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C A P Í T U L O 18

C A P I T U L O  18

“Recuerdos”

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16 de Julio de 2020

Carolina del Norte – 3:00 p.m.

Detective Spencer

—Despierta, Ryan —La voz de mi amiga Hicks me hace despertar de repente

Suelto un bostezo mientras intento aclarar mi vista viendo a todos lados tratando de identificar el lugar en donde me encuentro: Mi casa.

Hacia mucho que no venia aquí. Visualizo alrededor, mis pertenencias de cuando era solo un adolescente siguen intactas en la que era mi antigua habitación. Hicks me mira cruzada de brazos con su semblante serio.

—¿Terminaste? —Inquiere tajante ante mi lentitud de prestarle atención. Asiento y ella suspira —. Will y yo hablamos, y estamos de acuerdo en ayudarte a conseguir un nuevo trabajo durante tu sanción, pero debes ser paciente, ¿de acuerdo?

Me siento como una carga para ellos. Son mis amigos, pero no tienen que cargar con una responsabilidad que no es la suya sino mia. No quiero parecer un aprovechador.

—Gabriela, no es necesario que lo hagan —Le respondo para evitar que siga —. Puedo resolverlo solo, no se preocupen por mi.

Su rostro se contrajo por completo, sus ojos se tornaron rojos y su nariz del mismo color. Estaba llorando, no por mi, sino por lo que probablemente me converti luego de haber pisado ese maldito pueblo. Me abrazo con fuerza, la rodee con mis brazos, sus sollozos acabaron con mi cordura, fue un tiro de bala hacia mi corazon.

La ultima vez que la escuche llorar fue…

—No se lo que hayas hecho mientras no estabas con nosotros, pero… —Se separa para mirarme con sus ojos derramando lagrimas —… Sea lo que sea que hayas hecho, lo resolveremos los tres juntos y evitaremos que vuelvas a recaer, ¿de acuerdo?

Tuve como una especie de deja vu cuando dijo esas ultimas palabras. Mi cerebro me llevo a un año atrás luego de haber terminado con Michelle.

Estaba durmiendo, sintiendo la brisa en mi rostro que luego recorrio mi cuerpo dándome esa sensación de escalofrio que estremecio cada una de mis extremidades. Mis dientes chirriaban entre si por el frio matador de la madrugada y mi sentido de la supervivencia me hacia mantener en posición fetal siendo abrigado por una sabana mugrienta con agujeros. Mi cuerpo estaba frio, pero mi cabeza se mantenía caliente con cada pensamiento que hervía mi sangre.

Con cada pensamiento que se cruzaba en mi cabeza, era una pizca mas de rencor que iba acumulando poco a poco gracias a mis celos enfermizos por una chica de ojos verdes.

Que imbécil…

Escuchaba pasos a lo lejos, la persona murmuraba algo incomprensible para mis oídos. Solo logre escuchar dos palabras:

¿Es el?...

Pregunto la voz femenina que le pertenecía a mi amiga de la infancia. Alguien se inclina hacia mi cuerpo para verificar que este respirando. No me muevo, no puedo y no quiero hacerlo, porque mi cuerpo esta tan frio que, ni siquiera puedo emitir un ruido.

¿Ryan? la voz de mi amigo Mcoy me hace abrir los ojos con lentitud.

Los mantengo entrecerrados para evitar que los copos de nieve acaben dentro de mis ojos. Logro ver el rostro lleno de lagrimas de Gabriela. Mcoy esta hincado frente a mi, suelto un suspiro.

Hola, hermano pronuncio con la voz temblando

Hola, hermano el me dedica una sonrisa llena de tristeza

—¿Ryan? Ryan —Gabriela me hace salir de mis recuerdos para mirarla con el ceño fruncido

—¿Si?

—Acabo de decirte que debes ir a ducharte, tu padre no tardara en llegar —me advierte

—Oh, claro.

Me levanto para ir a darme la ducha, pero antes de cruzar la puerta soy detenido por la voz de mi amiga.

—Ryan… Recuerda que Will y yo siempre estaremos para ti —me dedica una sonrisa

—Lo se —le devuelvo el gesto y me adentro en el baño.

Mi vida se ha convertido en una maldita locura desde que pise ese maldito pueblo. La sanción es una de las mejores cosas que me pudo suceder ya que no tendre que encargarme de ese caso en donde casi me vuelvo un maniático.

Es cierto lo que dicen de Egon.

Cuando entras al pueblo de los psicópatas, sales sin vida o lunático.

†††††††††††††

Mansion Pearlford (Egon) – 5:30 p.m.

Austin Pearlford

Inhalo la linea de polvo blanco que estaba sobre la mesa de cristal que se encontraba en la sala de estar de la mansion. Mi morena de ojos verdes me mira con lujuria destilando de sus hermosos orbes que cada dia me hipnotizan mas. La miro con la misma intensidad, se abalanza sobre mí devorando mis labios y, por primera vez, la separo.

—¿Qué sucede, guapo? —me pregunta




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