.
—Creo que es demasiado tarde para deshacernos de Quiromé —murmuró Abraham.
—Si algo sale mal con esto quiero que sepas que te culparé —contestó Kya—. Y bien, ¿al menos conseguiste información de algo? Se supone que las pistas para encontrar las semillas están en ese lago.
Abraham sintió su sangre helar y por unos segundos su mente se quedó en blanco.
—¡Es verdad! —exclamó y golpeó la palma de su mano contra su frente—, me olvidé por completo de eso.
—Olvidas muchas cosas, ¿sabes?
—Aunque está la Flushliana de la que te hablé, ella podría ayudarnos.
—Los Flushlianos son demasiado egoístas como para querer ayudarnos sin obtener algo a cambio, aparte creo que los Beldaedrodarks que mandaste al fondo del lago los dejarán entretenidos por un buen rato defendiendo su pequeño y delicado reino.
Editado: 18.01.2021