Arcania: La Flor Marchita Y El Protector

CAPITULO 46: Gemelas

Capítulo 46: gemelas

Me sentía como en un sueño mirando desde lo lejos a otras personas. Sentía que estaba ahí pero a la vez no lo estaba. Me encontraba en lo que parecía el jardín de un castillo, dos pequeñas niñas gemelas corrían por ahí  sin cuidado. Ojos verdes y cabello dorado.

Mientras corrían una de ellas se calló y raspo su rodilla. La otra niña corrió hacia ella para consolarla, coloco sus manos sobre la herida y comenzó a cantarle para que el dolor se fuera, los ojos de la niña cambiaron de color y una sutil luz dorada provenía de sus manos. Cuando la niña quito sus manos la herida había desaparecido.

- Magnolia, Margueritte. Vamos, es hora de que conozcan su habitación – mi corazón se contrajo. Las niñas se fueron en compañía de su madre, un hombre elegante y un niño que parecía rondar su edad.

De pronto una de las niñas volteo a verme, o por lo menos eso creí, a quien en realidad estaba viendo era al niño detrás de mí que estaba asomándose por una barda.

La escena cambio, ahora ambas niñas estaban en su habitación, era sumamente elegante y estaba rodeado de flores y telas rosadas.

- De ahora en adelante niñas este será su hogar ¿les gusta? Pueden pedir lo que sea – la madre era una mujer bella y recatada.

- ¿Ya no te vamos a ver mami? – dijo una de las niñas.

- No por un tiempo, pero vivirán aquí en el castillo y nada les hará falta –

- ¿Y mis amigos? ¿Cuándo podre salir a jugar con ellos? – pregunto la otra niña.

- Me temo que tampoco vas a poder verlos, pero puedes jugar con el príncipe Leeroy, tiene muchos juguetes –

Las niñas no parecían muy convencidas, la madre las abrazo y salió de la habitación. Mi sueño siguió a la madre quien lloraba desconsoladamente en los brazos de alguien. Se lamentaba de abandonar a sus hijas, pero no podía hacer nada.

- Lo siento Rose, esas son las reglas. Eres la primera mujer en todo el reino en tener gemelas. Esto no había ocurrido jamás.

- Lo se Travis, pero no sé si el rey Belmont este en lo correcto, dejar a mis hijas a su voluntad para entrenarlas no es algo que una buena madre las dejaría hacer. Me preocupan, son mis amadas hijas –

La escena volvió a cambiar esta vez las niñas estaban jugando a las escondidas con el príncipe Leeroy. Seguí a una de ellas y esta se encontró con el niño del muro.

- Hola, eres el niño de aquella vez ¿quieres jugar?-

- No puedo, me castigarían – la niña se quedó pensando.

- Entonces ¿podemos jugar en secreto? podemos ser amigos– el niño sonrió

- Eso me gustaría mucho –

- ¿Cómo te llamas? –

- Mi nombre es Dean, Dean Le Claire -

Varias escenas pasaron velozmente de ambos niños jugando, no había necesidad de detenerlas o prestarles mucha atención, todas esas historias me las sabia, el me las había contado.

Ahora las niñas eran más grandes tendrían alrededor de doce años, ambas estaban montando a caballo junto con el príncipe Leeroy. De pronto el caballo del príncipe se salió de control y el príncipe estaba por caer al suelo.

- ¡cuidado! – grito una de ellas y un arbusto creció de la nada sosteniendo al príncipe.

Los guardias que estaban ahí tomaron a la chica muy bruscamente, su hermana bajo del caballo he intento protegerla. Ambas chicas se abrazaron entre si y gritaron en alto que las dejaran solas. En menos de un instante ambas estaban rodeadas de rosas espinosas que intentaban protegerlas.

Ahora estábamos en el salón principal, ambas chicas estaban frente al rey, el cual no tenía una buena cara.

- ¡¿Quién de ustedes fue?! ¡¿Quién tiene la habilidad de la vida?! – ninguna de ellas contesto – si no van a decírmelo van a quedar confinadas en su habitación hasta que lo hagan, ¡enciérrenlas!.

Las escenas pasaron velozmente otra vez, ambas hermanas en su habitación, usaban siempre batas blancas de distintos estilos, se peinaban entre sí, jugaban ajedrez, dormían juntas y sobre todo miraban por la ventana el exterior, fuera de día, tarde o de noche miraban con anhelo la libertad.

Ahora ellas parecían mayores, catorce años. Una de ellas estaba cepillando el cabello de la otra.

- Margueritte ¿te gusta el príncipe Leeroy? -  pregunto quién estaba sentada en la silla.

- No, pero a ti si ¿verdad? – Magnolia solo asintió.

-  Margueritte ¿podemos hacer una promesa? –

- ¿quieres que guarde el secreto? – Magnolia volvió a asentir

- Voy a devolvernos nuestra libertad –

Era de noche, una de ellas salió a escabullirse como solía hacerlo.

- ¿Alguien te vio? – el niño ya no era más un niño, ahora era un joven fuerte y alto.

- No, todo está bien –

- Me alegro ¿Cuándo podrán salir? Ya tiene catorce no pueden retenerlas por mucho tiempo, deben ir a la academia –

- No lo será, pronto tendremos nuestra libertad de vuelta… o por lo menos yo la tendré –



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En el texto hay: diosas, habilidades especiales, aventura y amor

Editado: 06.12.2020

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