Arcadia

Capítulo 11: Rodina, la vieja patria.

Era una bella mañana, la escuela emitía una energía agradable. Los rayos del sol, brillantes y dorados, se filtraban a través de las altas ventanas y bañaban el gran salón en una luz suave que prometía el comienzo de algo asombroso. Era el día de ''La Especialización'', un evento que solo se celebraba una vez por quinquenio, para marcar el fin de una etapa y el comienzo de otra.

El aire vibraba con el murmullo de cientos de conversaciones, mientras estudiantes de todos los cursos se reunían, algunos con nerviosismo y otros con grandes expectativas puestas en el día que representaba la culminación de un largo año de estudio. La ceremonia no era solo un rito de paso; era el momento en que los alumnos graduados, elegirían su destino y se comprometerían con el camino que habían decidido seguir, algunos de estos los llevarían por senderos muy alejados de todo lo que conocían.

Las fragancias dulces de los perfumes y el aroma de las ropas nuevas a estrenar se mezclaban en el ambiente, creaban así un aroma que era sinónimo de tradición y felicidad. Los pasillos se desbordaban con el regocijo de aquellos que iban con pasos apresurados entre risas cordiales. Mientras la mayoría de los jóvenes se dirigían hacia el salón principal, donde se llevaría a cabo la ceremonia, otros preparaban sus salones para la celebración posterior.

En el centro de todo, un testigo silencioso esperaba, declarante de los sueños y aspiraciones de generaciones. Hoy, sería Noah quien se pararía allí, compartiendo sus pensamientos e ilusiones, no solo como un estudiante que se gradúa, sino como un joven prometedor con un objetivo extraordinario, el de enfrentarse al vasto, desconocido y mortal mundo que se extiende más allá de las paredes protectoras de las Arcas.

La multitud de estudiantes se congregó bajo la cúpula estrellada del gran salón de graduaciones, como si se tratara el techo del mismo cosmos y simbolizaba las posibilidades infinitas de aquellos estudiantes tan prometedores. "La Especialización", el evento de graduación que marcaba el final del Pentagram y el comienzo de nuevas vidas para los graduados. Noah, con un esmoquin negro formal, sube al podio, al ser el mejor estudiante de su año le correspondía el honor de dar el discurso final que debería servir de inspiración tanto para las futuras generaciones como para aquellos que ya se dispondrían a buscar su futuro. Su mirada nerviosa recorre la sala, buscando apoyo en rostros familiares, pero el vacío de dos ausencias pesa en su corazón.

— Hola a todos, algunos ya me conocen y otros no tanto. Soy Noah Viden, y este año tengo el honor de darle cierre al curso escolar. — hizo una pausa para calmar el temblor de sus manos sudorosas. — En momentos como este recuerdo palabras que siempre me dieron fuerza, palabras que me decía mi padre cuando niño y que se quedaron grabadas en mi como un mantra. Es una sola frase, pero con el poder de traerme a este podio. Hoy quiero compartir con ustedes esa frase, quizás resuene en alguno de ustedes tanto como lo hizo en mi: Busca la verdad. Di la verdad. Vive en la verdad.

— ¡Compañeros y amigos! Mientras muchos inician unas preciadas y merecidas vacaciones, otros nos embarcamos en un viaje hacia lo desconocido, armados con conocimiento y sabiduría. — Según pasaba su vista por el público veía como muchos de esos que dejarían de ser sus compañeros veían en él un modelo a seguir, y fue este sentimiento de suficiencia, el que le dio la confianza para hablar con más claridad y soltura. — Cada uno de nosotros lleva la chispa de un futuro brillante, y aunque hoy algunos de nuestros amigos más queridos deban dejar nuestro lado, su espíritu nos acompañará.

— Hoy, 14 de julio del año 3084, me paro aquí frente a ustedes con orgullo, y puedo decirles con total seguridad que cambiaré el futuro de Arcadia. — La voz de Noah se fortaleció con cada palabra. — Muchos de ustedes son conscientes de mi ferviente deseo de explorar el mundo exterior y por eso esperaban que eligiera a Solaris, el corazón de nuestra ciencia, — expresó con confianza Noah, a la vez que sus palabras se hundían en el silencio que se había apoderado del salón. —Pero... — hizo una pausa, para mirar a la multitud y dejar que la anticipación creciera — yo no quiero pavimentar el camino de otros, mi destino es distinto. He elegido Aegis, porque allí es donde puedo marcar la diferencia y hacer mi sueño realidad.

— Tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero yo definitivamente nos llevaré a Gaia. El futuro ya no estará limitado a solo las Arcas. — Noah se acercó al borde de la plazoleta, su mirada fija en el horizonte de posibilidades. — Estén pendientes los próximos años, busquen mi nombre y verán. Ya no habrá más esperar un cambio milagroso; yo traeré el cambio. Como Confucio dijo: ''El verdadero conocimiento es saber la extensión de la propia ignorancia.'' Y yo conozco la mía, y sé justo lo que necesito para lograr mi sueño. Así que ahora les pregunto a ustedes que son la siguiente generación: ¿Cuál es su sueño? — preguntó Noah, con su voz resonando en el gran salón— Y más importante aún, ¿qué están dispuestos a hacer para alcanzarlo? No basta con solo soñar; deben actuar. Primero un paso, luego otro y después el siguiente. El futuro de Arcadia no está escrito en las estrellas; está en nuestras manos.

Las últimas palabras de Noah resonaron en el gran salón, y por un instante, el silencio fue absoluto, como si el tiempo se hubiera detenido para absorber la magnitud de su promesa. Luego, como una ola que rompe en la orilla, un aplauso estruendoso llenó el espacio, acompañado de vítores y exclamaciones de admiración. Los estudiantes se pusieron de pie, algunos con lágrimas en los ojos, otros con sonrisas de alegría. Era evidente que las palabras de Noah habían tocado algo profundo en sus corazones, algo que iba más allá de la simple admiración: la chispa de la esperanza y la posibilidad de un futuro mejor.

Con la multitud aún de pie, aplaudiendo, Noah bajó del podio con una humildad que contrastaba con la valentía de su discurso. Sus pasos eran firmes pero medidos, y su mirada, aunque llena de determinación, buscaba el rostro del director Green entre la muchedumbre y que así no se notara lo nervioso que todavía estaba por ser el centro de atención. Al encontrarlo, cerca de la puerta de la salida, le dedicó una sonrisa que decía más que mil palabras, al fin veía un rostro conocido.




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