Varios días después, Mew recibió con alegría la gran noticia. Parecía que, después de todo, la visita del señor Stanton no había sido tan mala. Y aunque al principio no se había llevado una buena impresión de los Weiss de Arcadia, gracias a algunas lenguas mal intencionadas que nunca faltan sea que uno viva en una isla o en tierra firme, una última charla que tuvo antes de tomar su ferry le hizo cambiar de parecer.
Finalmente, Los Weiss de Arcadia tenían la tenencia definitiva del joven Mew.
Y como era vísperas de Navidad, la familia no pudo haber recibido un mejor regalo que aquella noticia tan deseada.
- Gracias, Gulf.- le dijo Mew después de la cena de Nochebuena, cuando ya sus tíos se hubieron ido a dormir y el Doctor Mackay, su hija y la tía Ruth, se hubieron marchado también.
Gulf lo miró con picardía en la penumbra de la cocina.
- ¿Gracias por qué?
- Tú sabes porqué… En la carta, el señor Stanton no dice con quién habló en el puerto pero sé que ha sido contigo. Tú mismo me lo has contado.
Gulf pareció sonrojarse.
- Gracias.- repitió Mew sonriendo- ¿Qué le has dicho? ¿Cómo lo has convencido?
Gulf se encogió de hombros y dijo:
- Me presenté y le pedí prestado el periódico que llevaba bajo el brazo y le leí un par de titulares. Él me miraba sin entender nada, hasta que le dije que un mes atrás yo no hubiese podido hacerlo. Le conté que, gracias a ti, que me enseñaste a leer he descubierto todo un mundo nuevo. Además le dije que antes de conocerte, solo me dirigían la palabra para burlarse o maldecirme. Le dije que me salvaste la vida, con tu amistad. Y que si habías hecho eso en menos de un mes, que pensara qué podías lograr hacer aquí si te daba la oportunidad de quedarte. Hasta ahora, yo no sabía que decisión iba a tomar. Pues se subió a aquel ferry sin decirme nada. Pero ahora sé que ha tomado la decisión correcta.
Mew, totalmente conmovido, lo abrazó.
- Gracias.- dijo sintiendo como un par de lágrimas le mojaban las mejillas.
Gulf no dijo nada. Tenía los ojos brillosos y solo fue capaz de esbozarle una sonrisa.
- Estoy encantado de tenerte aquí.- dijo un minuto después, haciendo un esfuerzo para que Mew no lo viera llorar- Y al parecer no soy el único…- bromeó.
Mew sabía que, por su tono de voz, no se refería a su tíos.
- Jerome Olijnik parece estar encantado con… Arcadia.
Mew lo miró sonriente.
- Sí…,- dijo Mew casi en un susurro- lástima que… Arcadia parece estar encantado con…alguien más…
Y con un lento y efusivo movimiento de sus largas pestañas, hizo que Gulf sintiera que las piernas se le aflojaban. Mew se le acercó y le dio un dulce beso en la mancha de su rostro, pero lo suficientemente cerca de la boca como para que el muchacho sintiera que el corazón se le iba a salir del pecho en cualquier momento.
- ¡Feliz Navidad, Gulf!
- ¡Feliz Navidad, Mew!
Mew desapareció escaleras arriba, con las mejillas sonrojadas. Un viento delicado movió algunas nubes, dejando al descubierto una luna grande y redonda que iluminó a Gulf directo a la cara. Éste vio su reflejo en el vidrio de la ventana y sus ojos, inevitablemente, se clavaron en su mancha.
- ¿Será posible que los bellos se enamoren de las bestias en la vida real?- se preguntó, mientras caminaba lentamente hacia el altillo y observaba por la ventana la primera nevada.
Y un sonido ululante proveniente del jardín, se coló por una ventana entreabierta y pareció sonar como un firme “ sí”…
Gulf lo tomó como una buena señal. Después de todo, los sueños en aquellas tierras lejanas, siempre terminaban por hacerse realidad…