Arcadia

Capítulo 20: ¿Azar o destino?

El estruendoso caos a su alrededor era ensordecedor. Voces gritando órdenes, disparos se escuchaban a lo lejos y el grito de la maquinaria de la fábrica retumbaba en sus oídos, pero Eric apenas los escuchaba. Su mente estaba enfocada en un único objetivo: sobrevivir.

El mundo a su alrededor pareció ralentizarse a la vez que se recostaba; las voces de sus compañeros se volvieron ecos lejanos, distorsionados, y las luces de la sala se apagaron gradualmente.

—Bueno, vamos allá. ¿Qué tan difícil puede ser? —, pensó mientras sentía que su cuerpo se fundía con el líquido de la cápsula. El ambiente era frío, como si estuviera siendo golpeado por vientos helados. Cerró los ojos y tomó una última bocanada de aire antes de que la inmersión comenzara.

Primero, sintió que su cuerpo flotaba, atrapado en una fuerte corriente interminable. Luego, todo cambió repentinamente. Se vio tragado por este océano turbio y oscuro, que clamaba por su cuerpo en las profundidades.

Una presión insoportable le comprimía el pecho, y sus pulmones clamaban por oxígeno. Abrió los ojos, movió los brazos con desesperación, intentó alcanzar algún lugar; pero todo lo que veía era oscuridad absoluta y nada estaba a su alcance. El pánico lo embargó cuando sintió que se estaba precipitando a lo más hondo.

—¡Respirar, tienes que respirar! —, le gritaba su mente, a la vez que trataba de darle sentido a lo que estaba sucediendo.

—¡No aguanto más! —Pensó mientras el agua comenzaba a llenar sus pulmones. Se sacudió violentamente, y en la realidad, su cuerpo físico replicó los movimientos, convulsionando dentro de la cápsula.

Entonces, ocurrió algo extraño. El dolor disminuyó, la sensación de ahogo se desvaneció, y se dio cuenta de que podía respirar. Su mente tardó unos segundos en procesarlo, estaba sumergido, rodeado por un mar oscuro y denso, pero el agua ya no era una amenaza, estaba ahora en calma. Era parte de él, incluso podía hablar.

Un brillo intenso lo cegó por un momento. Cerró los ojos instintivamente, y cuando por fin los abrió de nuevo, la vista lo dejó impresionado.

El panorama que lo recibió, era tanto asombroso como inquietante. Un inmenso océano se extendía en todas direcciones, uno lleno de misterios y elementos incomprendidos. Bajo la luz difusa que parecía provenir de ninguna parte y de todas partes a la vez, podía ver estructuras colosales emergiendo de las profundidades: rascacielos de un tamaño inconcebible que se alzaban hacia una superficie que no existía, perdiéndose en la inmensidad del abismo. Algunos estaban apagados, envueltos en sombras, otros destellaban intermitentemente, y unos pocos brillaban con una energía constante, formando balizas en este paisaje sumergido.

Eric quedó impactado, maravillado y conmocionado con este paisaje, observó las torres que parecían respirar con vida propia. Se movió instintivamente, e intentó llegar hacia una de las estructuras, fue entonces cuando notó algo más.

No estaba solo, algo se movía a su alrededor.

A primera vista, parecían tentáculos, largos y ondulados, que se balanceaban con la corriente, como algas gigantes. Pero al fijar la mirada, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No eran tentáculos. Al final de cada uno de ellos, colgaban manos, manos humanas. Eran muy largas, delgadas, con dedos extendidos que parecían buscar algo o a alguien.

Se paralizó al instante. —¿Qué demonios es eso? —, pensó, tragando saliva, aunque no esperaba responderse a esa pregunta. Las manos flotaban perezosamente, sin moverse hacia él, pero su mera presencia era perturbadora.

Apartó la vista, centrándose en los edificios una vez más, necesitaba concentrarse. Tenía que encontrar una forma de controlar este lugar antes de que algo más extraño apareciera. Pero las manos... las manos permanecían en su periferia, acechando con su mera presencia.

Con un movimiento decidido, nadó hacia la base de uno de los rascacielos apagados. Esperando encontrar y acceder a algún tipo de terminal, quizás así pudiera empezar a desentrañar los secretos de este lugar.

La estructura, imponente y sombría, parecía absorber la luz del entorno. Al llegar a la base, encontró un panel incrustado en la superficie metálica. Colocó sus manos sobre él, esperando algún tipo de respuesta, pero nada ocurrió. Golpeó el panel con frustración, pero el rascacielos permaneció inerte, como si no existiera en absoluto.

—Apagado... completamente muerto—, murmuró para sí mismo.

Sin desanimarse, se dirigió a otro edificio cercano, este con luces intermitentes que parpadeaban de forma irregular. La estructura vibraba ligeramente, atrapada en un bucle infinito. Al acercarse, notó que el terminal flotaba a unos centímetros de la superficie, y las teclas del panel parecían moverse erráticamente, piezas sueltas de un rompecabezas absurdo de resolver.

Eric extendió la mano y tocó una de ellas. Inmediatamente, un ruido fragmentado llenó el espacio a su alrededor, como un coro de voces distorsionadas mezcladas con el crujido del metal. Intentó presionar varias teclas, pero estas no mantenían sus posiciones, eran impulsadas lejos al tacto, imposibles de manipular.

—Genial... un caos total —gruñó, alejándose mientras las luces del rascacielos parpadeaban frenéticamente detrás de él.

Dirigió su atención a otra estructura, esta, completamente iluminada con un brillo constante. Al acercarse, notó que el panel se activó automáticamente al percibir su presencia, desplegando un teclado y una pantalla holográfica que pulsaba suavemente.

—¡Por fin algo que funciona! —expresó con alivio, colocándose frente al terminal.

El monitor se iluminó, mostrando información rápidamente, una serie de comandos y datos que Eric no alcanzaba a comprender por completo. Luego, la superficie de este comenzó a transformarse, extendiéndose como una membrana líquida que respondía a su toque. Un monitor holográfico más emergió desde el centro, emitiendo una luz cálida como si estuviera vivo, y en el fondo de la pantalla, una imagen comenzó a formarse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.