Es la primera vez que dejo el pueblo desde que llegamos aquí. Me convencieron diciéndome todos los detalles respectivos a esta exploración urbana. Pero, aunque esté informada y sea necesario, permanezco callada en mi asiento, mirando por la ventana el bosque que tenemos en ambos lados de la carretera. El frío bosque con niebla y un fondo grisáceo.
La música indie me relaja, pero a la vez me motiva a pensar con tranquilidad.
—Lynchburg. Pueblo vecino de Leesburg, pero con el tiempo, la desolación lo volvió uno fantasma. Ahí volveremos para nuestra segunda aventura—Lisse comenta con aire misterioso, diciendo las palabras lentas, al terminar, se gira hacia nuestros asientos, cabe recalcar que me quedé con Corey, y nos hace brincar del susto al poner un mapa casi en nuestras narices. Parece viejo, opaco, y tiene taches con tinta roja y círculos con negro. Parece un croquis a los lugares más interesantes a su parecer.
Corey suspira agobiado.
—Sólo serán tomas a la iglesia LaVey, no empieces—empuja el mapa con suavidad, no queriéndolo dañar.
Lisse lo mira con ojos asesinos y después vuelve a su sitio, analizando de nuevo el mapa, dándole instrucciones de atajos a Skylar, que es la segunda persona con licencia de conducir en esta camioneta. Claramente, yo no soy una de ellas.
—¿Todo bien? Has estado muy pensativa—Corey me toca el hombro, esbozando una sonrisa.
Asiento enseguida.
—Es la primera vez que hago esto, simplemente es inevitable no pensar en todo—le sonrío sincera. Aparte, se trata sobre mí, la que piensa hasta darse jaqueca. Más en estos nuevos casos.
—Si estás preocupada, simplemente velo como una nueva experiencia. Es trabajo, tenemos justificaciones, regresaremos a tiempo y conocerás nuevos lugares. Nada puede salir mal, tenemos maña—ríe ligeramente, sacudiéndome por el hombro con suavidad.
No puedo evitar sonreír divertida.
—Creo que tienes razón.
—Siempre la tengo—me guiña un ojo jugando. —Sólo no te debes dejar llevar por pensamientos negativos que arruinan la magia—aconseja a la par que Cailin reparte dulces de una caja decorada con pegatinas. Al llegar nuestro turno de escoger, elijo uno largo con bolitas rojas en un tubo plástico. Corey agarra uno igual, pero con el color azul.
—Entonces, me dejaré sorprender, mago—bromeo, agitando el dulce como una varita mágica.
Me imita, comenzando a golpear mi dulce con indicación de pelea. Le sigo la corriente, riéndome por este insignificante hecho.
Escucho unas voces lejanas llamarme, somnolienta me tallo los ojos, queriendo volver a la vida. Es Lisse, que esboza una radiante sonrisa, llamándonos a Corey y a mí, que estamos reviviendo.
—Apúrense—nos dice antes de dejarnos, bajándose de la camioneta.
Desubicada me incorporo, pero me sobresalto al no ver a nadie más. Muevo a mi compañero de al lado, quejándose adormilado, dándose la vuelta. Insisto, aunque al final se niega.
Lo dejo descansar y me voy casi corriendo, bajando con tanta fuerza que me tropiezo y caigo al rocoso suelo. Notando nuestro alrededor por primera vez. Estamos frente a una gran estructura con ciertos derrumbes, de color oscuro, estatuas destruidas sin mucha forma y detalles muy peculiares. Podría decir que tiene una vibra tétrica. Y la ubicación no da mucho para confiar, a simple vista estamos a kilómetros de lo que fue una vez la población, estando ahora desolado, siendo un lugar completamente olvidado.
—Jane—escucho que alguien me llama desde lejos. Me fuerzo a ver y son las chicas haciéndome señas. Me levanto con cautela y sacudo mi ropa del pasto seco.
Camino rápido mirando los detalles de la estructura, con asombro. Jamás había visto algo similar. Es tan único, siendo un desperdicio que esté abandonado, descuidado.
Embobada sigo a las chicas, que están armando el equipo fotográfico, que a simple vista se ve muy completo y complejo. Cargan varias cámaras de distintos tamaños y elementos de producción bastante profesional. Lisse nos hace una seña hacia la entrada, teniendo unas enormes puertas oscuras, siendo una iglesia bastante gótica, dándome mala espina. Los detalles que tiene parecen simbólicos por lo detallado que está, siendo algo profundo.
Iluminando la cerradura, la fuerza con concentración, pero falla a los primeros intentos. Al ver eso, nos mira con una leve sonrisa maliciosa segundos antes de sacar de su minúsculo bolso a la cadera unas pequeñas pinzas cosméticas. Con agilidad, hace maniobras con bastante fuerza en la cerradura, destruyendo las pinzas que parecen no ser importantes, logrando abrir una de las enormes puertas de una patada. Abriéndonos a la posibilidad de ver en el interior, un interior muy oscuro y que la única palabra que puedo procesar es perturbante.
—Abracadabra—sonríe victoriosa, lanzando las pinzas destruidas a su suerte y abriendo ambas puertas que parecen ser muy pesadas, lo más que se puede.
Sus expresiones de emoción se cuelan con el rechinado del metal de las puertas. Avanzan impacientes hasta dejarme completamente atrás, asombrada y no todo para bien. Los detalles son más claros, con una estructura clásica de una iglesia, pero grandes modificaciones que son evidentes, igual que el deterioro. Los leones y serpientes son un lema, detallado, intacto. El rojo la combinación y la estupefacción mi conclusión.