C A P I T U L O 14
"Reencuentros"
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20 de Noviembre de 2021
Hospital Psiquiátrico de Egon - 9:45 a.m.
Jordan Lee
Años atrás, quería mostrarle a mis padres que podía convertirme en alguien mejor que ellos, alguien importante, alguien que se parara en alguna tarima defendiendo los principios del ser humano en general. Alguien que otorgaría justicia en el mundo, pero en vez de eso, me convertí en un preso más de las cadenas de aquel pueblo que solo me trajo malos recuerdos cada vez que volvía a descubrir otro secreto más.
Encontrarme en el lugar que se convirtió en mi prisión, es una de las peores satisfacciones que se le pueden otorgar a una persona. Siento náuseas de solo recordar aquellos momentos que pase en esta institución tan... llena de corrupción y maldad.
No odio a Joe Pearlford, me ha caído bien desde que era joven, pero Craig Williams, fue una de las personas que más aborrecí en mi vida, solo le hablaba porque Austin no entendía nada de su condición en ese entonces.
Entro de una vez por la ventana que da al pasillo, subo por los pequeños orificios que están en las paredes que me permiten aferrarme a la pared y poder escalarla.
Entro discretamente por la ventana, no hay moros en la costa, los pasillos están desiertos, como si nadie lo estuviera vigilando. Pero, la suerte está de mi lado, ya que las cámaras de seguridad están en mantenimiento por "cortos circuitos".
Sonrío, me felicito a mí mismo por eso. Busco la habitación 13, intento abrir la puerta, pero está cerrada con llave. Intento encontrar una forma de entrar, pero no lo encuentro. Una voz que conozco a la perfección me indica dónde se encuentra la llave para abrir la puerta del cuarto.
—A tu derecha están las tarjetas de seguridad para abrir las puertas, muchacho —el viejo padre de mi antiguo compañero de cuarto no me mira, se queda leyendo un libro que mantiene en sus manos.
—¿Joe?
Sus ojos se posan sobre los míos, estoy atónito por encontrarlo encerrado en este sitio, sobre todo teniendo en cuenta que él es el dueño de este hospital.
—Quita esa cara de sorprendido, Lee —espabilo, parezco un demente cuando miro fijo por mucho tiempo a alguien.
—¿Que carajos haces allí?
—¿Que haces tú aquí? ¿No deberías estar en Acapulco o en Australia? —me pregunta como si fuese algo obvio.
—No hagas eso.
—¿Hacer que?
—Evadir mis preguntas.
—Pero si ya sabes la respuesta —tiene razón, en el fondo sabía que Craig lo terminaría encerrando aquí.
Dejo el tema hasta ahí para seguir en lo mío, tomo una de las tarjetas que están guardadas en una rejilla, la deslizo por la cerradura y la puerta se abre dejándome ver a un iracundo y despotricado Ryan Spencer.
Spencer está en el suelo haciendo flexiones para dejar salir la ira acumulada, me mira como si fuera un bicho raro.
—¿Ryan Spencer? —se levanta ante la mención de su nombre.
Toma un vaso de agua de un solo trago, su respiración está ligeramente agitada por el ejercicio, sus ojeras se nota a simple vista y su cabello está muy desordenado.
—¿Y tú quién eres? —pregunta él. Se parece tanto a su padre.
—Parece que se volvió tendencia que los muertos revivan —musita Joe.
Ryan frunce el entrecejo con desconfianza, intento acercarme a él, no se mueve.
—¿Quieres hacer que ellos paguen, cierto? —inquiero persuadiéndolo de que me escuche.
—No hablo con extraños que quieren hacerse los héroes —me dice quitando su mirada de mí para levantar su peso con la barra de hierro que tiene incrustada en la pared.
—¿Hacerme el héroe?, ¿crees que he venido por eso? —este chico me va a sacar canas, al parecer es más obstinado que su padre.
—¿Por que otra razón un extraño vendría a preguntarme tal cosa de si quiero vengarme de otras personas?
—Craig Williams, ¿lo conoces? —su cuerpo se tensa por la mención de aquel nombre.
—No conozco a nadie con ese nombre.
—Claro que si, no mientas —me siento en su cama —. Craig Williams es tu padre, por lo tanto, eso te convierte en un Williams de sangre.
Barre todo lo que hay en la mesa de noche de su habitación, está enojado, iracundo y estresado. El porte de los Williams se puede notar a detalle, su rostro tiene facciones parecidas a las de esa familia y sus ojos son azules con ciertos tonos verdes parecidos a los de... Ella...
En el fondo siento pena por este chico, tan joven y siendo víctima de las consecuencias de todas las muertes que cometió ese imbécil de mierda. Pensé que, cuando su hijo naciera, iba a pensar mejor las cosas, pero creo que le tuve mucha fé a Craig.
—Será mejor que te vayas, si no quieres terminar aquí —suelto una risa sarcástica.