Mew abrió los ojos y se movió un poco. Estaba cómodo y calentito, así que pensó que quedarse en la cama un ratito más no sería mala idea. Movió un poco la cabeza y se encontró con un par de ojos negros que la miraban brillosos.
- ¡Gulf!- dijo y trató de incorporarse.
Gulf se acercó a él y lo detuvo.
- ¡Tranquilo! Aún no puedes levantarte. No al menos hasta que el Doctor Mackay te revise.
Mew estiró sus manos hacia el joven quien no dudó en sentarse en el borde de la cama y fundirse con él en un abrazo.
- No sé que sería de mí si algo malo te hubiese pasado allá arriba.
Mew, cautivado, lo miró fijamente.
Sus rostros estaban muy cerca. Tanto que Mew podía notar la respiración de Gulf en su cara.
- Gulf, me has salvado la vida.
- Tú me la has salvado a mí.
- ¿Cuándo?
- Cuando me permitiste ser tu amigo.
Una tos bastante improvisada les llegó desde el agujero de la escalera del entrepiso. Lo que provocó que Gulf se separara de Mew y se pusiera de pie, casi violentamente. El Doctor Mackay miraba a los dos con una sonrisa pícara.
- ¡Bienvenido, Mew!- dijo con tono alegre- Hemos estado preocupados.- Y sus ojos inevitablemente se clavaron en Gulf quien pareció ruborizarse aún más de lo que ya estaba.
- Yo…esperaré abajo.- balbuceó y desapareció por el agujero no sin antes guiñarle un ojo a Mew quien parecía mirarlo con devoción.
Leo subió al entrepiso poco después, al enterarse por boca del propio Gulf que el jovencito ya había recuperado la conciencia. Y llegó allí justo para oír que el Doctor le pedía que guardara un par de días de reposo, como medida de precaución.
- Tío Leo… ¿qué ha pasado con…?
Mew miró de reojo a Mackay. Aún no olvidaba cómo la joven Didiayer había reaccionado cuando supo que entre los talentos de su flamante amigo estaban, además de la tarta de manzanas, la capacidad de ver y hablar con los espíritus de los muertos, o al menos con uno en particular.
- Mew, nuestro Doctor está al tanto de todo. Cuando Gulf te trajo, nos contó lo que pasó. Fuimos a buscar a…Bastian, una vez que el incendio estuvo completamente apagado. Ahora Bastian descansa en paz, en el cementerio, junto a los suyos.
Mew hizo una extraña mueca.
- Ése no era Bastian. Era solo su ropa. Él mismo me lo dijo.- suspiró Mew.
Leo y el Doctor Mackay intercambiaron miradas pero ninguno de los dos dijo nada.
Mew entonces pareció recordar de que el incendio había sido intencional.
- ¡Fue Patterson!- gritó nervioso y trató de levantarse de la cama.
Pero Leo la detuvo.
- ¡Mew, tranquilo! Ya lo han atrapado. Cuando Gulf contó todo al comisario, éste fue a por él. Lo encontraron tratando de escabullirse en el puerto. Apenas vio a las autoridades, quiso huir primero pero luego terminó por confesar todo.
- ¿Y el Bosque Milenario?
- Al principio, cuando escuchamos las campanadas, no les dimos demasiada importancia pues el joven Gulf Lynch bastante a menudo las ha hecho sonar, sólo por diversión. Pero el tañido persistía así que nos dimos cuenta de que era algo grave y nos reunimos en el camino de piedra. Todo el pueblo estaba allí y en seguida vimos el fuego y comenzamos a cargar cubos de agua del riachuelo. La lluvia hizo el resto. Fue como una bendición del cielo.
- ¿Es cierto que has visto a Bastian?- parecía que Mackay ya no podía aguantar más al hacer esa pregunta- De otro modo no se explica todo lo que sucedió.
- …Y los mineros…- dijo Mew recordándolos de repente.
El médico y Leo volvieron a intercambiar miradas.
- Los he visto… Se los aseguro.- se apresuró a decir Mew.
- Sí, te creemos. Gulf también los ha visto y nos contó que fueron ellos los que les salvaron la vida, o hubieran caído de por lo menos cincuenta metros.- Leo sentía escalofríos en la espalda.
- Ahora parece que Gulf Lynch también puede ver espíritus.- reflexionó Mackay.
- Bueno, la sangre Druida corre por las venas de varios en esta isla. Llevamos tantos años aislados de los de Tierra Firme que no me extrañaría que los Weiss y los Lynch tuvieran un ancestro en común.- dijo Leo sonriendo.
- ¿Me dejas comentarle eso a la tía Ruth…, digo, a la señorita Weiss?
No pudieron parar de reírse por varios minutos.
Después de que el Doctor se hubo retirado, Sarah aprovechó para hacerle una visita a Mew. Luego de preguntarle varias veces si en verdad se sentía bien, lo abrazó dando un suspiro de alivio.
- Estuvimos todos muy preocupados.- dijo acariciando el cabello del jovencito- pero ya pasó. Y lo importante es que estás bien.
- Gracias a Gulf.
- Gracias a Gulf.- reconoció Sarah sin arrugar la nariz, lo que le confirmó a Mew que a partir de ese momento el joven Lynch ya era bien y totalmente recibido en Arcadia.