Todo en la vida de unos niños, de unos simples niños que tienen su inocencia intacta y creen que el mundo gira simplemente alrededor de deslizarse en un tobogán y comer dulces hasta que la barriga arda del dolor.
—Rose–sentí un pequeño llamado en mi ventana
Aún recordaba ese día como si todos los días sucediera lo mismo, había quedado con Damián de ir a su casa a jugar antes de iniciar las clases y hacer alguna travesuras para cerrar el final del verano.
—Ya voy, estoy buscando a mi muñeca lulu–dije abriendo cuidadosamente la ventana–vamos rápido
—Qué infantil Rose, ya deberías dejar esa muñeca–dijo sacudiendo mi cabello
—Cállate Damián, vamos a la casita–dije abrazando mi muñeca
La diferencia de edad entre Damián y yo no era mucha, el tenia 11 años y yo tenia 8 pero siempre había querido ser más maduro que yo en todos los aspectos posibles.
—Sube–dijo dándome su brazo–no quiero que te lastimes
—No lo haré, ¿la casita de los juguetes?–pregunté confundida
—Si, aquí está todo para complacerte, sube ya antes de que nos vean
Subí unas pequeñas escaleras pero lo suficientemente peligrosas para mi niña de 8 años, pero Damián siempre estaba para ayudarme como un hermano mayor.
—Mira–dijo señalando unas velas–tenemos que encenderlas y echarles un poco de este alcohol y sucede la magia
—¿Magia? Creí que eso no era real
—Mientras yo sea tu mejor amigo todo lo que creas que no es real se volverá una realidad hecha por mi solo para verte feliz
Sonreí tímidamente aferrada a mi muñeca.
—Ok, entonces empieza–dije anciosa
Recuerdo perfectamente en el momento en el que Damián encendió las velas y les tiraba leves roces de alcohol en spray eso fue tan sorprendente, la explosión ligera que tenía el fuego, en realidad era como magia para mi.
—Bien, ya te mostré vamonos ya
—No Damián, por favor no es suficiente
—Lo siento mucho reina, pero no hay más espectáculo
—Grosero–dije cruzando los brazos
—Di lo que quieras, ahora vamonos
Íbamos gateando a la puerta de la casita, pero no salimos del todo por unos gritos qué se escuchaban desde abajo.
—Espera pequeña–dijo Damián
Eran gritos fuertes, dos hombres eran las voces que podía distinguir, nos acercamos con cautela para ver de quienes se trataba. Mi padre y el de Damián estaba discutiendo sobre algo muy importante, lo digo por el tono de voz que tenían.
—Yo te ayude, cuando tu familia estaba a punto de colapsar yo te tendí mi mano Peter–le decía el padre de Damián al mio
—Lo sé, y te lo agradezco mucho, pero no puedo hacer lo mismo por ti.
—¿Vas a dejar que caiga en banca rota entonces? Tu empresa tiene todo para ayudarme Peter, con solo unas acciones puedo volver a estar a flote.
—¿Y? No voy a hacerlo Roberth no insistas
—Siempre hemos sido buenos amigos, nuestro hijos lo son ¿Cómo tomara Rose la idea de separarse de Damián? Por favor Peter ayúdame.
—¿Rose? De ella me encargo yo, tu hijo no será indispensable en su vida y la respuesta es la misma. No.
Y con eso mi padre se fue dejando a padre de Damián con la cara llena de frustración, yo no entendía nada, ellos eran buenos amigos ¿Por qué mi padre no quería ayudarle?
—Escuchaste lo que dijeron–le susurre a Damián
—Si, no entiendo nada
—Yo tampoco, pero ¿Me van a separar de ti?–dije casi llorando
—No, no preciosa, eso no va a pasar, no llores ¿si?
—Prométeme eso Damián, prométeme que nunca te vas a separar de mi–dije al instante abrazándolo
—Te lo prometo Rose, nunca me voy a separar de ti–dicho eso beso mi cabeza de manera delicada–voy a averiguar que esta pasando y te traigo noticias ¿bueno?
—Yo haré lo mismo, en una hora estas aquí
—Lo que tú me digas
Con eso bajamos de la casita, Damián me ayudo por supuesto, fuimos a nuestras casas a hablar con nuestros padres.
No se exactamente si Damián logro hacerlo porque yo al instante que entre a mi casa escuché los gritos de mis papás en el cuarto de arriba, así que subí rápidamente y me pegue a la puerta para escuchar lo que hablaban.
—¿Por qué eres tan inconsciente Romina? Tengo que ayudar a Roberth, es mi amigo–decía mi padre
Y al escuchar eso quedé más confundida, hace unos intentos estaba diciéndole al padre de Damián qué no lo ayudaría y bueno, yo no entendía porque si ellos eran muy buenos amigos, al parecer esta era la respuesta, mi madre no se lo permitía.
—¡No!–grito mi madre–Nos los vas a ayudar, por culpa de ese hombre tengo que cargar con tu error por estar de calenturiento
¿Calentu que? Bueno para una niña de 8 años como yo esa palabra no estaba en mi vocabulario ¿que quería decir mi madre? ¿Qué a mi papá le gustaba jugar con candela? Que loco ¿Quien juega con fuego?
—No fue su culpa Romina, yo decidí hacer eso, nadie me obligó
—El te saco de aquí, todo estaba planeado para joderme a mi y te digo algo Peter, si tú ayudas a Roberth te juro que no vuelves a ver a Rose en toda tu vida ni mucho menos al hijo que tengo en mi vientre
¿Dejar de ver a mi papi? ¿A mi papi? No, yo no quería eso, pero no entendía a que se refería mi madre, ¿En que había ayudado el padre de Damián a mi papá? ¿Y por qué mi madre lo odiaba por eso?
—Acepte ocultar eso por el escándalo que armaría en mi reputación–dijo mi madre–pero te lo repito si ayudas a esas personas te quedas sin tu familia Peter, es tu elección.
Sentí unos pasos hacia la puerta, así que salí corriendo de las escaleras directo a la casa de los juguetes, me senté con mi muñeca lulú esperando a que llegara la hora de mi encuentro con Damián.
—Rose–escuche una voz–¿Estás?
—Siempre Dam, ¿Qué averiguaste?
—Odio cuando mi padre me llama así, pero no sé que pasa contigo que amo cuando lo dices
Bueno sentí una pequeña punzada en mi estómago, pero era agradable por las palabras de Damián.
—Mi padre puede perder la empresa Rose, necesita ingresos temporales para reponerse, pero al parecer tu padre no quiere ayudarlo.
Editado: 25.11.2025