Archivo 103 [#1 Saga Archivos Criminales]

C A P Í T U L O 12

C A P I T U L O  12 

"Noches de pasión al estilo Egon"

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Hospital Psiquiatrico de Egon - 9:00 p.m. 

Austin Pearlford 

—Deberias ir a su habitación, yo me encargaré del resto —Miro a Price con fatiga. ¿Acaso cree que estoy jugando o qué carajos? —. No me mires así, Craig

Se acerca al sillón en donde me encuentro yo. Huele a fluidos femeninos y, aunque me gusten las putas, no comparto su maldito gusto. Price se folla todo lo que tenga dos senos y un buen culo. Yo, por otro lado, me follo a las morenas menores de edad o las que me inspiren un aire de perra empoderada, como Hannah... 

—¿Qué? ¿Me dirás que ahora le eres fiel a tu... —Saco el arma de mi bolsillo y quito el seguro mientras le apunto a Price a la cabezota filipina que tiene, interrumpiendo asi su maldita insinuación 

—A lo que vine, Price —Voy directo al grano. No estoy para juegos estupidos 

—Esta bien, esta bien —Dice apresurandose buscando el video que me dijo que tenia que mostrarme 

Me muevo a su asiento viendo como busca entre sus archivos. Tiene tantos videos grabados de él abusando de las enfermeras del psiquiatrico o incluso que ellas lo esten disfrutando, pero hay uno en específico que me da curiosidad y es el de una enfermera que estuvo aquí hace unos días a la cual tuve que matar. 

En el video, Price la habia descolgado de la cuerda que rodeaba su cuello, la dejo en la camilla y luego empezó a quitarle la ropa pero...

El teléfono de la oficina empezó a sonar, Price contestó y al terminar salió de la oficina dejándome solo. Volví a reproducir el vídeo dejando que mis ojos se deleitaran viendo el lado más retorcido de Richard Price. El video sigue y el filipino empezó a recorrer el cuerpo de la muerta con sus dedos. Tocó sus senos, pellizcó las protuberancias endurecidas, mordió el labio inferior de la difunta y luego llegó a sus pliegues. Palmeó los labios vaginales de la chica, los frotaba, metia los dedos con brusquedad, lamia los fluidos de la muerta y terminó sacando con desespero su miembro erecto el cual enterró dentro de la chica como un completo salvaje. 

Esto es mejor que la Darkness Porn. 

Yo también saco mi miembro que esta palpitando por que me haga una maldita paja aqui mismo mientras sigo viendo cada movimiento de Price practicando lo que más me gusta. Me imagino siendo yo el que penetre ese cuerpo de porcelana que estaba colgado frente a mi el día que la maté. Su respiración entrecortada, su boca abierta aclamando ayuda, sus ojos blancos perdiendo vida, su piel tornandose más palida y sus labios que se colorearon de un color purpura me habian excitado, pero terminé saciando ese placer con otro cuerpo que nunca me falla. 

Los gruñidos de Price me dan a entender que ya estaba terminando asi que me dispuse a agitar mi mano con más prisa y...

Un chorro de mis fluidos me dejó cansado en la silla y el pene agotado por aquella descarga magistral que me satisface más que cualquier otra cosa. Digan me enfermo, pero todos estamos enfermos en este pueblo. 

Guardo mi miembro dentro de mi pantalón y me dispongo a volver a revisar buscando el maldito video que necesitaba. Encuentro lo que necesito y antes de apagar todo veo en la pantalla el rostro de la chica de la que Price me hablaba. 

Tal vez la visite luego. 

Salgo de la oficina colocandome mi gorro y la capucha de mi suéter sobre esta, meto mis manos en los bolsillos guardando el pendrive que contiene el video. Salgo del edificio por los tuneles subterráneos, saco la linterna y tomo el camino más rápido a la caverna donde se está empezando con el tráfico de éxtasis con los narcos panameños. 

Veo la aglomeración de hombres armados en la entrada, me quito la gorra y la capucha para que me reconozcan, la figura de mi viejo amigo entra en mi campo de visión. Sigue enojado por el pequeño juego de tortura que le hice a Hannah. Llega a mi puesto con los brazos cruzados y me da una cajetilla de cigarrillos, enciendo uno mientras espero a que aparezca el proveedor panameño que se suponía traería droga de calidad. 

—¿Trajo lo acordado? —Le pregunto a mi amigo que no quita su cara de culo de mi, suspira derrotado y habla 

—Si. 

—¿Lo probaste? 

—Es de buena calidad —Me asegura 

—¿Donde está? 

—Está atendiendo una llamada, dijo que no tardaba —Me quedo unos minutos pensando en su respuesta

Minutos después, el panameño llega guardando su teléfono. Lo analizo como simpre hago con todos mis proveedores, se acerca a mi con la mano extendida, levanto la ceja mirandolo de forma despectiva y le doy una calada a mi cigarrillo conteniendo las ganas de reírme por ver la ingenuidad de los latinoamericanos. Novatos.

—Un gusto en al fin conocerlo, señor...

—Williams, llame lo Sr. Williams —Responde mi amigo por mi 

—Un gusto en al fin conocerlo, Señor Williams 

—Dejemos de perder el tiempo en saludos irrelevantes, ¿Trajiste lo que te pedí? —Fui directo al grano 




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