Capítulo 1
El comienzo de mi historia
Hace un año atrás
–Han pasado cinco días desde que llegué a este extraño lugar, sintiéndome más alejado de mi hogar con cada segundo, sin posibilidades de volver.
– Es desesperante ver como lugares nuevos y cosas que nunca antes habías visto te hace extrañar el lugar de dónde provienes por muy mal que parezca.
–Estoy solo. Y no tengo a ningún lugar a donde acudir excepto por un solo recuerdo de mi pasado sobre un antiguo lugar ubicado al norte del norte de un país latinoamericano. Sé que no parece muy específico, pero la imagen del lugar me ayudara a llegar allí. Ahora solo me resta buscar el camino.
–Justo ahora, bajo la tormenta escribo las primeras páginas en este libro a la memoria de todos los que habían luchado en la gloriosa batalla contra un temible adversario. A la memoria de todos mis amigos a los que me apartaron sin previo aviso. No sé dónde se encuentran ahora, pero estoy seguro que deben estar desesperados por traerme de vuelta.
Hace frio y está oscuro gracias a la lluvia, lo que me es más extraño es la manera en que viven las personas en este lugar.
–Extraños vehículos de cuatro ruedas, gigantescas ciudades que no parecen tener fin. Pequeñas pantallas sobre las manos y bolsillos de cada una de las personas y un propósito por el cual levantarse cada mañana a realizar una extraña rutina el cual denominan como “Empleo”.
– Las personas de aquí son extrañas, pero tal vez porque no estaban adaptadas a la vida de los habitantes en la ciudad de Gon-bling.
Mientras que espero que escampe la lluvia, escribo los primeros capítulos en este pedazo de papel: Sobre la guerra entre los Arcanianos, los humanos y los Demorianos.
–Desperté sin conocimiento alguno sobre mi pasado, dentro de una cama con una tapa de cristal. Las personas en aquel entonces la llamaban “Capsulas de hibernación”.
–Recuerdo haber despertado con dificultades para respirar, siendo atendido por varios médicos para evaluar mi condición física. En ese momento apenas era un niño.
–Después de despertar fui llevado a preparación, era casi como la escuela pero con una extraña política de no salir del edificio y mucho menos de la ciudad.
–Era estricta en todos los sentidos, donde las reglas y los horarios para realizar cualquier actividad nos reprogramaban día a día, como niños preparándose para ser soldados. Lo que más nos hacían cumplir eran los horarios para “Beber agua” ya que era su bien más preciado y no debíamos excedernos con ello.
–Las políticas de la escuela y de la ciudad de estar encerrado me generaban muchas dudas sobre lo que el gobierno de la ciudad escondía y cada mañana que despertaba en la habitación de la escuela observaba por la ventana las gigantescas murallas que la rodeaban.
– Lo hacía cada día después de ir a las clases de historia donde nos explicaban una guerra que tuvo hace poco donde gran parte de la humanidad fue perjudicada todo gracias a la tecnología y las enormes bombas que retumbaban la tierra, también nos explicaba que conocer sobre las religiones era importante y que varias de ellas englobaban la explicación sobre la presencia de seres divinos y superiores a nosotros que vienen de los cielos.
– Una vez me dormí en medio de la clase cuando explicaban algo acerca de los arcángeles, tenía tanto sueño de escuchar la explicación que hasta ensalive el pupitre.
–Obviamente fui castigado barbáricamente por el profesor, arrodillado sobre el suelo lleno de tachuelas. El dolor fue tan insoportable que durante las noches me costaba moverme por la cama e impedir que mi compañero de cuarto “Oscar” lograra descansar, pues estaba atento a mí.
–Ya es la tercera vez que te castigan en la semana, Zemus. Deberías tener más cuidado en clase – Dijo Oscar mientras observaba las costras en mis rodillas.
–Estaré bien. Creo que valió la pena descansar en ese entonces – Dije al reírme.
–¿Descansar? ¡Mírate! Si mueves tus pies dormidos, gritas de dolor – Comentó Oscar.
–En ese momento durante nuestra charla, los estruendosos ruidos de las puertas de las murallas comenzaban a sonar en esa noche, despertando a todos aquellos quienes descansaban, alertándolos sobre lo que se desplazaba por las calles de la ciudad.
Yo sabía lo que significaba ese sonido, era el mismo sonido que escuchábamos cada mes, el mismo día, a la misma hora por lo que no era importante para mí asomarme por la ventana. Mi compañero Oscar lo hizo en mi lugar y me comentó sobre lo que veía.
–Las puertas de las murallas nuevamente se abren... – Comentó Oscar con seriedad mientras miraba por la ventana.
–¿Son las águilas doradas? – Pregunté.
–Si – Afirmó.
–¡Esos Idiotas! ¿Cómo es posible que sean ellos los únicos permitidos en salir a la ciudad? – Me pregunté enojado.
–El maestro ya lo había comentado… – Dijo Oscar.
–¿Qué comentó? – Pregunté.
–Que las águilas doradas tienen una obligación importante que cumplir fuera de los muros, una peligrosa obligación – Responde.
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Editado: 10.08.2020