—Estoy al tanto de todos tus movimientos, teniente. Ya no tienes marcha atrás.
—Ya lo creo, general. A estas alturas ya no puedo pedirle silencio, ¿verdad?
—Desde tu ascenso hasta ahora llevas a 2, ¿no es así? Incluyendo tu hermano, ¡lo mataste como a un perro!
El hombre tomó un arma y disparó en la cabeza del hombre sentado.
—Mi error, ya son 3.
—¡Apúrate, Clyr! —dijo una joven corriendo por unos largos pasillos.
—¡Espera, casi me caigo! —exclamó la otra joven enredándose con sus pies sin caer—. ¡No es propio de unas damas correr así!
Ambas llegaron a una gran puerta y entraron agitadas en silencio.
Un viejo hombre aclaró su garganta y chocó unas piedras frente a unos cuántos jóvenes, haciendo que se iluminara la oscura habitación de distintos colores.
—Se dice, en la más vieja de las leyendas, de la existencia de dos grandes y avanzadas civilizaciones... La Gran ciudad de Atlantis y La Gran ciudad del Arca, pero sin tener registros de esta última, una mera suposición.
Las luces tomaron figuras de dioses y almas, relataron el inicio de nuestra historia.
—Durante un auge tecnológico, los sabios Arcanos y los sabios Atlantes descubrieron una nueva fuente de energía casi ilimitada. La energía Tyra brotaba a borbotones y parecía casi incapaz de consumirse...¡Encontraron el futuro del mundo!
Los alternantes colores mantenían a todas las personas al filo de las palabras de aquel viejo hombre.
—Por mucho tiempo se mantuvo una paz entre las civilizaciones, hasta que, se cree estalló una guerra por el control de la revolucionaria fuente de poder, una disputa sin sentido, ya que es bien sabido que la energía era casi inagotable. Así es como terminaron aquellos magníficos imperios...
Todos se retiraron de la habitación después de que aquel viejo hombre terminara de hablar, pero la leyenda estaba mal, estaba distorsionada e incompleta; aunque ese detalle ya a nadie le importaba.
Se enfrentaron con grandes autómatas también llamados Atlantes, colosos gigantescos impulsados por energía Tyra y únicamente activados por ciertas llaves especiales.
Dicha guerra acabó en la destrucción de ambos imperios, sólo quedando un Atlante cuyas llaves se perdieron en la historia. Muchos años pasaron y la información desapareció hasta ser solo una historia contada por generaciones, un viejo aliento que no puede ser totalmente explicado, pero la leyenda se negaba a morir.
Tiempo después, pequeños pueblos formaron grandes ciudades, guerras pasaron, las tierras se movieron, los cielos murieron y renacieron. En esta tierra se estableció la vida, aquí comenzó La Leyenda de la Guerra Santa.
Las 4 curiosas razas viven en este increíble super continente; en el gran ecuador del viejo mundo se encuentran los grandes reinos centrales del continente: La Cumbre en el oeste, Keng en gran parte del norte. Heulog en parte de la costa este y el gran imperio de Addenyd, entre muchos más reinos, pero siendo estos dos últimos los más importantes tanto en economía como en poder bélico por su control de la energía Tyra, debido a eso desde hacía mucho tiempo se mantenían en una rivalidad.
Lle Isel, Addenyd. Año 345 del Renacimiento.
La situación política entre Addenyd y Heulog iba en declive, rumores de posibles enfrentamientos entre ambas naciones por el control de bienes y energía Tyra se escurrían.
En una gran tormenta, rayos y truenos estremecían las casas aledañas. La escandalosa tempestad invadió la tierra y las personas se refugiaban junto con sus caballos de la lluvia. En una pequeña casa, una mujer estaba dando a luz mientras soltaba gritos e insultos hacia el bebé por su dolor.
—Señora Hela, ha dado a luz a un varón completamente sano —dijo el doctor—. ¿Cómo piensan llamarlo?
—Cwympo —contestó el padre—, Cwympo Henger Hela, ojalá nos sirva y ayude para algo.
El pequeño Cwympo no tuvo una vida fácil, golpes, regaños, castigos e injusticias. Vivió sufriendo junto a sus hermanos el desahogo de sus padres por las miserias del mundo.
—¡Cwympo, deja de perder el tiempo! ¡Hay que limpiar los pesebres! —le gritaron a un Cwympo embelesado por un desfile.
En cada expedición o marcha que hacía el ejercito, Cwympo y su hermano estaban presente, y, a medida que iban creciendo también lo hacían sus sueños, ellos no querían ser simples granjeros, aspiraban a algo más, pero Cwympo soñaba con ser un héroe.
Un atentado en Darniog en el año 371 sacudió al imperio después de que supuestos soldados de Heulog asesinaran a un general imperial y masacraran centenares de ciudadanos.
Las negaciones del atentado hicieron que el imperio pidiera una reunión a la congregación para declarar la guerra , el conflicto de Tovarín había empezado.
Los períodos más terribles de ambos imperios fueron entre el año 373 y el 379.
En Cumbre estalló una cruel revolución en el año 381 que se mantiene hasta el día de hoy, donde el pueblo se levantó en armas contra el Carvanato.
División fronteriza norte entre Addenyd y Cumbre en el presente, año 383.
Los hermosos valles del continente, lugares donde la naturaleza aún no estaba completamente profanada. Las vías de los grandes trenes eran lo único visible alrededor. Un tren terminaba de cruzar grandes riscos cuando los cascos de los caballos resonaron acercándose a gran velocidad y levantando colchones de polvo.
Un grupo de 7 jinetes se acercaba por ambos flancos del tren, todos portaban sombreros oscuros con un doblez en el lado izquierdo del ala y bandoleras con una especie de proyectil azul. Mientras los pasajeros disfrutaban del trayecto los guardias cambiaron de lugares del penúltimo vagón.
—¡Buenos días, princesa! ¿Está disfrutando el viaje? —dijo uno de los guardias pateando los pies del hombre esposado.
El capturado de complexión atlética y cabello largo, con una barba de candado y ojos cansados levantó la mirada y le respondió con una sonrisa.