Capítulo 7
El camino de la princesa de Arcan
–Antes de reanudar la historia en este capítulo, el autobús por el que tanto había esperado finalmente había llegado. Deteniéndose justo frente a la parada que mantenía bajo cubierta a una enorme fila de pasajeros por el cual yo me encontraba. En orden, uno por uno subieron al autobús e introdujeron una especie de tarjeta sobre un lector o escáner. En cuanto había llegado mi turno, subí cuidadosamente de manera insegura, observando a todos los pasajeros desde la puerta que me observaban. Al intentar ingresar al autobús sin pagar, el chofer me detuvo tomando mi brazo y me dijo:
– ¿A dónde vas? – Preguntó el chofer, enojado – Tienes que pagar si deseas usar el transporte – Agregó mientras me miraba.
–Confundido y sin saber cómo explicarle, baje la mirada agachando la cabeza y le confesé que no tenía manera de cómo pagarle.
–Disculpe, Señor. Pero no tengo dinero – Confesé, de manera apenada.
–Al apenas haber confesado, el chofer me miró de mala manera. Indicándome que debía bajar del vehículo inmediatamente.
–¡Bájate de aquí entonces, niño! ¡Estorbas a los que sí tienen como pagar! – Dijo el chofer, enojado.
–No reconocía cual era la diferencia entre algunos centavos más o menos en este mundo. Las personas se dejaban llevar por lo mínimo que pueden obtener a costa de los que apenas tenían para pagar, obteniendo grandes sumas de riquezas, el chofer posiblemente no se convertiría en un ser millonario con el dinero que iba a pagar, pero el dinero que yo poseía era prácticamente nulo, no tenía ni un centavo en mis bolsillos pero el chofer aseguraba en que yo escondía mi dinero utilizando la ausencia de ello como excusa.
–Cuando estaba a punto de bajar del autobús, un joven muchacho se puso de pie y levantó la voz atrayendo mi atención, indicándome que pagaría el pasaje al acercar su tarjeta al lector. Sorprendido, pude presenciar la acción de un buen samaritano. Me senté a su lado poco después de abordar el vehículo agradeciendo su buena colaboración. Al apenas sentarme, inmediatamente abrí este libro y tomé un bolígrafo para continuar escribiendo. En eso el joven samaritano quien estaba a mi lado agacho su cabeza hacia un lado para ver lo que estaba haciendo y me pregunta:
–¿Qué haces? – Preguntó, mientras miraba.
–Escribo un libro – Contesté.
–¿Enserió? ¡Qué bien! – Dijo mientras sonreía – ¿Y de qué trata? – Preguntó.
–En ese momento, mire por la ventana del autobús quien se encontraba en desplazamiento y dije mientras recordaba:
–¡Es la historia de mi vida! – Contesté.
–Con los soldados de las águilas doradas preparados para entrar, pude ver como lo primero que lanzaron fueron gases lacrimógenas. Rompiendo las ventanas del templo. Louis se quedó en medio del humo, sin mover ni un musculo esperando de brazos cruzados a los soldados. Confundido, le grité antes de partir.
–¡Louis! ¡Vámonos! – Dije, con la princesa sobre mi espalda.
–¡Vete, Zemus! – Dijo Louis, de brazos cruzados.
–¿He? – Pregunté, confundido.
–¡Yo los distraeré mientras ustedes huyen! – Contestó – No te preocupes por mí, los alcanzare luego – Agregó mientras sonreía.
–No estaba seguro de que Louis dijera la verdad. No sabía si alguien como él podía detener a las águilas doradas, pero tras haber luchado con él anteriormente y al ver como Leandro confiaba en sus palabras, estaba dispuesto a dejarlo atrás.
–No te preocupes por él, citadino. Sabe lo que hace – Dijo Leandro, preparado para huir.
–Siguiendo a Leandro por un pasaje secreto del templo. Continuamente miraba hacia atrás observando como la visibilidad del lugar disminuía gracias al humo. Con sus linternas, empujaron la puerta con un ariete y entraron al lugar en mi búsqueda, comunicándose por sus radios que llevaban sobre sus cascos. Enojado, Louis invocó dos lazos dorados que sobresalieron de su manga moviéndose en su muñeca cual serpientes. Las águilas doradas continuamente le pedían que se arrodillara al suelo pero él no obedeció, lucho con su báculo derribándolo a todos los que podía mientras caminaba entre los estantes. Las águilas doradas no podían disparar, eran atacados sorpresivamente por el báculo de Louis y gracias a la niebla de humo, le daba a Louis la oportunidad perfecta para moverse sin ser visto. Con su poder, impedía que el gas entrara a sus pulmones reduciendo la presión del aire, pero no tenía mucho tiempo debido a que se quedaría sin respiración por un periodo muy corto mientras que mantenga su nariz y su boca tapada.
–Tomando varios libros de los estantes, Louis los guardaba en su bolsa. Los más importantes de ellos, incluyendo al libro que emanaba un resplandor verde con una gema de igual color en su portada. Mientras que Louis se encontraba en el templo, Leandro y yo escapábamos por un túnel. Subiendo las escaleras hasta el pueblo, ambos salimos a la superficie observando como los habitantes del lugar finalmente se encontraban caminando entre las calles de arena. Al vernos salir por el agujero en medio de la calle, inmediatamente me observaron al saber que yo era un desconocido y aún más lo era la persona que llevaba sobre mi espalda. Observando a distintas direcciones notábamos que a cualquier camino que miráramos yacían águilas doradas patrullando la zona. Sin embargo, existía un lugar en el cual debíamos crear nuestro propio camino, fuera de este pueblo en el desierto. Siendo perseguidos por los drones quienes nos disparaban, nos habríamos paso entre la multitud, veíamos como ellas corrían de igual manera intentando escapar de la lluvia de balas. Las casas explotaban debido a los misiles que arrojaban grandes drones que eran manipulados por el superior del equipo siete. Eran difíciles perderles el rastro, además de que estaban programados para seguirme, sus cámaras se fijaban en mí silueta haciéndome resaltar entre la multitud y por ende, los soldados seguían al Drone que me daba caza.
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Editado: 10.08.2020