Arcángeles Infernales

Capítulo 3

No puede ser. Otra cosa más a la lista de apañármelas sola. Aunque, todo parece una casualidad, parece que todo está tan bien acomodado que me hace pensar que todo está planeado, organizado, en mente. El problema es saber por qué, sólo sé que el para qué, es para seguir averiguando.

La impresión me deja boquiabierta, mirando a Neitan por unos segundos muy largos que evado, volteándome de lado contrario para proseguir a cerrar los ojos con fuerza y abrirlos cuando estoy más tranquila.

—¿Estás bien? —se levanta, queriendo alcanzarme, pero me separo a tiempo.

—Recordé algo—asiento, sonriendo falsamente.

Vuelvo a mi lugar para comenzar a organizar mis libros y demás cosas que traje para poder irme tranquilamente por un rato. Necesito recorrer el lugar, buscar y encontrar una pista, o al menos intentarlo.

—¿Ya te vas? —me mira desubicado, temiendo que sea eso y me contradiga con lo que dije de que no lo dejaría.

Niego de inmediato.

—Para nada. Daré un pequeño paseo antes de ir al baño, necesito ir urgentemente. ¿Podrías cuidar mis cosas? —medio miento para conseguir que no me persiga, acomodando mis cosas antes de tomar mi celular y una linterna de bolsillo.

—Claro, pero ¿Sabes dónde es? Si quieres...—se levanta, pero lo freno, moviendo la mano para que se quede donde está.

—No tardaré, de verdad. Sólo está a algunos metros del bosque la gasolinera. Vuelvo enseguida—sonrío para que se tranquilice y esté con la mente quieta.

—Jane, hay cada loco a estas horas. En serio, no me gustaría dejarte sola.

Suspiro ideando algo más.

—Bueno, acompáñame a la entrada del baño de la gasolinera. Después, nos regresamos juntos. ¿Qué te parece? —le propongo, viéndolo. Notando su sonrisa de satisfacción que se agita cuando asiente.

Sonrío con resignación. Estoy agradecida de su caballerosidad y preocupación, pero de verdad quería ir por mi cuenta a intentar buscar más pistas.

—Vamos—dice firme, agarrando nuestras cosas y metiéndolas en su mochila.

Sep—asiento dirigiéndome por el lado derecho hasta parar al escuchar a Neitan hablarme.

—Es por el lado contrario. Llegaremos más pronto—apunta, aclarando la garganta.

—Ah—digo en seco, haciéndole caso. Memorizando los atajos en este nuevo y no tanto, lugar.

...

¡Tengo que salir de aquí!

Me echo agua en el cabello para peinarlo, antes de dirigir mis manos a mi rostro, tapándolo con desespero. Sintiendo la frialdad del agua que me hace dar escalofríos.

Llevo más de 15 minutos dentro, meando imaginariamente mientras miro alguna salida inexistente o visible para alguien demasiado normal que no cabe en una pequeña ventana, arriba de uno de los baños del final.

Estoy acabada a terminar por no hacer nada fuera de lo común esta noche.

De pronto, un crujido causado por algo del suelo me hace abrir los ojos con impresión, notando que es una piedrecilla de cristal, ahora, hecha trizas.

Confusa, me pongo de rodillas para observar mejor y darme cuenta de que abajo de los lavabos, está un diseño rocoso de puras piedras iguales, con algunas caídas. Perfectas para un plan de rescate.

...

Debo tener buena puntería.

Muevo mi mano, haciendo un cáliz mental de la distancia que recorrerá la piedra hacia la cabeza de Neitan. Cuidando de la mía, que está siendo asomada desde lo más abajo, mirando que el chico castaño está totalmente absorto en sus pensamientos y en mirar una Durango oscura que está a unos cuantos pasos de él.

Aviento la primera piedra de cinco que he logrado sacar, dándole muy abajo.

¡Diablos! Es peor que un juego de feria, encima, me veo ridícula.

Rodeando los ojos y bufando en mis adentros, tiro la siguiente, rozándole la punta de la nariz, lo que lo hace voltear desorbitado, pareciendo que acaba de descongelarse después de mil años. Meto la cabeza al momento justo, escondiéndome detrás de la pared.

Escucho que camina brevemente, antes de escuchar de nuevo calma.

¿Le ha dado igual?

Prosigo, viéndolo mirar a todos lados, excepto al lugar donde yo estoy. Tomando impulso, tiro la siguiente en su mejilla, con tal fuerza que me hace hacer una expresión de dolor porque hasta yo lo sentí. Me pasé.

Ahoga un grito, bufando molesto, con toda la razón. Se soba la mejilla mirando a ambos lados, buscando una respuesta. Una que no encontrará.

Una pequeña risa me hace taparme la boca de repente, consiguiendo que tome atención en el lado que estoy, obligándome a girar como militar en guerra o entrenamiento.

—¿Hay alguien ahí? —pregunta con voz temblorosa, con pasos suaves.

Apretando un ojo y sonriendo tensa, respiro lento, unos segundos antes de proseguir a aventar la cuarta piedra de lado izquierdo, justo en unas plantas frondosas que dan de camino al bosque. Con toda la fuerza que suplica "funciona", lo cual se logra, echando a Neitan a correr detrás de la piedra como todo perro, buscando encontrar un explicación, armándose de valentía.




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