Arcadia Revolutions

2. Rumbo al Trueno

Entre el polvo y los papeles, los nervios seguían aumentando mientras más descubrían del posible origen de la espada.

—¡¿Krahvell, dices?! ¡Entonces esto es mucho más importante! —respondió Lóndrey nervioso.

—Y peligroso. ¡Encontraron algo muy delicado!

—¡Fresedd! ¿A qué te refieres?

—Al parecer son muy buenos hurgando cosas. ¡Bah! Ya no tiene caso ocultárselo...

—¿Qué quiere decir, señor bibliotecario?

—Esos manuscritos los heredé de mi abuelo, ¡el viejo loco los robó de la archivera imperial hace como 10 años! —dijo secándose el sudor y quitándose el sombrero—. Nunca vinieron por ellos porque todo este asunto es ilegal, no sabía si quemarlos o venderlos, así que simplemente los guardé. Él ya me había advertido del riesgo de esconder archivos de la Gran Atlantis... ¡Y aquí estamos de idiotas!

—A nosotros nos serviría mucho, ¡es historia legendaria! No podemos quedarnos de brazos cruzados después de descubrir todo esto, ¿verdad, Lóndrey?

—Uf... Pues Fresedd tiene algo de razón, llevar eso con nosotros es muy arriesgado, Nashia.

—Pero, no tienen por que enterarse, ¿O sí? —añadió sonriendo con malicia.

—Hmm... Puede ser. ¿Qué opinas, Fresedd?

—Ah, yo les recomendaría dejarlo, pero, honestamente me harían un favor con llevárselos, no me importan, pero... si el Imperio los descubre no les va a ir muy bien.

—Que motivador eres, señor bibliotecario, saludaré a mi papá de tu parte.

Así, la investigación de la biblioteca llegó a su fin, pero ahora el mayor peligro ahora está en su casa después de que llegará 4 horas tarde.

—Entonces, Nashia, ¿quieres que me lleve tus manuscritos?

—Gracias, Lóndrey, puedes llevarte unos cuantos, yo también quiero llevarme algunos, aunque dudo que podamos entenderles —contestó acomodando la alforja del cinturón—. Hoy fue un día muy interesante, ¿podemos investigar mañana de nuevo?

—¡Sí, por supuesto! Pero con cuidado... A propósito, ¿qué hora es?

Nashia sacó su reloj de bolsillo con la calma de un perezoso.

—Ah, son las 8... 46...

¡Sus ojos se estrellaron contra el reloj!  Su tranquilidad empezó a transformarse en horror del feo, un terror bochornoso y oscuro como las tinieblas. Sabía bien que su madre no la esperaría con los brazos abiertos precisamente, ya que, la disciplina que maneja es de hierro, ser hija de militares parece no ser fácil.

«¡Diosa santísima! ¡¿Qué les digo?! ¿Olvidé algo en la universidad? ¡Es mucho tiempo y es una excusa muy genérica! ¿Me perdí? ¡Es imposible! ¿Estaba con Clyr? Puede ser... ¡Eso es!»

—¿Tas' bien, Nashia?

—Oh no... ¡Me tengo que ir!

—¡Ah! ¡Nashia, tiraste tu cuaderno!.... «Se fue».

Londrey levantó el cuaderno de Nashia viendo la portada.

«¿Y ahora que hago con esto...? ¡Eso es!» —pensó chocando los tacones de las botas.

Nashia hizo un último esfuerzo por no llegar más tarde, siendo este inútil.  Entró a la gran casa siendo perseguida por la muerte mientras se quitaba los protectores izquierdos y los escondía junto con la espada y la mochila.

—¡Ya era hora! Llegas bastante tarde, Emiss Nashia —dijo Lana ayudando a quitarle los protectores derechos—, la Emess Nadhia no está nada contenta, estuvo diciendo los posibles castigos que le pondría mañana en su entrenamiento.

Lana Gwaz es una de los empleados de la Casa Vangr, una joven mujer Bystfill de 23 años, de más o menos 82 Darilias (1.65cm), con cabello castaño corto y unos tranquilos ojos color coral, ha estado acompañando a Nashia desde que nació, puesto que su madre también era empleada de los Vangr.

—Ay, no... Mejor no me sigas contando, Lana, ¡debo bañarme rápido!

—El baño ya está listo, Emiss, voy a dejar su ropa en su habitación.

—Gracias, Carla. Bueno, me voy a baña...r.

En ese momento, la gran presencia de su madre la invadió; Nashia no tuvo  más remedio que enfrentar su destino.

—¡Nashia Vangr! ¿Crees que puedes llegar a la hora que quieras? ¿te mandas sola? ¡Pasado mañana debes ir de visita al palacio como acordamos! ¡¿Y te pierdes otra vez!?

—¡A-ah! ¡Mamá, que sorpresa! ¿Es tan necesario ir allá?

—¡Por supuesto que sí! El hijo del emperador te invitó junto con otras jóvenes. No te pasará nada por ver al príncipe. Y más importante, ¿en dónde estabas?

—Pues, estaba con Clyr hablando asuntos de la escuela, y... y se nos pasó el tiempo muy rápido —dijo sonriendo de la manera más triste posible.

De las pocas amistades que tiene Nashia, Clyr es la más cercana. Clyr es una joven de la nobleza al igual que ella. Ambas han sido amigas desde pequeñas a pesar de ser tan distintas, siendo Nashia la que prefiere ignorar los términos de etiqueta y Clyr la que se los toma muy en serio, con aires de grandeza y presumida, dependiendo la situación, claro.

—¿Qué no hoy Clyr iba a salir a Mynydd Uchel con sus padres? —respondió su padre entrando a la sala.

«¡Demonios! ¡¿Ahora que puedo inventar?! ¿Y si les digo la verdad? ¡No! Solo van a pensar que estaba saliendo con Lóndrey por muy detallado que quiera contarles» —pensó Nashia en milésimas de segundo—. «¡Ellos son así!»

—¿Entonces? ¿Ya pensaste en alguna otra mentira? —dijo tranquila y ferozmente.

—N-no, es que... Salí a investigar otra vez y me quedé en la biblioteca, quería saber... ¡Como se reparan los mecanismos de los nuevos trenes! ¿No se los había dicho ya?

—¿Casualmente? No recuerdo que nos hayas pedido permiso para...

—En ese caso simplemente pudiste mandarnos un Cyw. Debes ser más responsable y tener más cuidado, Nashia, siempre avisa a tu madre o a mí, de todas formas, ve a bañarte y baja a cenar —añadió con un aura angelical a su alrededor solo vista por Nashia.

—¡Sí!

Nashia subió tan rápido que casi olvidaba la espada.

—¿En serio vas a darle por su lado? Ya hemos hablado de esto, Vanro, ella está siendo muy imprudente.




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