[TRANSCRIPCIÓN — SESIÓN DE OBSERVACIÓN REMOTA #X-789]
Fecha: ██/██/██ (parcialmente ilegible)
Observador: Sujeto X-789
Objetivo de la sesión: Seguimiento cognitivo del Dr. Michael Krasinsky dentro del Laboratorio Central.
Nota: El material siguiente fue obtenido durante un trance inducido.
Fragmentos sensoriales y emocionales se mezclan con percepciones ajenas al observador.
Inestabilidad psíquica detectada en el minuto 07:42.
Inicio de la visión:
En una sala oscura se encontraban Michael y un misterioso hombre. Frente a una pantalla, observaban un peculiar video. Parecía ser una cámara corporal de un soldado, en donde se lo veía correr de forma táctica por un pasillo.
Adelante en la imagen, se podía ver un Klat’ka. El cual Michael reconoció de inmediato.
—Kaeth’Ruum —susurró intrigado sin perderse un segundo de video.
Al llegar a una puerta, este de un golpe la rompió y dentro, lo que mostró la imagen, lo descolocó. En ella aparecía Rose, de niña, sobre una cama y en ella la acompañaba un hombre. El cual, maniatado, amordazado y desnudo, era torturado por la pequeña. Con un vestido rojo y blanco manchado con sangre, transmitía una mezcla de ternura y terror.
Kaeth’Ruum hacía señas frente a ella mientras avergonzada bajaba la cabeza. Todos los soldados rodeaban al sujeto y el video se cortaba.
—¿Qué acabo de ver y en qué tiene relación con mi hijo? —preguntó Michael desconcertado.
—Era ella en acción. María, era la niña más impresionante que había visto en batalla. No hablaba como tu hijo, como todos los Klat’ka —exclamó con su mirada fija en los archivos.
Michael frunció el ceño.
—¿Qué puesto tenías en ese entonces? —preguntó intrigado.
—Era un simple soldado al mando de ella —murmuró con una sonrisa.
—¿Y qué tal se mantenía la cadena de mando con una niña a la cabeza? —preguntó con una sonrisa en su rostro.
—Era todo un tema. La niña era buena gracias a las enseñanzas de su papá. No dejaba a nadie atrás. Adoptó a todos sus subordinados como parte de su clan o algo así. Pero cuando se revelaban era cruel. Su padre intervenía para que no matara a nadie —murmuró serio con su mirada perdida.
—¿Pensé que Kaeth’Ruum era el que lideraba? —preguntó Michael serio, anotando detalles en una libreta.
—Sí, lo fue. Hasta que ella creció y demostró sus habilidades. Ella se veía más humana que él, por lo que podía pasar desapercibida con mayor facilidad —dijo el hombre mostrándole un archivo en específico.
—¿Qué habilidades? —preguntó Michael analizando el archivo.
—Era única. Se veía como una niña dulce e inocente, pero a veces parecía ser más lista que todos. Era muy observadora, analizando todo sin que te dieras cuenta. Era buena para ver debilidades y las usaba en tu contra si era necesario —exclamó el hombre acostándose en su silla para luego soltar un suspiro largo—. Jamás olvidaré la primera misión con ella —murmuró con su mirada perdida en los recuerdos.
Tenía tres años de edad y, al lado de todos los hombres adultos, a su alrededor se veía disonante. Tenía un pequeño traje táctico hecho a su medida y un casco color rosa con una flor dibujada por su mamá.
Su misión era dar asistencia para la captura de Big Daddy, sobrino de uno de los generales de CERNA. Debía entrar por la rendija de la ventilación, desactivar las alarmas y seguridad y abrir para que los soldados y su padre entraran.
No sé qué vio dentro, pero fue lo suficientemente traumático para que al abrir la puerta y entrar la viéramos llena de sangre y encontráramos a Big Daddy muerto.
—¿Cómo murió? —preguntó Michael, sacándolo de su mente por un instante.
El hombre lo observó con sus ojos perdidos para luego soltar frío.
—Ella lo mató con sus propias manos —susurró lleno de tranquilidad.
—¿Una niña de tres años mató a un señor de ciento cincuenta kilogramos y casi dos metros de altura? —preguntó Michael con escepticismo.
—De edad real tenía tres años, pero estoy seguro de que su mente parecía ser de un ser milenario, como si llevara mucho tiempo en la guerra —murmuró él, perdido en su mente.
—¿Tenía cámara corporal? —preguntó Michael serio.
—Sí, debería estar aquí —murmuró buscando el video y poniendo la grabación en la pantalla.
Todo se veía bien al comienzo. Se podía observar a la pequeña cumpliendo su misión a la perfección. Desactivaba alarmas y sistemas de seguridad como su papá le enseñó y noqueó a varios soldados de forma efectiva, hasta que a lo lejos llantos de niños llamaron su atención. Se desvió de su camino y entró por una puerta.
En el cuarto se encontraba el famoso Big Daddy, un enorme hombre de cabello cano y sobrepeso. Junto a él varios niños, algunos sollozaban, otros tenían la mirada perdida, pero todos tenían algo en común: sangraban.
—Miren lo que CERNA me acaba de traer —exclamó con una sonrisa en su rostro—. Carne fresca —murmuró subiendo sus pantalones y sacando al niño que estaba debajo de él, lanzándolo al suelo con fuerza.
Tomó a la pequeña que, en shock por lo que veía, no decía nada, pero tampoco se defendía. La arrojó en la cama, volviendo a bajar sus pantalones mientras intentaba torpemente quitar su traje táctico.
La pequeña comenzó a quejarse tratando de quitar sus manos, por lo que el hombre se volvió más rudo. La giró en la cama con brusquedad, tomándola por el cuello y sometiéndola. María comenzó a chillar y gritar de forma horrible, asustando a los niños. No se podía ver la imagen, pero se podía oír todo. Un sonido comenzó a escucharse y Michael supo de inmediato que era su cola. Al girarse, se pudo ver a Big Daddy frente a ella, con un agujero en su pecho. Se quejaba y escupía sangre, cayendo posteriormente muerto.
Ella, en shock, solo observó al pequeño con sus ojos muertos, tirado en el suelo. Tomó su mano con ternura.
—Lo siento —susurró corriendo a seguir con su trabajo, cortándose el video.
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Editado: 05.10.2025