C A P I T U L O 5
"Sangre"
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10 de noviembre de 2021 - 10:00 a.m.
Pueblo de Egon
Heather Brooks
He pasado toda mi vida apegándome a la rutina de los policías de mi pueblo, aunque a veces sigo sin terminar de adaptarme, ya que al ser mujer tienes dos opciones:
Ser como ellos o dejar que te humillen.
Elegí lo primero -obviamente- porque primero me doy un tiro antes que dejar que me humillen como cuando empecé en la academia.
Fueron años demasiado agotadores para mí, pero eso forjo mi carácter para ser digna del puesto de Jefe del departamento de Narcóticos. Soy más que una mujer, soy la puta ama de este pueblo que comparto junto a las mujeres que son la única razón por la cual sigo trabajando para esta manada de animales y por las cuales no he abandonado este pueblo de mil demonios.
Veo como mis hombres están haciendo su entrenamiento rutinario antes recibir órdenes del capitán para que nos otorgue alguna misión. Visualizo con cuidado cada uno de los ejercicios mientras me aseguro cuanto tiempo se tardan en hacerlo todos a la vez.
Han mostrado tener un buen récord, pero necesito más que solo eso. Necesito hombres ágiles y leales.
Necesito follar.
No lo niego, me siento estresada y en estos momentos me vendría bien un buen polvo, pero debo pensar en mi trabajo y en las mil y una cosas que debo hacer luego de esto.
Escucho unos pasos acercarse, Thomas se acerca a mí junto al capitán Fletcher quien me da un beso descarado en los labios, algo que provoca en Larry una cólera que debe guardarse por el momento.
—Hola, muñequita —su mirada lasciva no me provoca absolutamente nada, pero debo fingir una sonrisa para que crea todo lo contrario.
—Hola, guapo —murmuro —, ¿Qué sucede?
—Tienen una misión —miro a Thomas con confusión.
—¿Tenemos? —nos señaló a ambos.
—Si, los dos trabajaran juntos.
—¿De qué trata el caso? —pregunta Thomas.
Fletcher nos lleva con él hacia su oficina para entregarnos a cada uno, un informe sobre un caso de una supuesta secta que llego al pueblo regido por un líder desconocido. Parece que ahora tendremos más diversión de lo que creí.
—¿Una secta en Egon? —sigo sin creérmelo.
—Dicen ser parte de una fundación espiritual, pero se han estado reportando desapariciones desde hace unos días —asegura Fletcher.
—¿Cuándo llego el primer reporte?
—El 31 de octubre, mientras estuvimos en la mansión Pearlford —responde el jefe.
—¿Sabe quienes desaparecieron? —pregunto.
Busca las carpetas donde está la información de las desapariciones, las abre dejando ver fotografías de las víctimas desaparecidas. La mayoría son...
—¿Adolescentes? —inquiero.
—Son de la escuela de Egon High, parece que todos han estado desapareciendo en los callejones —informa.
Egon High. Maldita escuela.
Miro a Thomas por un momento sin expresión alguna y sabe lo que pienso al respecto sobre esa escuela de mierda. Fletcher llama mi atención diciendo que esos chicos pueden estar siendo manipulados para querer irse a la secta y así ser herramientas de tráfico infantil.
—No me sorprendería que sea así —dice Thomas.
—Nos encargaremos de esto, no se preocupe, Capitán —Thomas sale de la oficina, cuando estoy por salir, Fletcher me detiene por un momento.
Me acerca a su cuerpo, puedo sentir su respiración rozando por mi nuca, sus latidos van a mil por hora la excitación. Acorta el espacio devorando mis labios con deseo y necesidad. Yo estoy quieta, no hago nada, solo dejo que él haga todo, pero lo detengo antes de terminar ambos sin ropa dentro de su oficina y lo que menos necesito ahora es perder mi tiempo.
Salgo de la oficina, suspiro cansada, me dirijo a los vestidores donde me encuentro con Thomas cruzado de brazos, con los puños cerrados y la mandíbula tensa.
—¿Qué?
—¿Vas a seguirle el juego de verdad? —su pregunta me hace reír.
—Padre, parece que no me conoces en verdad.
—Heather, te recuerdo que eres mi hija y debes dejar de perder el tiempo con ese idiota de Fletcher que solo busca consuelo en ti por haber perdido a su novia —si me gustara, probablemente me dolerían las palabras de mi padre, pero me resulta indiferente.
—¿Terminaste? —inquiero con sarcasmo.
—Si él llega a saber la verdad...
—No lo sabrá, padre —lo tranquilizo —. Fletcher no sabrá nada y si se entera...
Camino hacia mi locker para sacar mi glock y mostrarle una sonrisa maliciosa al hombre que me ha criado toda mi vida.