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C A P Í T U L O 19

C A P I T U L O  19

“Fuerte”

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17 de Julio de 2020

Mansion Pearlford – 12:00 a.m.

Austin Pearlford

Mis ojos se abren en el momento en que siento una luz iluminándome. Tapo mi rostro con tal de entender que sucede, pero no encuentro respuestas de nadie. Maldigo al que este sosteniendo esa maldita linterna y…

—Despierta, Pearlford —Heather apaga la linterna, mantiene su semblante frio como siempre y examina mis movimientos.

—¿Qué quieres, Brooks?

—Ocurrio otro asesinato, pero esta vez no fue en el hospital —su declaración me hace saltar de la cama.

Me di una ducha rápida, sali y me puse lo primero que encontré en el closet. Tome mi placa y mi arma para luego salir junto con Heather hacia la salida. Subimos a su auto y me llevo al lugar donde habia sucedido el supuesto asesinato. Mi mirada trataba de reconocer la zona, estábamos llegando una casa extraña, no la reconoci hasta que el nombre de aquella casa me trajo viejos recuerdos de mi niñez.

Mierda.

Bajamos del auto. Todos los asistentes del forense estaban aquí para recopilar lo mas importante, Heather y yo entramos a la casa en donde se encontraban dos adultos y un adolescente, los tres cubiertos de sangre hasta el rostro. No me causo nada esa imagen, probablemente sea la costumbre. Mi primer instinto fue mirar hacia todas partes tratando de encontrar señales de agresión, pero… el lugar estaba perfectamente ordenado…

Nos acercamos a los cuerpos y le preguntamos al forense que sucedia, este respondio:

—Diez puñaladas en el cuello de la mujer; doce en el hombre… —verifica los datos en su libreta —… y cinco en el adolescente junto con una señal de forcejeo de parte del asesino y la victima.

—¿Alguien mas estuvo aquí?

—La hija menor de la pareja —afirma.

Heather me mira y se va hacia donde tienen custodiando a la chica, la miro de reojo desde la ventana. Su expresión me da entender que se aburre y no le importa nada de lo que sucede alrededor de ella. Su familia fue asesinada y ella ni siquiera es capaz de mostrar empatía por su familia…

La morena se acerca a ella y comienzan a charlar algo inaudible para mi. El científico forense se va dejándome solo con los cuerpos. Miro hacia afuera inspeccionando de que nadie me vea hacer lo que se me acaba de cruzar en la cabeza, aunque hay algo que me dice:

Si lo haces te arrepentiras.

Me advierte esa vocesita en mi cabeza, pero hago caso omiso a esta para seguir con mi camino manteniéndome alerta ante cualquier movimiento extraño que haya en los alrededores. Nada ha cambiado. Todo sigue igual.

Las paredes, la madera rechinando, los recuerdos…

Todo sigue intacto.

Excepto por los muebles que, aunque los colocaron en lugares donde estaban aquellos agujeros, sigue teniendo los recuerdos que tuve aquí cuando era solo un niño…

Mi vida fue un asco, pero esta casa era mi único hogar. El único lugar donde podía estar conmigo mismo y sin nadie que me dañara en ese momento.

Llego al segundo piso. Me encuentro con tres puertas, dos de ellas están decoradas; la primera esta decorada con stickers de ajedrez, con las iniciales L W en estas. Mire la otra puerta que estaba al lado de la otra, no tenia ningun sticker, solo tenia las iniciales L W. Abri la puerta y la habitación me dejo con la boca abierta.

No habia cambiado nada.  

Todo estaba ordenado, tenia dibujos en el escritorio, una luz tenue en esta, pero estos dibujos parecían ser hechos para una chica porque su dedicatoria estaba dirigida a L. W.

Adolescentes.

Deje de mirar los dibujos y me sente en la cama del chico muerto. Los recuerdos empezaron a abrumarme. Mientras mas tiempo me quedaba aquí, mas tiempo era el que terminaba recordando las veces que me encerre en esta habitación sin una cama ni un abrigo cuando hacia frio.

Solo era un niño…

Trato de entender porque mi padre se fue, pero sin una respuesta y no la quiero, ya no.

Las veces que camine entre la oscuridad y soporte el ruido de los rayos aturdiendo mis oídos y asustándome al punto de llorar desconsolado. Las veces que corria a la esquina de la habitación porque pensaba que un monstruo me perseguia para comerme en las noches. Las lagrimas que solte preguntándome en donde estabas padre…

Recuerdo las veces que tuve que aprender a cocinar por mi cuenta con libros de cocina que robaba de la tienda. Las personas de esa tienda me trataban como si fuera un buen chico y no una escoria.

Aprieto mis puños al recordar ese dia que unos ladrones intentaron robarme mis cosas, mi comida y yo… Tuve que atentar contra sus vidas…

Mi yo de diez años estaba en la sala principal escuchando música clásica de aquellos años. Miraba con intensidad las piezas de aquel rompecabezas que, literalmente carcomían mi cabeza. La imagen era confusa para mi cabeza. Cada vez que no lograba adivinar la pieza, no dejaba que mi mano tocara la comida. Tenia que hacerlo bien y esa era mi única motivación.




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