C A P I T U L O 3
"Diosa"
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California, LA - 8:00 p.m.
Hannah Mitchels
El poder de una diosa siempre ha hecho que el hombre cree caos a su alrededor para derrocarla y adueñarse de ella para manejarla a su antojo. Eso siempre ha pasado desde el principio de los tiempos, incluso en mi familia donde los hombres son el sexo fuerte, mientras que nosotras, debemos callar y esperar a que nuestros reyes nos digan "Levantate" o "Hazme el amor".
Patetico.
Mirarme al espejo siempre ha sido uno de mis pasatiempos favoritos desde muy pequeña, ademas de cantar, claro. Mi madre decia que llegaba a ser muy narcisista con los años, pero adorarse y amarse a uno mismo no es un pecado, es un privilegio que no todo el mundo tiene ya que no todos poseen el don de la belleza natural como... Yo.
—Hannah —mi manager aclama mi nombre —. Ya es hora.
Le sonrio como respuesta de que ya salgo. Los gritos del publico me hacen sonreir con egocentrismo absoluto, mis ojos verdes brillan de la emocion, me levanto y salgo del camerino para ir a la tarima. Subo las escaleras poco a poco y llego al escenario donde los reflectores me aman al igual que todos mis fans de los Estados Unidos de America.
Los gritos de la gente aclamando mi nombre con emocion sube mi ego al mil por ciento sintiee cada vez mas genial de lo que jamas llegue a sentirme. Me detengo en el centro del escenario, tomo el microfono y...
—¡Hola California! —mi grito hace que el publico se alborote, sonrio sintiendome poderosa, como siempre quise ser —. ¡Vamos a darle un poco de diversion a este espectaculo!
Se apagan las luces por un momento. Una luz roja cae sobre los bailarines y yo, iluminandonos solo en la parte superior de la cabeza dejando que nuestros cuerpos se vean completamente negros. La cancion Horns de Bryce Fox me da un leve escalofrio en el momento en que el show comienza.
Soy rodeada por mis bailarines y se me acercan poco a poco, me alzan todos entre sus brazos fornidos. La pantalla de la tarima muestra una silueta femenina con cuernos en su cabeza, algo que siempre me ha representado en mi pueblo.
Unos pasos de bailes hechos a la perfeccion son los que hacen que el publico se vuelva loco y me empiecen a ovacionar. Esto es lo que amo con todo el corazon...
Esperen...
No tengo uno...
Terminamos el espectaculo conmigo en el piso frio con uno de mis bailarines sobre mi dandome un beso para nada actuado. Me levantan y es cuando el verdadero show empieza. Nadie vino a verlos bailar, sino a verme cantar y es algo que adoro desde muy pequeña.
La cancion que cante fue una que escribi cuando mi yo de diez años solo pensaba que la musica era un metodo terapeutico que me ayudaba a olvidarme del caos que me rodeaba a tan temprana edad. Mi infancia no fue como las de las demas niñas en esos años, fue mas... Caotica.
La cancion tomaba cada una de mis caulidades y defectos como persona para luego convertirlas en algo que sea hermoso a simple vista y eso es algo que la gente no sabe. Algo que sea hermoso por fuera puede ser peligroso y oscuro por dentro.
Todo termina conmigo haciendo una reverencia hacia el publico y largandome del escenario sonriendo triunfante hacia mis compañeros. Mi manager se acerca a mi ofreciendome una botella de agua que rechazo enseguida y lo cambia por un smoothie de fresa que habia pedido hace unas horas.
Llegue a mi camerino y el esta en la puerta sonriendome mientras me quito los accesorios que use para el concierto. Sus ojos azules me recuerdan tanto a alguien a quien aun le tengo demasiadas ganas. No se nada de esa persona desde hace un año...
—Estuviste increible —me halaga y le muestro una mirada picara.
—Dime algo que ya no sepa —le digo con egocentrismo, algo que lo hace sonrojar.
—Un agente de una discografica llamo, pregunto si tenias tiempo para ir a la disquera para ofrecerte un lugar alli —me informa y ambos sabemos la respuesta.
—Les dijiste...
—Que no estabas interesada —lo entrene muy bien —. Insistio un par de veces, pero mi respuesta siguio siendo la misma.
—Bien.
Me acerco a el poniendo en practica mis trucos de seduccion. Beso sus labios con mucho deseo a lo que el responde con lujuria, demasiada. Recorre mi cuello con sus labios y poco a poco desliza una mano por mi intimidad robandome un jadeo. Hace a un lado mi ropa interior y acaricia mi sexo, gimo por placer, abro mis piernas para que meta sus dedos dentro de mi. Lo hace, calla mis gemidos con besos llenos de puro fuego que me hacen pedir mas y mas, quiero mas.
Hace circulos y los vuelve a introducir, la excitacion es demasiado agobiante, necesito mas de el...
De pronto se detiene y eso es algo que odio.
—Sigo sin comprender porque rechazas estas oportunidades —cuestiona.
—Creo que no hace falta recordarte lo que paso cuando tu y yo trabjabamos en la misma disquera ¿cierto? —ataque para que dejara de cuestionar mis decisiones.